Toros y toreros



Antes de nada, he de advertir que los toros no suscitan en mí el más mínimo interés, aunque tampoco soy antitaurino; en realidad es algo que me resulta completamente indiferente, lo que no impide que esté en contra de iniciativas como la de los partidos nacionalistas catalanes ya que, lejos de ser una defensa sincera de los animales, se trata tan sólo de una descarada iniciativa política para intentar ahondar las diferencias existentes entre la “civilizada” Cataluña y la “salvaje” España. Pero éste es otro tema distinto, aunque no distante.

En relación con la carta del director del lunes 24 de mayo, sí me gustaría resaltar algo tan obvio como que a nadie se le obliga a ser torero, por lo que al totalmente respetable rechazo a los toros no se le puede apoyar con el argumento de que en ocasiones los toreros resultan heridos, o incluso muertos. De ser así también habría que cuestionar, pongo por ejemplo, el alpinismo, ya que son bastantes más los alpinistas muertos que los toreros muertos, y sin embargo a nadie jamás se le ha ocurrido jamás semejante dislate.


Enviada el 24-5-2010 a ADN