Reloj, no marques las horas





El reloj de la sede del Congreso boliviano, en La Paz, con las horas colocadas al revés
Fotografía de Martín Alipaz/EFE tomada de elperiodico.com



No he podido evitar la tentación de recurrir al título del conocido bolero para encabezar este comentario, por más que la estrambótica iniciativa del gobierno boliviano, de la que me enteré ayer, no ha consistido en parar los relojes sino en hacer que éstos anden al revés, es decir, en el sentido contrario de las agujas del reloj, regla por cierto que me enseñaron ya en el colegio para saber si se estaba apretando o aflojando un tornillo. Y no era casual, dado que el movimiento de las agujas del reloj siempre se ha venido poniendo como ejemplo de movimiento dextrógiro -es decir, con el sentido de giro hacia la derecha- debido a que los relojes son una de las pocas cosas que funcionan igual en todo el mundo, por lo menos hasta que aparecieron los digitales.

Sin embargo, el gobierno de Evo Morales ha decidido romper con esta convención ancestral -los primeros relojes mecánicos datan de finales de la Edad Media- decretando que a partir de ahora los relojes oficiales de su país marcharán al revés, es decir, con las agujas girando hacia la izquierda y los números que marcan las horas obviamente puestos también al contrario, tal como se aprecia en la fotografía del reloj del Palacio del Congreso boliviano.

¿A qué se debe tamaña majadería? Se preguntarán. Bien, según he leído en los medios de comunicación, donde por cierto la rechifla ha sido considerable salvo en los feudos de la corrección política, los portavoces del gobierno boliviano han justificado su decisión, que se enmarca dentro de una serie de iniciativas ideadas para promover la descolonización (?) del país andino, argumentando -copio textualmente, no vaya alguien a pensar que este dislate es de mi cosecha- “Que Bolivia es una nación del sur y no del norte, por lo que la forma de registrar el tiempo en los relojes debe ser diferente, al igual que lo son el solsticio y el equinoccio en ambos hemisferios”.

Y se han quedado tan anchos, añadiendo además que “Se quiere revalorizar la cultura propia” (?) y, ahí va otra perla, “¿Quién dijo que el reloj tiene que girar de ese lado siempre? ¿Por qué siempre tenemos que obedecer, por qué no podemos ser creativos?”. Sin comentarios ya que, se lo aseguro a ustedes, tan sesudos argumentos me han dejado literalmente sin habla. Como si en Bolivia no hubiera, por desgracia, problemas más graves que resolver.

Pero, claro está, a lo mejor esto supondría un esfuerzo mucho mayor que la patochada de hacer que los relojes funcionen al revés, lo cual me recuerda por cierto a una tira de Mafalda en la que ésta, en plan contestatario, coloca en la pared de su habitación un mapamundi puesto boca abajo argumentando que los países del hemisferio sur, Argentina en este caso, tienen el mismo derecho que los del hemisferio norte a estar arriba; pero el genial Quino, evidentemente, no se lo tomaba en serio.

Aunque, puestos a elucubrar, también cabe la posibilidad de suponer que el nuevo funcionamiento de los relojes oficiales bolivianos sea, en realidad, un símbolo de la marcha del país... andando hacia atrás, como los cangrejos.


Publicado el 26-6-2014