Patadas al lenguaje
Pintura mural procedente de
Mérida representando la lucha entre un venator y una
leona
Fotografía tomada de la
Wikipedia
Aunque las críticas a los periodistas actuales -nada que ver con los profesionales de antaño- son por desgracia frecuentes y abarcan a diferentes ámbitos de su profesión, las patadas al lenguaje incluso a nivel de primaria -o como se llame ahora- llegan a ser en ocasiones escalofriantes. Lo cual, teniendo en cuenta que ésta es su principal herramienta de trabajo, no deja de ser preocupante.
Véase si no el titular de una noticia publicada el 23 de abril de 2025 en El Español:
Hito en la arqueología del imperio romano: hallan al primer gladiador devorado por un león en combate.
¿Devorado en combate? Cierto es, y así afirma correctamente el artículo, que uno de los tipos de combates de gladiadores eran las luchas con fieras, a las cuales se enfrentaban los conocidos como venatores. Y cierto es también que, lejos de la imagen inventada por Hollywood, los gladiadores eran profesionales bien entrenados y cuidados por sus empresarios si eran hombres libres o por sus dueños, en el caso de los esclavos, así como admirados por el público ya que eran el equivalente a los futbolistas actuales, por lo cual resultaban demasiado caros para ser utilizados como carne de cañón, destino que se reservaba para los prisioneros de guerra o los condenados a la pena capital.
Aunque, claro está, pese a todo ejercían una profesión de riesgo, por lo que los accidentes laborales en forma de muertes accidentales o -aunque no siempre, pese a las películas de Hollywood- el castigo a los derrotados si éstos no habían combatido suficientemente bien, debían ser relativamente frecuentes tal como atestiguan los enterramientos y las lápidas encontrados en diferentes lugares del antiguo imperio romano. Así pues, no es de extrañar que este venator tuviera la desgracia de ser víctima del ataque de un león, tal como según explica el artículo han deducido los investigadores tras analizar unas marcas de colmillos de un gran depredador en los huesos de la pelvis del infortunado gladiador.
Hasta aquí todo resulta normal. El problema estriba en que el redactor del titular confundió matar con devorar, que no es exactamente lo mismo. Que un león atacara y matara al gladiador no implica que luego procediera a comérselo, ya que el entorno en el que ocurrió el combate no era la sabana africana sino la arena de un anfiteatro, cabe suponer que repleto de espectadores. Lo lógico es pensar que una vez producido el accidente, y tal como ocurre en las plazas de toros tras una cogida, el león fuera apartado de su víctima y ésta llevada a la enfermería si aún vivía, o al equivalente al depósito de cadáveres en el caso de que hubiera fallecido... mordido, arañado y quizás destrozado, pero sin servir de pitanza al león que sería devuelto a su encierro, puesto que también eran caros.
No quedan aquí las cosas. Ya en el cuerpo de la noticia el redactor nos regala con esta nueva perla:
Las comparaciones con los mordiscos de distintas fieras modernas de un zoológico confirmaron que el gladiador fue atrapado por los colmillos de un león y que le provocó una serie de heridas compatibles con la muerte.
¿Heridas compatibles con la muerte? Desconozco por qué esta cursilada, o su variante heridas incompatibles con la vida, se ha puesto tan de moda últimamente, cuando siempre se ha dicho simple y llanamente heridas mortales dejándonos de zarandajas, que además de ser un término preciso aporta una economía lingüística y evita estos circunloquios tan absurdos como innecesarios. ¿Será que nos estamos volviendo cada vez más ñoños?
Publicado el 24-4-2025