Eñe



En una carta publicada en este diario el día 28 de noviembre Emeterio Muñoz se lamentaba de los problemas que le creaba la letra eñe de su apellido, proponiendo como solución que ésta fuera sustituida por alguna combinación de otras letras de forma similar a como ocurre en otros idiomas. Por mi parte, además de no estar en absoluto de acuerdo con su propuesta por cuestiones de lógica defensa de nuestro idioma frente a los embates del inglés, me gustaría puntualizar un par de cuestiones que este señor ha pasado completamente por alto. En primer lugar, lejos de ser la eñe una extravagancia del español tal como intentan insinuar algunos, se trata de una adaptación lógica del alfabeto latino a las peculiaridades fonéticas de nuestro idioma. Aún más, no se trata de un hecho singular sino que, muy al contrario, es una práctica común en la mayor parte de los idiomas occidentales.

Dice Emeterio Muñoz que el catalán no tiene eñe, pero olvida que cuenta con la cedilla. Lo mismo ocurre con el francés, que además cuenta con tres acentos ortográficos en lugar de uno solo, y con el portugués, que a la cedilla une vocales con tilde. El alemán aporta la letra ß y vocales con diéresis, mientras los idiomas escandinavos incluyen en su alfabeto caracteres propios. Si nos fijamos en los países del este de Europa que emplean alfabeto latino encontraremos caracteres peculiares en idiomas tales como el polaco, el letón o el checo, y saliendo de nuestro continente volveremos a tropezarnos con casos similares en lenguas tales como el vietnamita. Paradójicamente el inglés es uno de los pocos idiomas occidentales en los que esto no ocurre, pero no creo que esto pueda justificar una presunta normalización del español (¿y por qué no de las otras lenguas?) por este motivo, la cual exigiría cambiar incluso el nombre de nuestro país. Además, siguiendo el razonamiento de Emeterio Muñoz, ¿tendríamos que sustituir también las vocales acentuadas, puesto que no existen tampoco en inglés? ¿Y la diéresis, tan necesaria para decir cigüeña?

Ocurre también que estos caracteres singulares tampoco tienen por qué crear el menor problema a la hora de escribirlos. Los ordenadores personales, que son con diferencia los más extendidos, utilizan el código de caracteres ASCII, el cual incluye la eñe, la cedilla, las vocales acentuadas -mayúsculas y minúsculas- y bastantes caracteres más no sólo ortográficos, sino también matemáticos. Por si fuera poco cualquier procesador de textos que se precie aporta además una gran cantidad adicional de caracteres que en el caso del que estoy utilizando para escribir esta carta incluye incluso los correspondientes a los alfabetos griego, cirílico o hebreo junto con otros que ni siquiera sé a que idioma pertenecen. Por lo tanto, grafías tales como Mu±oz, Mu*oz, Mu?oz u otras similares tan sólo podrán ser atribuidas a una negligencia por parte de los remitentes, y nunca a dificultades técnicas provocadas por una presunta cabezonería española. Para terminar, me gustaría proponer a Emeterio Muñoz que preguntara a su hijo residente en Canadá si los francoparlantes residentes en Quebec han renunciado a utilizar la cedilla, por eso de ser antes Dios que la Virgen.


Publicada el 11-12-1995 en EL PAIS