Junto a la tumba de Azaña



Hace dos años visité la ciudad de Montauban, y al igual que doña Ramona García Gabaldón me acerqué hasta la tumba de Manuel Azaña. Por esta razón, dado que mi experiencia fue muy similar a la suya, suscribo totalmente los términos de su carta publicada el pasado día 21 de septiembre.

Quisiera, eso sí, añadir algo a la misma: resulta de todo punto indignante la ausencia de cualquier tipo de reconocimiento oficial al que fuera el presidente de la II República Española, ya que todos los allí existentes, enumerados por la señora García Gabaldón, corresponden a iniciativas de entidades particulares. Por el contrario, ni el gobierno español ni el de la Comunidad Autónoma de Madrid, y ni tan siquiera el ayuntamiento de su ciudad natal de Alcalá de Henares, han mostrado a lo largo de todos estos años el menor interés por hacer un mínimo homenaje al que fuera uno de los principales políticos e intelectuales de la España de su época. Como alcalaíno, y como español, siento vergüenza de ello.


Enviada el 22-9-2008 a EL PAIS