Hora es ya de que empecemos a considerar lo que nos cuestan los políticos a los ciudadanos; y digo lo que nos cuestan, no lo que valen, por lo general mucho menos.

Asimismo en vez de echar a los leones a los funcionarios, entre los que como en cualquier otro colectivo hay de todo, y la mayoría de los cuales no ganan ni de lejos esos dinerales, habría que considerar que los políticos no sólo disfrutan de unos sueldos mucho más altos que la media de este país (autoasignados por ellos, para más inri), sino que también cuentan con otras prebendas tales como dietas (¡por asistir a su trabajo!), teléfonos móviles gratis, viajes de “turismo” con todos los gastos pagados, con un poco de suerte coche oficial...

Y eso sin contar a todos sus enchufados en cargos de confianza, empresas públicas, oposiciones cortadas a medida, subvenciones y otros chanchullos varios. Hora es ya de meter a fondo las tijeras de podar.