Prohibido fumar



Confieso que empiezo a estar hastiado de los “argumentos” -así entre comillas- esgrimidos por los fumadores beligerantes -que no son todos- contra la futura reforma de la ley antitabaco, es decir, aquellos que, en palabras de don Javier Lorenzo Mendranda publicadas en su artículo “Prohibido fumar”, consideran que esta reforma es “desproporcionada, abusiva y raya los límites mismos de la libertad individual” (sic).

Para empezar, estos fumadores parecen olvidar algo tan obvio como que su hábito resulta no sólo molesto, sino también potencialmente peligroso para las personas de su entorno, por lo cual resulta obvio que el derecho a no tragar humo ajeno ha de supeditarse al derecho a fumar libremente, lo que no impide a estos fumadores hacerlo a su antojo allá donde no molesten. No se trata, pues, de un conflicto entre iguales sino de la primacía intrínseca de un derecho de rango superior sobre otro, y no creo que resulte necesario extenderse sobre ello.

Por otro lado, me sorprenden afirmaciones suyas tales como “desde enero de 2006, creo que en los lugares en los que el consumo de tabaco está prohibido (...) la ley se ha respetado”… no será, desde luego, en la Comunidad de Madrid gracias a la labor de zapa de la señora Aguirre, donde para encontrar un establecimiento de hostelería, restaurante, cafetería o un simple bar libre de humos hay que buscarlo con lupa pese a que los fumadores son tan sólo un tercio de la población adulta; a eso se le llama acaparar.

Dado lo anterior, su peregrina conclusión de que “empecemos aclarando que a ningún no fumador se le está obligando a inhalar el humo ajeno puesto que la libertad de elección de un local público es voluntad única del que decide entrar en él” suena sencillamente a sarcasmo a la par que olvida a los trabajadores de la hostelería, forzados a tragar sus humos quieran o no. Además, ¿por qué no invertir los términos afirmando que ningún fumador estará forzado a acudir a un local donde no se permita fumar?

Aunque en definitiva, todo se reduce a una cuestión de educación y de respeto a los demás… o, por hablar con mayor propiedad, de falta de los mismos.


Enviada el 12-1-2010 a EL PAIS