IRPF, el mundo al revés



En relación a la carta “IRPF, el mundo al revés”, firmada por don Pedro García Martínez y publicada el 7 de junio en ADN, me gustaría recordar a su autor la famosa frase de Ramón de Campoamor “todo es según el color del cristal con que se mira”. Porque, tomando su mismo ejemplo -en el que por cierto olvida las deducciones por hijos-, convendría considerar que una familia con cinco miembros -es decir, con tres hijos- y un único sueldo tiene derecho a que sus tres vástagos asistan gratuitamente -o casi- a la guardería, el colegio y la universidad públicos, beneficios de los que lógicamente la familia sin hijos no se beneficia pese a mantenerlos con sus impuestos. Asimismo, con un único cotizante hay cinco personas con derecho a asistencia médica, mientras que en el matrimonio sin hijos de su ejemplo cada uno de los dos cónyuges cotiza exclusivamente para él, eso sin contar con que en el caso de enviudar la esposa del primer matrimonio tendría derecho a una pensión merced a la cotización de su marido.

Yerra el señor García Martínez al dirigir sus dardos hacia quienes en el fondo no son sino asalariados por cuenta ajena. En realidad la verdadera injusticia está en que Hacienda apoye el grueso de su capacidad recaudatoria en el IRPF -que grava exclusivamente las rentas salariales- al tiempo que renuncia a incrementar la presión fiscal -ridícula en comparación- a las grandes fortunas, que no tributan por el IRPF sino que están camufladas, legalmente para más inri, en entramados de empresas o en productos financieros tan vergonzosos como las SICAV, que tributan al 1%, sin duda mucho menor porcentaje que el que Hacienda reclama a ese matrimonio sin hijos que tanto desagrada al señor García Martínez.


Enviada el 7-6-2010 a ADN