Federico García Lorca



Las desafortunadas declaraciones de Camilo José Cela (por otro lado nada excepcionales en él) acerca de la conmemoración del centenario del nacimiento de García Lorca, así como el aluvión de críticas, en ocasiones tan desafortunadas o más (algunos han llegado incluso al insulto personal), que éstas han desatado, ponen de relieve una cuestión en la que al parecer prácticamente nadie ha reparado: ¿Resulta lícito aprovechar el reconocimiento público a una persona por su labor artística, científica o literaria, para resaltar cualquier otra faceta particular de su vida, pública o privada?

A mí personalmente lo único que me importa de Federico García Lorca es su indiscutible valía como escritor; su homosexualidad o su compromiso político fueron dos aspectos de su vida que innegablemente influyeron en su obra como partes que eran de su personalidad, pero lo que no se puede hacer es separarlas del conjunto o resaltarlas sobre cualquier otra de las múltiples facetas de su personalidad. Si García Lorca es importante y merece ser recordado no es ni por su homosexualidad ni por su apoyo a la II República, ni tampoco lo es por haber sido víctima de la sinrazón asesina que azotó a España en los trágicos años de la guerra civil; lo es, simplemente, por tratarse de uno de los mejores escritores en lengua española del siglo XX. Por lo demás, respetemos su memoria no vilipendiándola, pero tampoco aprovechándola para cualquier tipo de reivindicación por muy justa que pueda ser ésta, ya que su legado es patrimonio de todos nosotros.


Enviada el 13-6-1998 a EL PAIS