Orinar en la vía pública
Una noticia que ha saltado a las páginas de esta sección durante los últimos días, ha sido la anulación por los tribunales de una sanción impuesta por el ayuntamiento de Madrid a un joven que había orinado en la vía pública, debido a que esta infracción fue calificada como una falta de decoro que los jueces no han considerado como tal.
Evidentemente esta apelación al decoro resulta ser, en la España del año 2000, algo totalmente trasnochado, con lo cual estoy de acuerdo con el espíritu del fallo judicial. Sin embargo, existe un problema que ha sido aparentemente obviado no sólo por los jueces y por sus redactores, sino también por algún colaborador suyo que se ha apresurado a celebrarlo por todo lo alto: Puede que orinar en la vía pública no sea ya ninguna falta de decoro, y desde luego a mí no me lo parece, pero sigue siendo una falta de respeto y un atentado contra la higiene pública, y no creo que esto se atreva a rebatírmelo nadie.
Y como no se trata por desgracia de un hecho aislado, sino de algo que se ha convertido en habitual además de sumamente molesto, me preocupa bastante que, de no adoptarse las medidas convenientes de cara a la prohibición de tan reprobable conducta, no merced a normativas trasnochadas pero sí exigiendo el respeto a las más elementales normas de convivencia, puede que acabemos encontrándonos no sólo con las calles convertidas aún más en unas letrinas públicas, sino incluso con personas que, abanderando un presunto progresismo, se dediquen encima a defenderlo.
Publicada el 3-10-2000 a EL PAIS