Desahuciada por avalar el piso de un hijo



Independientemente de la rapacidad de los bancos, o de la injusticia de las leyes, convendría fijarse en esta frase:

Con su entonces pareja, Isabel, vendieron una primera casa en la que vivieron un año y fueron a por otra: más grande, mejor”.

Dicho de otra manera, no estamos hablando de una primera vivienda, algo imprescindible y básico, sino del tan hispánico afán de aparentar reflejado magistralmente en la figura del hidalgo del Lazarillo de Tormes. ¿Cuánta gente está con el agua al cuello no por la pura necesidad de una vivienda, sino por el capricho de irse a vivir a una nueva por encima de sus posibilidades, máxime cuando la especulación salvaje de los últimos años provocó unos aumentos disparatados de los precios?

Por supuesto que es muy lamentable esta situación, pero si mucha, mucha gente -y no sólo este caso concreto- hubieran sido tan sólo un poco más prudentes, probablemente ahora no ser verían en situaciones tan tristes como la reflejada en este reportaje.


Publicada, en forma de comentario a una carta al director, el 11-4-2011 en la edición digital de ABC