Filetes no sexistas







En estos tiempos seudo puritanos que corren, en los que cometer un desliz que potencialmente atente contra la corrección política puede costarte poco menos que un auto de fe que en poco se diferencia de los inquisitoriales, salvo en que por ahora todavía no se ha quemado a nadie en la hoguera, resulta divertido encontrarnos con perlas cultivadas tales como la del anuncio que reproduzco, tomado del folleto publicitario de una conocida cadena de distribución cuyo nombre he borrado, al igual que la marca, para evitar hacerles publicidad gratuita, que ya se sabe aquello de “que hablen de mí aunque sea bien”; ¿o era al revés?

En cualquier caso, sorprende encontrarse con la aclaración de que los apetitosos filetes vacunos que anuncian pueden proceder tanto de machos como de hembras, que ya se sabe que las vacas acostumbran a parir a terneros y terneras al 50% conforme dictan las leyes de la genética, salvo en los raros casos en los que existe hermafroditismo. Y aunque lo cierto es que las hembras, o al menos una parte de ellas, son reservadas para la cría mientras los machos, a excepción de los afortunados -y contados- sementales suelen correr peor suerte, era de sentido común pensar que no se vayan a desperdiciar todas aquellas añojas -es decir, terneras de un año- que resulten excedentes de cupo a la hora de perpetuar la especie, dado que la violencia de género, al menos que yo sepa, no suele ser considerada como agravante a la hora de sacrificar el ganado vacuno.

Sin embargo, lo cierto es que los carniceros no nos suelen informar sobre el sexo -que no el género- de la difunta res cuyos filetes nos están vendiendo, y como tampoco solemos tener en casa analizadores genéticos que nos permitan identificarlo post-mortem, la consecuencia es que nos los acabaremos comiendo sin saberlo por más que piadosamente los amortajemos con patatas fritas, ensalada, ajo o salsa al roquefort.

Lo que no dice el anuncio, y no deja de ser una lástima, es si en esta cadena comercial nos informan del sexo de los filetes, no vaya a ser que sin saberlo estemos cometiendo un feminicidio aunque sea a escala vacuna, que siempre se sabe como se empieza pero no como se puede acabar terminando. Porque a lo mejor simplemente nos advierten de que podemos convertirnos en unos ternericidas -hembras, por supuesto- con una probabilidad cercana al 50%, por más que ellos se laven las manos.

Claro está que existe otra posibilidad, la de que nos estén advirtiendo de que los susodichos filetes provienen exclusivamente de animales heterosexuales, libres pues de todo atisbo de pecado nefando; aunque bien mirado, la verdad es que nunca he oído hablar de vacas -o de toros, porque los bueyes no cuentan por razones fáciles de comprender- que pudieran mostrar tendencias lesbianas, gays, transexuales, travestís o bisexuales, y creo que no se me olvida nadie de la lista; pero la verdad es que tampoco puedo asegurarlo del todo, primero porque soy de ciudad y mi único contacto con el campo tiene lugar las siempre cortas vacaciones de verano, y segundo porque, tal como las gastan algunos que dicen representar a determinados colectivos, sin molestarse en consultar, claro está, a los afectados, cualquier día de éstos nos saldrán con el mantra de que hay que respetar todas las posibles opciones sexuales del ganado doméstico... incluso cuando los pobres animalitos vayan a acabar, muy a su pesar, hechos filetes en nuestro plato.


Publicado el 22-5-2016