A un mes vista les puedo predecir, con total exactitud, quien se va a llevar el premio gordo de la lotería de Navidad de este año. No, no soy vidente ni nada por el estilo, ni dispongo tampoco de ningún método más o menos científico de predicción estadística. Además esta información está al alcance de todos, concretamente en el BOE.

Porque el principal beneficio no va a recaer en esta ocasión en aquellos cuyo número coincida con el que salga del bombo sino en Hacienda, y no sólo con el premio gordo sino también con todos aquellos de importe superior a los 2.500 euros por billete, es decir, 250 euros por décimo. Y eso sin necesidad de jugar ningún número.

Teniendo en cuenta que los sorteos de lotería siempre han supuesto un saneado negocio para Hacienda, ya que del total de la recaudación se reparte en premios aproximadamente la mitad, mientras la otra mitad, descontados los gastos, ingresa directamente en las arcas del Estado, que además se graven los premios con un impuesto de un 20% adicional resulta, como poco, abusivo, y por educación me callo lo que me parece en realidad.

En consecuencia este año he decidido no hacerle el juego ni a Hacienda ni al Gobierno y, por primera vez en muchos años, no voy a comprar un solo euro de lotería de Navidad. Lamentablemente no parece ser ésta la tendencia general, lo cual es una lástima porque si se produjera un boicot general es muy probable que consiguiéramos acabar con este abuso. De no ser así, y todos los indicios apuntan en este sentido, tendremos una vez más justo lo que nos merecemos.