Respecto a los teóricos “impuestos para ricos” tales como el de patrimonio, conviene que no seamos ingenuos. Mientras no se modifiquen a fondo las leyes tributarias, todos estos “impuestos para ricos” recaerán exclusivamente sobre las costillas de quienes tengan tan sólo un poquito más de la media, por ejemplo dos pisos o un buen sueldo pero al fin y al cabo un sueldo con el que nunca te harías rico. O si se prefiere, sobre la baqueteada clase media.

Los ricos de verdad utilizan todo tipo de triquiñuelas legales para evitar que los bienes que poseen figuren a su nombre, como “empresas” unipersonales, testaferros familiares o fórmulas financieras como los famosos SICAV, eso sin contar con el bochornoso fraude fiscal que el gobierno actual no aparenta tener la menor intención de atajar. Y no sólo se escapan impunes, sino que además, probablemente, se reirán de estas presuntas medidas en contra suya y que, pese a su aparente buena intención, acaban siendo completamente injustas, ya que se ensañan sobre aquellos que, además de no ser ricos, no tienen manera de defenderse.