Por qué no prosperó el motor de agua español de los años 70



La vieja historia del presunto motor de agua español saltó cuando yo era un crío, y recuerdo perfectamente que los periódicos -en especial Pueblo- la dieron como la invención de un motor de agua por Arturo Estévez Varela. Años después, cuando estudié química, me quedó claro que el agua no servía en modo alguno como combustible. Como se explica en el artículo, en realidad el truco consistía en un producto químico que añadido al agua reaccionaba con ésta desprendiendo hidrógeno, el verdadero combustible.

¿Cuál era la naturaleza de este producto químico? En realidad hay muchas maneras posibles de generar hidrógeno u otro gas combustible haciendo reaccionar un producto químico -en el caso que nos ocupa parece ser que se trataba de boro- con agua. Vamos, que diciéndolo en modo coloquial, este señor inventó la gasolina, ya que la cuestión no estriba en descomponer el agua generando hidrógeno para mover el motor mediante su combustión, sino que tal proceso sea rentable... y evidentemente no lo era, puesto que el boro necesario para reaccionar con el agua resultaría, tanto entonces como ahora, mucho más caro que la gasolina, con lo cual no saldría rentable.

Esto no tenía tampoco nada tiene de misterioso; en mis prácticas de química manejé varias reacciones diferentes capaces de generar hidrógeno. Y aunque el invento funcionara, que al parecer funcionaba, si el producto utilizado resultaba más caro que la gasolina se haría un pan con unas tortas, eso sin contar con el riesgo de explosiones o con la posible contaminación de los residuos resultantes de la reacción química entre la bola misteriosa de Arturo Estévez Varela y el agua, e incluso la propia toxicidad de ésta.

Asimismo hay que tener en cuenta que la combustión del hidrógeno es muy peligrosa porque puede ser explosiva -recordemos el accidente del Hindenburg-, y de hecho los prototipos de motores de hidrógeno actualmente existentes no son de combustión sino que la reacción que produce la energía necesaria para el motor tiene lugar en una pila de combustible, no en un motor de explosión, generándose electricidad en lugar de energía mecánica. En resumen, tal motor no dejó de ser un bluff, eso sin contar con que se intentó vender como un “motor de agua”, algo que evidentemente no era.

El primer principio de la termodinámica afirma que la energía ni se crea ni se destruye, sólo se transforma. Los combustibles fósiles acumularon energía solar cuando formaban parte de seres vivos, energía que se desprende cuando se queman pero que no surge de la nada. Y, para que los motores de hidrógeno -que no de agua- resulten rentables, ya que viables tecnológicamente lo son desde hace mucho, tendría que contarse con una fuente energética suficientemente barata con la que poder hidrolizar el agua -o cualquier otro compuesto químico capaz de desprender hidrógeno- separando el oxígeno del hidrógeno. Una opción podría ser las fuentes renovables como la hidráulica o la eólica, que una vez amortizada la inversión salen gratis, pero como ni siquiera se ha conseguido que la totalidad del consumo de electricidad provenga de ellas, desviar parte de su producción a la generación de hidrógeno como combustible sería desnudar a un santo para vestir a otro desde un punto de vista económico.

No obstante, el interés de estas tecnologías estriba no tanto en conseguir un combustible más barato que la gasolina o el gasóleo, sino en reducir la contaminación sobre todo en las grandes ciudades, ya que el hidrógeno al quemarse sólo produce agua. Pero dado que la tecnología de los coches eléctricos -en realidad de las baterías eléctricas, ya que el motor eléctrico tiene más de un siglo de antigüedad- está avanzando mucho, no tendría sentido utilizar electricidad para generar el hidrógeno que se usaría como combustible si esa misma electricidad se puede usar directamente.

Insisto, en la vida real lo que importa no es que un procedimiento sea viable, sino que resulte rentable económicamente respecto a otras tecnologías. Y frente a dos alternativas limpias como el motor de hidrógeno o el motor eléctrico, cabe pensar que el segundo siempre llevaría ventaja. Pero a saber, los avances tecnológicos futuros nos podrían deparar una sorpresa.

En resumen; si tan revolucionario era el invento,¿por qué no se desarrolló? Money is money, y no cabe duda de que si de verdad existiera un método sencillo, eficaz y barato de reemplazar los combustibles fósiles no cabe dudar de que ya se hubiera hecho.


Publicada el 20-1-2021 en la edición digital de ABC