El 23 de abril, Arsenio Escolar publicaba un artículo bastante desenfadado sobre las incógnitas referentes a la vida de Miguel de Cervantes, enumerando como dudoso -o al menos como cuestionado- su nacimiento en la ciudad de Alcalá.

Pese a que aún a estas alturas alguien se siga empeñando en defender lo contrario, lo cierto es que desde las exhaustivas investigaciones de don Luis Astrana Marín, hace ya más de cincuenta años, no existe la menor duda acerca de este hecho, ya que se conoce con todo lujo de detalles todo cuanto aconteció a su familia en los años previos a su nacimiento.

Lejos están, pues, los años en los que tan sólo se conocían, como pruebas de su condición de complutense, una carta suya en la que afirmaba ser natural de Alcalá, junto con una partida de bautismo que era cuestionada por otras localidades que esgrimían un documento aparentemente similar. Los datos sobre la vida de Cervantes y de sus familiares son tantos hoy en día, y tan concluyentes, que cuestionar su nacimiento en Alcalá resulta no sólo erróneo, sino también completamente antihistórico.