No lo entiendo... ¿O sí?





Tanto los coches como otros vehículos a motor están obligados a pasar cada cierto tiempo la ITV dependiendo de su fecha de matriculación -a partir de los diez años de antigüedad es anual-, y uno de los parámetros que se miden en estas revisiones son las emisiones de gases del tubo de escape, debiendo estar por debajo de ciertos niveles para poder pasarla y recibir la pegatina correspondiente válida hasta la siguiente revisión.

Más recientemente la DGT creó las etiquetas medioambientales cuya misión, al menos en teoría, era la de catalogar a los vehículos en función de su presunta emisión de gases, lo que aprovechan los ayuntamientos para restringir el acceso a los presuntamente más contaminantes y, si nadie lo remedia, para poderse sacarse de la manga en el futuro, tal como algunos ya han amagado, la posibilidad de implantar un nuevo impuesto para “castigar” a quienes contaminen más.

Todo esto en teoría podría estar bien de no darse un pequeño inconveniente: a diferencia de la ITV, que mide el estado real del vehículo y aprueba o no la inspección en función del resultado en ese momento, las etiquetas se otorgan exclusivamente en función de la matrícula y el tipo de motor, es decir, de la antigüedad del vehículo sin tener en cuenta su estado actual.

Sin embargo, el estado de un vehículo no depende sólo de su antigüedad, sino también del uso que se le haya dado y de como haya sido cuidado. Conozco el caso de dos personas que se compraron el mismo modelo de coche prácticamente a la vez pero que, por la diferencia de uso, uno acabó convertido en poco menos que chatarra mientras el otro funcionaba perfectamente; esto fue antes del invento de las etiquetas medioambientales, pero de ocurrir ahora a ambos les hubieran asignado la misma.

Cierto es que con el paso de los años se han introducido en los nuevos vehículos mejoras tecnológicas que contribuyeron a hacerlos más limpios , pero en cualquier caso parecería lógico que la letra de la etiqueta, en lugar de ser inmutable, estuviera vinculada al resultado de las inspecciones de la ITV o lo que es lo mismo a las emisiones reales de cada uno de ellos, de forma obviamente, revisable de una inspección a la siguiente.

Entonces, ¿por qué no se hace así pese a la facilidad y la obviedad del proceso? Un coche relativamente antiguo, pero bien cuidado, puede contaminar menos que uno más reciente pero más baqueteado, lo cual no impide que el más reciente tenga una etiqueta mejor... injustamente, añado.

A ello se suma la faena que les hicieron, poco menos que a traición, a quienes dejándose llevar por los cantos de sirena de los fabricantes y, supongo, también de las petroleras, se habían comprado un coche con motor diésel, más penalizados que los de gasolina porque contaminan más, algo que es cierto pero también hacían cuando el empeño de la industria era enchufárselos a todos cuanto pudieran.

Por si fuera poco, nos encontramos con que a los SUV -vehiculo deportivo utilitario en cristiano- híbridos, esos mamotretos seudo todoterreno que tan de moda se han puesto, les asignaron la etiqueta Eco simplemente por disponer de un motor auxiliar eléctrico, sin tener en cuenta que cuando usan el motor de combustión interna pueden emitir más gases contaminantes que un modesto utilitario de gasolina o diésel, al que le está vedada esta etiqueta. Obviamente ha habido críticas, así como rumores de que la DGT realizaría unos cambios que parecen dormir el sueño de los justos.

En conclusión, no es necesario pecar de conspiranoico para abrigar ciertas sospechas de que detrás de esta iniciativa pudiera estar no tanto la preocupación por la calidad del aire y por ende de la salud pública, sino un soterrado -o quizás no tanto- interés en forzar a que la gente cambie de coche por otro presuntamente menos contaminante, con el consiguiente beneficio económico para la industria de la automoción.

Apoyados, faltaría más, por la propia DGT con el argumento de que un coche antiguo, además de más contaminante, es por sistema más inseguro que uno moderno... lo cual es cierto dentro de ciertos límites, pero de forma mucho más flexible -también se revisa la seguridad mecánica en la ITV- que las dichosas etiquetas medioambientales.

En resumen, que me huele a chamusquina... lo cual, digo yo, también resultará contaminante.


Publicado el 20-6-2024