El pasado día 24 de septiembre uno de sus editoriales recordaba la necesidad de establecer un control estricto sobre los cada vez más frecuentes alimentos transgénicos, cuestión en la que estoy completamente de acuerdo.

Asimismo, me gustaría recordar otro tema no menos importante, el de los aditivos alimentarios, los cuales deberían ser sometidos a un control mucho más estricto del que se ejerce en la actualidad. Conviene recordar que muchas industrias de alimentación hacen un uso indiscriminado y abusivo de los mismos, muchas veces sin un conocimiento preciso de sus posibles efectos secundarios, alergias principalmente. Es posible que algunos consumidores prefieran que los yogures con sabor a fresa presenten un hermoso (y completamente falso) color rosado, o que las salchichas de pavo sepan artificialmente a carne (es decir, a glutamato), pero la Administración debería velar para que los aditivos utilizados en la elaboración de alimentos fueran tan sólo los estrictamente imprescindibles a la par que demostradamente inocuos.