Poetisas y poetas



Titular de una de las noticias publicadas en la edición digital de EL PAÍS del viernes 6 de junio: “La poeta favorita de Ava Gardner”. Aunque es mucho lo que se ha hablado acerca de las exageraciones a las que puede llegar a conducir el abuso del denominado lenguaje políticamente correcto, en estos casos estamos llegando a unos extremos realmente ridículos.

Así, mientras los adalides del lenguaje no sexista no tienen el menor inconveniente en forzar y retorcer reglas gramaticales centenarias con tal de abolir una presunta (y en la mayor parte de los casos inexistente) discriminación lingüística, inventándose femeninos que ni habían existido jamás ni, en pura lógica, eran necesarios, tales como “conserja”, “jueza” u otros similares, resulta que cuando sí existía desde los tiempos del latín un femenino, poetisa, para definir a las mujeres que escriben poesías, van y se lo cargan llamándolas poetas al igual que a sus colegas masculinos.

¿Tiene sentido? Para mí ninguno, no ya desde el punto de vista de la lógica y del respeto a un patrimonio lingüístico heredado y compartido por varios cientos de millones de personas, sino asimismo desde el propio “progresismo” de los adalides de la feminización de los términos venga o no a cuento... a no ser, claro está, que se de un paso más allá denominando “poetos” a los poetas masculinos, lo cual bien pensado no deja de tener su gracia.


Enviada el 6-6-2008 al Defensor del lector de EL PAIS