Me ha dejado bastante perplejo descubrir que un hecho relativamente trivial como es el tipo de calzado que utiliza la gente haya podido generar una polémica, mientras no se dice nada sobre problemas mucho más graves tales como la moda cada vez más extendida de que los usuarios del tren o del autobús pongan los pies con todo descaro en el asiento de enfrente al que van sentados. Esto es algo que afecta no sólo a la educación y al respeto a los demás, sino también a la higiene de un servicio público; y si piensan que exagero, comprueben el repulsivo aspecto que presentan las tapicerías de muchos de estos asientos. Sin embargo, nadie parece tener el menor interés en hacer nada por impedirlo.