Marihuana, ¿no tan fuerte?
Me ha sorprendido, y no precisamente de forma agradable, la frivolidad con la que don Javier Álvarez intentaba defender el consumo de marihuana y sus derivados en base a una presuntamente escasa nocividad y unos también presuntos efectos beneficiosos, aunque si he de ser sincero se trata de una postura de parte de ciertos sectores falsamente progresistas de nuestra sociedad no por conocida menos reprobable.
Para empezar, y que yo sepa, tanto la marihuana como el hachís se fuman mezclados con tabaco... y creo yo que, a estas alturas, se conocen más que de sobra los efectos perniciosos de fumar, razón por la que supongo que fumar porros será, como poco, tan dañino como fumar tabaco, y probablemente más debido a la carencia de filtro y a los derivados del tetrahidrocannabinol, ausentes en el tabaco.
Por otro lado, si es cierto que ciertas sustancias presentes en la marihuana pueden tener efectividad terapéutica, nada más sencillo que utilizarlos para elaborar medicinas recetadas bajo control médico, tal como ocurre con la morfina que, como todo el mundo sabe, es un derivado del opio al igual que la heroína, sin que por ello nadie considere toxicómano a un enfermo al que se le suministra ésta.
Resulta triste comprobar que, cuando tantos esfuerzos se están realizando para intentar reducir el consumo del tabaco, se intente fomentar tan alegremente un hábito todavía más perjudicial que aquél que se pretende erradicar.
Enviada el 21-9-2004 a EL PAIS Semanal