Música contemporánea y música vanguardista



En el artículo titulado Vacaciones Félix de Azúa incurre en el error, por otro lado frecuente, de identificar la música contemporánea (yo entiendo como tal la compuesta en el siglo XX) con la música dodecafónica, atonal o vanguardista, llámesela como se prefiera, la cual es tan sólo una de las manifestaciones estilísticas (en modo alguno la única) del tronco común del arte musical.

Afirma su colaborador que la música de nuestro tiempo es desconocida para la mayor parte de la sociedad, lo cual no es en modo alguno cierto si consideramos todas las músicas contemporáneas y no tan sólo una parte de ellas. Por lo que yo sé, entre las diez obras de música clásica más vendidas (y supongo que más oídas) de todos los tiempos se encuentran dos compuestas en nuestro siglo, el Concierto de Aranjuez de Joaquín Rodrigo y Carmina Burana de Carl Orff, lo cual no es un mal promedio. Tampoco es cierto que los compositores del siglo XX sean unos perfectos desconocidos, ya que a los dos autores citados se podría añadir una larga lista con nombres como Prokofiev, Shostakovich, Khatchaturian, Rachmaninov, Stravinsky, Sibelius, Richard Strauss, Kodaly, Honegger, Ravel, Debussy, Falla, Holst, Elgar, Gershwin, Villalobos, Dukas... Recordemos también que buena parte del repertorio de zarzuela y, obviamente, toda la música de cine (donde hay obras maestras de Max Steiner, Bernard Herrmann, Erich Wolfgang Korngold, Miklos Rozsa, John Williams y tantos otros) proceden de nuestro siglo.

Claro está que ninguno de los compositores citados pertenece a las tendencias dodecafónicas o vanguardistas, pero no por ello son menos contemporáneos que Schömberg, Alban Berg, John Cage, Stockhausen, Ligetti, Penderecki o Lutoslawski o cualquier otro músico que cultive esta estética musical, al igual que Antonio López o José Hernández, por poner un ejemplo pictórico, son tan contemporáneos como Saura o Tapiés y, en sentido estricto, más aún que Picasso o Miró. Insisto en recalcar que la música atonal, en contra de lo propugnado por algunos de sus defensores, no es la única opción existente actualmente dentro de la música clásica, sino tan sólo una más ni mejor ni peor en principio que el resto de ellas. De hecho, ni tan siquiera la música clásica en su conjunto puede ser considerada como la única representante de nuestro siglo, ya que entonces cometeríamos el error de excluir músicas tan contemporáneas (y tan respetables) como el jazz, el flamenco o el rock.

En resumen: No sólo discrepo de la afirmación de Félix de Azúa de que la música del siglo XX está en crisis, sino que estimo que este arte pasa actualmente por uno de sus mejores momentos tanto por la pluralidad de ofertas como por el hecho de que jamás en la historia se había tenido ocasión de oír tanta música gracias a la ayuda de la tecnología. Cierto es que la música atonal, o vanguardista, resulta ser muy minoritaria frente al resto de las tendencias, pero la responsabilidad del rechazo que inspira a la mayor parte de los aficionados habría que achacársela no a éstos, sino a unos compositores que encastillados en su soberbia parecen haber olvidado que el arte no sólo es creación, sino también comunicación.


Enviada el 15-7-1998 a EL PAIS