Esperanza Aguirre y los profesores



No soy profesor, pero lo he sido y estoy casado con una profesora, por lo cual puedo afirmar con pleno conocimiento de causa que la afirmación de Esperanza Aguirre “La mayoría de los madrileños trabaja más de 20 horas” -supongo que no tendrá en cuenta al 20 % de parados- es no sólo falaz, ya que la jornada laboral de un profesor no se limita tan sólo a las clases, sino también descaradamente manipuladora ya que intenta confundir a la opinión pública con sus tergiversaciones demagógicas.

En realidad el principal problema no es que se quiera aumentar la jornada laboral de los profesores fijos -aunque también lo es-, sino que se eche a la calle a varios miles de profesores interinos sin cuyo concurso mucho me temo que no será posible sacar adelante los cursos. Esta brutal reducción de plantilla provocará con toda probabilidad un preocupante deterioro en la calidad de la enseñanza pública, obligando a los profesores fijos no sólo a dar dos horas más de clase a la semana, como pretende hacernos creer Esperanza Aguirre, ya que irá acompañado de un incremento del número de alumnos por clase, desplazamientos masivos de plantilla e incluso, en el colmo de la aberración, obligando a los profesores a impartir asignaturas para las que no están preparados.

Claro está que lo que a lo mejor pretende en realidad esta señora es cargarse directamente la enseñanza pública (con la sanidad pública está haciendo algo parecido), en línea con los desmanes perpetrados hace tres décadas por su admirada correligionaria Margaret Thatcher, sin preocuparle al parecer lo más mínimo comprobar cómo treinta años más tarde los ingleses todavía siguen padeciendo las consecuencias de su perniciosa política, la cual por cierto no ha seguido siendo practicada por los actuales responsables del Partido Conservador... por algo será.


Publicada el 1-9-2011 como comentario a una noticia en la edición digital de EL PAÍS