El traslado de la Clínica de la Concepción (I)



Desde hace algún tiempo, vengo siguiendo con atención la polémica suscitada en este periódico con motivo del. previsto traslado de la. Fundación Jiménez Díaz al hospital de Alcalá; y como hasta el presente tan sólo he podido leer opiniones vertidas por personas residentes en Madrid, desearía poder reflejar el punto de vista, como alcalaíno que soy, de la otra parte interesada en este asunto.

Para empezar, he de mostrar mi acuerdo con la afirmación, abundantemente vertida, de que el cierre de la clínica de la Concepción es sin duda. alguna una mala solución, y que el traslado de la Fundación a Alcalá va a suponer desnudar a un santo para vestir a. otro. Ahora bien, deseo llamar la atención sobre el hecho de que la única alternativa viable a este traslado es la simple y llana extinción de la Fundación, incapaz de mantenerse en su actual emplazamiento durante mucho tiempo más.

Pero además de esta nada baladí cuestión de fondo, existe una faceta de la polémica que tampoco puede ser olvidada: el menosprecio patente con el que en más de una ocasión se ha venido tratando a la ciudad de Alcalá, del cual a modo de muestra me he permitido entresacar algunos párrafos de la carta que, firmada por don José María Lozano, apareció publicada en el ejemplar del día 5 de marzo.

Así, el señor Lozano opina que “se quiere desterrar a Alcalá de Henares a la clínica de la Concepción”, y más adelante se pregunta sobre el problema“ que implica llevarse de la capital de España el centro médico donde más y mejor se investiga”.

Quizá ignore el señor Lozano que Alcalá es hoy una ciudad de 150.000 habitantes y que, si en Madrid hay escasez, de camas hospitalarias, en Alcalá y su comarca hay una penuria absoluta, puesto que en estos momentos no hay en ellas ni una sola plaza hospitalaria perteneciente al sector público. Por otro lado, de hacerse efectivo el traslado de la Fundación a Alcalá, ésta vendría a asentarse en un hospital ya terminado aunque todavía no inaugurado, con los beneficios que supondría contar con una infraestructura totalmente nueva y el apoyo de una facultad de medicina que, a lo largo de estos últimos años, ha venido demostrando que está a la cabeza de sus homólogas españolas.

Resulta, pues, muy cuestionable que se hable de desterrar a la Jiménez Díaz a Alcalá, así como encuentro insólito que a estas alturas se pueda hacer tan acendrada defensa de un centralismo madrileño que tantos daños ha causado en este país. Ni Madrid es el ombligo de España, ni Alcalá está inserta en el Tercer Mundo; y desde luego, la Fundación no tiene por qué hundirse si abandona Madrid... Antes bien, pueden estar bien seguros de que en Alcalá tendrá la acogida que se merece.


Enviada el 6-3-1987 a EL PAÍS