Cuidado con los arroyos



Bajaba un río por la carretera de Meco”. Declaró un residente de la zona a raíz de las inundaciones producidas en Alcalá de Henares a raíz de las fuertes tormentas de finales de mayo.

Y no es de extrañar, puesto que esta carretera está construida sobre el antiguo lecho del arroyo Villamalea, que nacía en una vaguada situada junto al antiguo cuartel de los paracaidistas, más o menos a la altura de la actual variante de la autovía. Tras discurrir por la carretera de Meco y el barrio de San Isidro, el arroyo debía de bajar por el paseo de la Alameda o sus alrededores para desembocar en el Henares, más o menos a la altura de la presa de Cayo. De hecho hay crónicas de varias inundaciones graves de la ermita de San Isidro a causa de este arroyo, e incluso ahora sigue teniendo problemas de cimentación y humedades a causa probablemente del agua subterránea.

Éste es un ejemplo más, pero no por desgracia el único, del desprecio que en este país se tiene a los pequeños cursos de agua que, no por insignificantes, dejan de ser potencialmente peligrosos. Y ojo, aunque el Henares está razonablemente regulado, cualquier día el Camarmilla nos puede volver a dar un disgusto; conviene no olvidar que este arroyo ha sido el culpable, según las crónicas, de varias de las riadas más graves ocurridas en Alcalá a lo largo de los siglos. Porque el Camarmilla no sólo no está regulado, sino que muchos bloques del Chorrillo tienen los cimientos metidos prácticamente en su cauce, respetando a duras penas los escasos tres metros de terreno público existente a ambos lados de sus riberas. Para rematar la faena se le entubó, justo antes de la desembocadura al construirse la variante de la M-300, lo que en caso de riadas puede suponer un serio obstáculo para el desagüe.

Tampoco se ha librado de intervenciones discutibles el modesto Bañuelos, al cual se le enterró un tramo del cauce al construirse encima suyo el edificio del Hipercor; aunque insignificante, también este minúsculo arroyo ha dado sus disgustos, y conviene recordar que hace tan sólo unos pocos años inundó varios polígonos industriales de la carretera de Daganzo.

Así pues, recemos porque nuestros arroyos no nos den problemas, porque éstos podrían llegar a ser bastante considerables.


Publicada el 31-5-2011 en la edición electrónica del Diario de Alcalá