Fumar en los bares
A juzgar por las apocalípticas declaraciones aparecidas estos días en la prensa acerca del proyecto del gobierno de prohibir fumar en bares y restaurantes -un fleco que quedó pendiente en la vigente ley antitabaco-, algunos parecen querer hacernos comulgar con ruedas de molino acerca de ciertos tópicos que no son ciertos.
Así, a tenor de estas interesadas opiniones parece como si una mayoría de los usuarios de los establecimientos de hostelería fueran fumadores, lo cual según todas las encuestas es rotundamente falso, y tampoco está justificado el pretendido temor a la pérdida de clientes, dado que la experiencia demuestra que esto no ocurrió en ninguno de los países de nuestro entorno donde esta medida ha sido implantada. Al contrario, puede incluso que salieran ganando, puesto que somos muchos los no fumadores que evitamos entrar en los bares para no tener que tragar humos ajenos.
Eso sin considerar, claro está, otros factores como que los fumadores deberían convencerse de una vez por todas de que no pueden pretender forzarnos a soportar su hábito -o su vicio- al resto de los ciudadanos en unos espacios públicos que no son de su uso exclusivo, o que, cuestión ésta no menos importante, a los empleados de hostelería se les está conculcando de forma sistemática el derecho de todos los trabajadores a desarrollar su actividad laboral en ambientes libres de humos.
Enviada el 17-9-2009 a EL PAIS