Hace unos días hice un viaje por carretera entre Alcalá de Henares y Gijón. Desde Madrid hasta Benavente circulé por la autovía de La Coruña, y de León a Gijón lo hice por la autopista que enlaza ambas ciudades. El problema, es que entre Benavente y León me vi obligado a viajar, durante casi 70 kilómetros, por una carretera nacional de calzada única y con un tráfico muy intenso. Es evidente que resultaría muy positivo enlazar la autovía de La Coruña y la autopista de Asturias de forma que se pudiera realizar todo el recorrido por autovía o autopista, pero al parecer esto no debe de figurar entre las prioridades del Ministerio, ya que lleva varios años así. Paradójicamente la Junta de Castilla-León ha construido una flamante autovía León-Burgos que confluye también allí, la cual carece prácticamente de tráfico. Una vez más, me temo, los intereses políticos han debido de primar sobre el sentido común y las necesidades de los ciudadanos.

Por si fuera poco, no acaban aquí los problemas. Desde el inicio teórico de la autopista, en la carretera de León, hasta que ésta se desdobla en dos calzadas, hay nueve o diez kilómetros de autopista fantasma; tanto en los mapas como en los postes indicadores figura como tal, aunque en realidad se trata de una simple carretera con una única calzada y dos carriles, uno para cada sentido. Y para rematar la faena ambas vías, autopista y autovía, en lugar de conectarse directamente obligan a los conductores a recorrer un tramo de la carretera de León, puesto que no coinciden a pesar de lo indicado en los mapas.

En resumen: Todas estas vías de comunicación que confluyen en las cercanías de León no son sino un conjunto de despropósitos de los cuales los únicos perjudicados somos los de siempre: Los ciudadanos.