Caliguladas





Fotografía tomada de la Wikipedia



Aunque el emperador Calígula pasó a la historia por su despotismo, su crueldad y su megalomanía, según los historiadores romanos también estaba loco de atar, atribuyéndose una naturaleza divina y cometiendo actos tan estrambóticos como enviar un ejército a conquistar el mar o nombrar cónsul a su caballo. No fue el único emperador loco, ya que también se les tildó de tales a Nerón, Cómodo, Caracalla o Heliogábalo; y si bien los historiadores modernos cuestionan la objetividad de sus antiguos colegas romanos, quedémonos con el “se non è vero, è ben trovato” italiano, ya que para nuestros propósitos la locura de los emperadores romanos nos viene que ni pintada.

En épocas posteriores siempre han existido gobernantes locos, pero en ningún caso llegaron a los surrealistas extremos de los citados emperadores romanos... aunque no está claro si en realidad éstos se creían sus propias chifladuras o si, por el contrario, se trataba simplemente de alardes de populismo y demagogia mejor o peor llevados.

Pero hay excepciones Hace diez años, en 2014, ya comenté la hazaña de Evo Morales, entonces presidente de Bolivia, al poner del revés la esfera del reloj de la sede del Congreso boliviano en La Paz, con la excusa de que era lo apropiado, al encontrarse Bolivia en el hemisferio sur, para “revalorizar la cultura propia” (sic). Al día de hoy, y con este personaje apartado del gobierno de su país, desconozco si el reloj sigue todavía al revés o si lo han sometido de nuevo a la dictadura neocolonial llegada del hemisferio norte.

Y como todo se pega menos la hermosura, diez años después nos encontramos con otra caligulada también en el subcontinente sudamericano pero más al norte, en Venezuela, aunque en esta ocasión su perpetrador es alguien bastante más taimado que el folklórico Evo. Me estoy refiriendo a su presidente actual, Nicolás Maduro, el cual, tras provocar una grave crisis política en su país, tuvo la genial ocurrencia de contrarrestarla decretando un adelanto del inicio de las fiestas navideñas... al 1 de octubre de 2024.

Lo más sorprendente es que, aunque hasta ahora hubiera pasado desapercibido en España, no se trata en modo alguno de una novedad, ya que desde 2015, dos años después de asumir el cargo de presidente de la república, lo ha venido haciendo todos los años sin excepción, siempre en distintos días del mes de octubre salvo en 2023 que, ya puestos, la adelantó nada menos que al 1 de septiembre. Y lo peor de todo es que, según las noticias llegadas desde Venezuela, esta esperpéntica celebración tiene carácter obligatorio, siendo multados aquéllos que no adornen sus casas de manera conveniente.

No es necesario ser perspicaz para deducir que no se trata de una simple chifladura, sino de un intento deliberado de levantar una cortina de humo ante los graves problemas que arrastra su país, causados en su mayor parte por él mismo; y si bien la práctica de desviar la atención de sus ciudadanos de los verdaderos problemas que les afligen ha sido ampliamente utilizada por numerosos gobernantes, no todos ellos autócratas, no conozco ningún caso en el que la excusa fuera tan ridícula.

Hitler apelaba a la superioridad de la raza aria; Stalin prometía el paraíso comunista; Mussolini quería recobrar las glorias del imperio romano; Franco usaba de comodín a Gibraltar; los militares griegos la liaron con Chipre; sus colegas argentinos con las Malvinas; los promotores del Brexit vendieron un paraíso político y económico si Gran Bretaña abandonaba la Unión Europea; los nacionalismos se inventan unas historias propias tan utópicas como falsas; los partidos de extrema derecha de diferentes países, incluyendo a Donald Trump, agitan el espantajo de la inmigración... pero nunca supe de nadie a quien se le ocurriera semejante payasada digna de la película Bananas, de Woody Allen. Aunque lo que está ocurriendo en Venezuela de payasada, por desgracia, no tiene nada.


Publicado el 14-10-2024