Prohibido fumar



En su carta publicada en este diario el pasado día 8 de agosto don Carlos Pérez Poza critica la intención del gobierno de prohibir fumar en bares y restaurantes alegando argumentos tan peregrinos como que “Curiosamente, la mayoría de la gente va a bares y restaurantes en los que se permite fumar” o “¿Sólo quieren que se prohíba el tabaco los que nunca van a estos sitios?”, amén de repetir los consabidos tópicos de que nadie va a dejar de fumar por decreto ley o recurrir al victimismo de los pobres fumadores perseguidos y acosados.

Lo que calla el señor Pérez Poza es que a lo mejor resulta que muchos no fumadores evitamos ir a los bares precisamente por no querer tragar humo, mientras que sí iríamos de haber en ellos una atmósfera limpia. Ignora también el hecho patente de que una minoría de fumadores -no más de la tercera parte de la población adulta según las estadísticas- han impuesto su dictadura en la práctica totalidad de los locales de hostelería, de manera que, pese a ser mayoría, los no fumadores nos las vemos y nos las deseamos para encontrar un bar o cafetería donde poder estar tranquilos sin tragar humo ajeno. Todavía peor es el caso de los restaurantes; ¿se ha parado a pensar el señor Pérez Poza lo que puede llegar a molestar el vecino de la mesa de al lado fumando entre plato y plato -mientras come evidentemente no lo hace- obligándote a comer ahumados todos los platos?

Si hay alguien intolerante no somos los no fumadores, sino los fumadores empeñados en hacernos partícipes de su vicio incluso en contra de nuestra voluntad. En lo que a mí respecta, puesto que no soy ministro de sanidad ni médico, me trae sin cuidado lo que quieran hacer ellos con sus pulmones, pero la cosa cambia por completo cuando entran en juego los míos. Así pues, por mí el señor Pérez Poza puede fumar todo cuanto le plazca, pero donde no me moleste en justa correspondencia de que yo no le molesto a él.


Enviada el 8-8-2009 a EL PAIS