Ciclismo y seguridad vial
Lunes 28 de julio, a media mañana. Yo subía el puerto de Guadarrama en dirección Madrid por el carril de circulación, mientras que por el de vehículos lentos, ligeramente adelantado a mi coche, lo hacía un camión de gran tonelaje. De repente, al salir de una curva cerrada, aparecieron dos ciclistas que también subían el puerto por el carril de vehículos lentos, ya que allí no existe arcén de ningún tipo. El camión, tras toparse inopinadamente con ellos (a causa de lo tortuoso del trazado la visibilidad de la carretera es reducida), hizo la única maniobra posible ante la imposibilidad de frenar en seco, esquivarlos invadiendo el carril por el que yo circulaba. Por fortuna todavía no había iniciado el adelantamiento, pero de haber sido así podría haber habido un accidente bien por atropello de los ciclistas por parte del camión, bien por colisión del camión con mi coche.
Y todo gracias a lo que yo considero una imprudencia temeraria por parte de estos ciclistas, que discurrían por una carretera en modo alguno apta para la práctica de su deporte con el consiguiente riesgo de sufrir o provocar un accidente. Vaya por delante que soy un defensor de la práctica del ciclismo, pero lo que no es de recibo es que muchos ciclistas arriesguen su vida y las de los demás en carreteras peligrosas para ellos, eso sin contar con su extendida falta de respeto a las normas de tráfico en la ciudad o con la reciente moda de circular por las aceras y las calles peatonales, en ocasiones a gran velocidad, poniendo en peligro la integridad física de los peatones. De poco sirve que reclamen trazados adecuados para sus vehículos, y que denuncien los comportamientos incívicos de los conductores, todo lo cual apoyo, si al mismo tiempo rehúsan asumir sus responsabilidades y obligaciones.
Aclaraciones a los comentarios de los lectores 1
Imposible encontrar, al parecer, a un ciclista capaz de asumir no sólo sus derechos, sino también sus obligaciones. Porque no se trata sólo de prohibiciones (que en multitud de ocasiones se las saltan alegremente), sino de puro sentido común. Circular en bicicleta por un puerto de montaña de esas características y con un tráfico intenso no creo que sea lo más recomendable habiendo como hay otras alternativas más razonables, pero cuando no sólo ponen en peligro su propia integridad física sino también la de los demás, la cuestión va mucho más allá del pretendido derecho de muchos ciclistas (por fortuna no de todos) de hacer todo cuanto les venga en gana por donde y cuando les venga en gana.
Y por supuesto mis críticas no van dirigidas a un colectivo en concreto sino a todo aquél que no respete las normas viarias o que, aun sin infringirlas, pueda llegar a crear peligro, sea éste conductor, motorista, ciclista o peatón. No hago distinción alguna. Pero, mucho me temo, supongo que será inútil intentar razonar con alguien que renuncia a hacerlo.
Respondo a varios comentarios, y doy por zanjado este tema.
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Primero: no generalizo en absoluto, y lo dejo bien claro. Lo que sí digo es que hay ciclistas que se saltan las normas de tráfico a la torera, como también hay conductores o peatones que hacen lo mismo. La diferencia estriba en que mientras yo, tanto como peatón como conductor, soy el primero en criticar las conductas negligentes de estos últimos, mucho me temo que no ocurre lo mismo con los ciclistas, con independencia de que muchos de ellos sí respeten las normas. Dicho con otras palabras, a nivel de colectivo la autocrítica es nula.
En segundo lugar, yo soy el primero en apoyar las reivindicaciones de los ciclistas en relación con la inexistencia de una red de vías ciclistas suficientes y convenientes, porque muchos presuntos carriles bici que los alcaldes se apresuraron a perpetrar en vísperas de elecciones son de juzgado de guardia. Pero la inexistencia de carriles bici no justifica que invadan las aceras (he estado a punto de ser atropellado más de una vez), como tampoco justifica que se salten a la torera los semáforos y las señales de tráfico. Insisto, no generalizo pero sí digo que se trata de comportamientos frecuentes.
En tercer lugar, vuelvo a repetirlo, con independencia de las normas que hay que cumplirlas sí o sí, está el tema de la prudencia. Yo no sé si estará explícitamente prohibido circular en bicicleta por una carretera nacional sin arcén, pero el sentido común indica que sería preferible no hacerlo, sobre todo teniendo en cuenta que, por muy despacio que se circule, a causa de las curvas cerradas no se ve a los ciclistas hasta que no estás materialmente encima de ellos, y basta con tener unos conocimientos básicos de física para saber que en esas condiciones la inercia impide frenar de golpe al encontrarte con alguien que circula a una velocidad muy inferior a la tuya (y que la de cualquier otro vehículo a motor, incluso los más lentos), y todavía más en el caso de un vehículo pesado. Cierto es que también te puedes tropezar con un desprendimiento de piedras o con un jabalí, e incluso con un vehículo averiado, pero no creo que la comparación sea pertinente.
Por cierto, yo iba como mucho a unos 40 kilómetros por hora o poco más y el camión aproximadamente a esa velocidad, por lo cual no creo que se nos pueda acusar a ninguno de ir emulando a Fernando Alonso... pero esos ciclistas iban lógicamente mucho más despacio, con lo cual la diferencia de velocidades era elevada. Y lo peor de todo, insisto, es que debido al trazado de la carretera no se los veía.
Además, si alguien quiere subir los puertos de la sierra en bicicleta, algo que me parece totalmente loable, dispone en esta zona de otras rutas mucho menos transitadas y mucho más seguras para un ciclista. Al menos eso pienso yo.
En resumen, que ya me estoy extendiendo demasiado. Da la casualidad de que yo siempre he respetado a los ciclistas en carretera y en ciudad y que, por supuesto soy el primero en criticar a los conductores que no lo hacen; pero mucho me temo que son demasiadas las ocasiones en las que no ha ocurrido lo contrario, y por cierto, todavía no me he encontrado con ningún furibundo defensor de los derechos de los ciclistas que reconozca que al menos algunos de ellos incumplen las normas de tráfico, aunque sí defienden a capa y espada sus derechos, reales o implantados por su santa voluntad... curiosa objetividad.
Y como veo que resultaría inútil seguir insistiendo en ello, doy por zanjada la discusión, puesto que he dicho todo lo que quería decir y, supongo, me habrá entendido todo el que lo quisiera entender.
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Una última puntualización, pese a lo dicho anteriormente. Por si a alguien todavía no le queda claro, o no quiere que le quede claro, repito que en ningún momento he dicho que esos ciclistas estuvieran infringiendo ninguna norma (otra cosa es mi crítica al comportamiento de otros ciclistas por la ciudad), sino que pienso que podía ser peligroso, para ellos y para los demás, subir el puerto de una carretera nacional sin arcén y sin apenas visibilidad para los conductores. En ningún momento he dicho que molestaran o entorpecieran el tráfico, sino que era potencialmente peligroso ir por allí, principalmente para ellos. Y ésta no es la opinión de un conductor o de un peatón, sino la de cualquiera con dos dedos de frente.
1 La carta fue publicada en la edición electrónica de 20 Minutos, suscitando una serie de comentarios entre los lectores a los que respondí con esta puntualización.
Publicada el 31-7-2014 en la edición digital de 20 Minutos