Apártate, que me tiznas...
Apártate, que me tiznas, dijo la sartén al cazo. Se mire como se mire, es de una mezquindad total que un ministro lance acusaciones genéricas contra un colectivo determinado sin dar el menor detalle y sin aportar la menor prueba de ello, tal como ha hecho el titular de Hacienda Cristóbal Montoro al afirmar que algunos famosos actores no tributan en España, rematando la faena con la bufonada, digna de 13, rue del Percebe de que, si así lo hicieran, se podrían bajar los impuestos.
Con ello el señor ministro ha dejado sobradamente probado que, además de frívolo, resulta ser un cínico y un hipócrita de tamaña envergadura que bien habría merecido ganar el premio Pinocho a la mentira más descarada si tal premio existiese. Porque, con independencia de lo que pudiera costarle al erario público la presunta -y no demostrada por él- evasión fiscal de los actores, y con independencia también de que, de ser ésta cierta sería por supuesto condenable, lo que resulta evidente es que esta hipotética defraudación no llegaría ni tan siquiera a la categoría del chocolate del loro comparándola con evasiones infinitamente mayores, a la par que consentidas por él y por sus compañeros de gabinete, tales como las SICAV o la escandalosa amnistía fiscal, sin olvidarnos tampoco de la permisividad de Hacienda con las deudas millonarias del fútbol, de los empresarios actualmente en prisión por delitos económicos, de los políticos y banqueros que han arruinado al sistema financiero español o de los innumerables casos de corrupción que están aflorando un día sí y otro también, la mayor parte de las veces con correligionarios suyos implicados en los mismos.
Así pues, y vistas sus innegables aptitudes histriónicas, me gustaría proponerle al señor Montoro que abandonara la política y se ganara la vida como humorista o, mejor aún, como bufón.
Enviada el 20-2-2013 a 20 Minutos