El pasado lunes 8 de abril publicaban una carta, firmada por R.P.H., en la que el firmante se quejaba airadamente porque no le permitieron montar en un autobús por ir hablando por el teléfono móvil, basando su protesta en la aparente inexistencia de una reglamentación que prohibiera hacerlo.

Bien, yo no soy ningún representante de la E.M.T. sino un simple ciudadano usuario habitual de los servicios públicos, pero sí voy a satisfacer a R.P.H. dándole una respuesta pronta y convincente: Estoy harto del incivismo de tantos usuarios de teléfono móvil que, como él, no tienen el menor reparo a la hora de molestar impunemente al resto de los viajeros con sus conversaciones, normalmente banales y muchas veces poco menos que a grito pelado. Yo también tengo un teléfono móvil, pero jamás lo conecto en un medio de transporte público porque yo sí procuro no molestar a los demás. Y desde luego, si no existe una normativa que prohíba hacerlo, deberían implantarla en el plazo de tiempo más breve posible.