Presunción de inocencia: ¿La ley del embudo?



En estos últimos días prácticamente todos los medios de comunicación se han apresurado a dar todo tipo de detalles acerca del detenido acusado de ser el pederasta de Ciudad Lineal. Vaya por delante que estos delitos me parecen repugnantes sin ningún tipo de paliativos, pero me pregunto si no se habrá estado conculcando un principio jurídico tan fundamental como es el de la presunción de inocencia; porque, mientras no se demuestre lo contrario, no se puede considerar a nadie culpable de un delito hasta que no exista una sentencia condenatoria en firme, con independencia de lo abrumadoras que puedan ser las pruebas en su contra. Asimismo se han dado todo tipo de detalles sobre la identidad y la vida privada de esta persona, sin importar que éstos pudieran tener o no relación con los delitos de los que se le acusa.

Pero lo más preocupante de todo quizá no sea esto, sino constatar que cuando el imputado, pongo por caso, está involucrado en un caso de corrupción, algo por desgracia muy frecuente en estos últimos tiempos, entonces sí se suele aplicar a machamartillo el sacrosanto derecho a la presunción de inocencia incluso en los casos más sangrantes, con el agravante de que los procesos judiciales se suelen alargar ad infinitum... o hasta que los delitos prescriban. Curiosa ley del embudo.




Addenda

Hay que tener una mente realmente retorcida para insinuar siquiera que pretendo defender los derechos de un delincuente. Lo único que pretendo defender, y creo que es relativamente fácil de entender para todo el que quiera entenderlo, son los pilares fundamentales del sistema de derecho que se supone tenemos en este país, no por parte de la policía o la justicia, sino por una manera carroñera de entender el periodismo jugando a echar carnaza a la plebe.

Y también critico, por cierto, que a los políticos y a los financieros corruptos se les trate en comparación con guante de seda; porque si bien es repugnante la pederastia, no lo es menos estafar y arruinar a miles de ciudadanos.




Creo que mi carta ha generado una línea de discusión, algo que siempre es positivo; en cuanto a quienes recurren al insulto por bandera, mejor ignorarlos, así que me dirijo exclusivamente a los demás. Por lo que he leído estos días parece ser que hay pruebas irrebatibles de que este individuo fue realmente el autor de una serie de delitos especialmente repugnantes, por los cuales lo único que deseo es que, previos juicio y condena, se pudra en la cárcel. Pero lo que no era necesario, creo yo, es que por muy monstruo que sea, los periodistas se ensañaran en aspectos de su vida y de su entorno familiar que no tenían nada que ver con sus delitos. Alguien ha apuntado el tema de su madre, y yo también he leído que a su tío por lo visto le quisieron poco menos que linchar... cuando un periodista serio, según mi punto de vista, debería haber obviado todos estos detalles centrándose exclusivamente en sus actos delictivos, informando pero no recreándose en el morbo tal como hacía el felizmente desaparecido semanario El Caso. Que estuviera divorciado, que tuviera un hijo, que practicara culturismo o cualquier otra cosa de las muchas que se han dicho sobre su vida, sobraban. Además, yo veo que habitualmente los presuntos -en el sentido judicial- delincuentes son citados por sus iniciales, y no por su nombre completo, y es normal también que en casos similares se decrete el secreto de sumario. ¿Por qué no se hizo así? Insisto, no estoy defendiendo a este individuo, estoy defendiendo el estado de derecho. Cualquiera de nosotros podríamos ser víctimas de un error policial, o judicial, y este linchamiento público no nos ayudaría en absoluto. Recordemos, por ejemplo, el desgraciado caso de Rocío Wanninkhof, y el hecho de que este individuo parezca ser realmente culpable de sus crímenes no autoriza ningún linchamiento mediático tal como si estuviéramos en el salvaje oeste.

En cuanto a mi presunta comparación del pederasta con los corruptos, no creo que sea cuestión de empezar a discutir quienes son peores, los unos o los otros; alguien me dice que si hubieran violado a una hija mía no pensaría igual, y yo le respondo que pregunte qué opinan todos aquellos que fueron estafados con las preferentes, o a todos los que hemos sido víctimas en mayor o menor medida de los desmanes de unos políticos corruptos que han hundido la economía española y que han salido impunes, cuando por muchísimo menos hay montones de personas en la cárcel. No es cuestión de discutir qué es peor, ambos casos me parecen repugnantes, pero me indigna que estos últimos sigan viviendo tranquilamente atreviéndose incluso a empapelar a los jueces que han osado juzgarlos. Que cada cual purgue por sus delitos, sea pederasta o corrupto. Sin excepción de ningún tipo.


Publicada el 26-9-2014 en 20 Minutos