Mis tribulaciones con un ventilador
En este
país muchísima gente esta acostumbrada a funcionar como los
entrañables Pepe Gotera y Otilio
Lamento profundamente tener que volver a tratar el tema de mis peleas con artilugios variados y, por extensión, con sus malévolos fabricantes, pero he de confesar que me tienen ya más que razonablemente harto, sea por la taimada obsolescencia programada, sea por la más prosaica y tradicional chapuza hispánica, tanto me da puesto que los resultados finales vienen a ser los mismos o muy parecidos, con el consiguiente perjuicio para mi bolsillo.
En este caso mis problemas vinieron de un modesto, vulgar y sencillo ventilador. Hará algunos veranos, no demasiados pero sí los suficientes para que venciera la garantía, compramos uno de esos ventiladores altos que están colocados en la parte superior de un mástil metálico telescópico, lo que permite subirlos o bajarlos a voluntad. Era un ventilador de lo más normalito cuya marca no voy a desvelar, aunque sí puedo decir que era española y bastante conocida dentro de la sección de los pequeños electrodomésticos... pero esto es en cualquier caso trivial, dado que mucho me temo que los correspondientes a otras marcas, por lo que yo he podido comprobar, no se debían de diferenciar mucho de éste en cuestión de chapucería.
Vaya por delante también que, no sólo no soy en modo alguno un experto en estos temas, sino que además tanto mi habilidad manual como mi aptitud, en lo referente a hacer chapuzas, que es como se decía antes, o bricolaje que es como se dice ahora en plan fino, resultan ser bastante limitadas... aunque bien es verdad que hay cosas que saltan a la vista hasta para el usuario menos avezado.
Centrémonos en la descripción del ventilador. Éste constaba básicamente de tres partes: el mástil vertical telescópico, apoyado en el suelo en dos travesaños cruzados; el cuerpo central, donde se encontraba la botonera, y la cabeza giratoria del ventilador propiamente dicho. El cuerpo central, de plástico, tenía en su parte inferior una oquedad de forma cilíndrica en la que encajaba la parte superior del tubo metálico hueco que formaba parte del mástil telescópico, estando sujeto a éste con dos tornillos que podían desatornillarse para desmontar el ventilador y guardarlo con más comodidad en invierno. Por su otro extremo éste estaba sujeto a la cabeza del ventilador, formada básicamente por las aspas y el motor, por un tornillo grueso que, además de su propia rotación horizontal, le permitía bascular adoptando el ángulo vertical más adecuado, aunque estas dos piezas no se podían separar del todo, aun desmontando el tornillo, al quedar unidas por el cable que iba de la botonera al motor.
El diseño, como puede comprobarse, era sencillo y funcional, y el ventilador en un principio no dio la más mínima guerra. El problema surgió cuando, durante el verano pasado, uno de los dos tornillos que sujetaban el cuerpo central al mástil se pasó de rosca y, debido al peso de la cabeza, bastante considerable dada su envergadura, el conjunto formado por ésta y por el cuerpo central comenzó a cabecear perdiendo su verticalidad.
En un principio esto no pasó de ser una leve molestia, más estética que funcional al quedar el ventilador algo caído, pero la cosa comenzó a agravarse cuando, debido al vencimiento producido por el fallo del citado tornillo, las dos piezas de plástico que formaban la carcasa del cuerpo central empezaron a desencajarse.
Al pensar que pudiera haberse aflojado alguno de los tornillos que sujetaban a ambas piezas procedí a abrirlas, descubriendo que el efecto de cizalla -es decir, la tensión producida por la pérdida de la verticalidad- había roto los anclajes de plástico donde enroscaban los tornillos, haciendo muy difícil por no decir imposible la reparación. Así pues, opté por la hispánica solución de sujetarlas con cinta aislante.
Esto me solucionó momentáneamente el problema del cierre de la carcasa, pero entonces surgió otro nuevo: la botonera, sujeta interiormente a una de las dos piezas de la misma, también comenzó a aflojarse convirtiendo en algo sumamente incómodo su manejo, dado que al intentar presionar cualquiera de los botones todo el conjunto se metía para adentro. La cosa comenzaba ya a ser no sólo molesta sino también preocupante, al hacerme temer que no quedara otro remedio que tirar el ventilador y comprar otro nuevo, pese a que la cabeza del mismo se encontraba intacta y funcionaba perfectamente.
En esas entremedias se acabó el verano, por lo que lo desmonté y lo guardé en un armario olvidándome casi de todas estas puñetas. Pero meses después, con la llegada del calor, se me volvió a plantear la disyuntiva. No obstante, y pese a que estos electrodomésticos no son demasiado caros, tuve el prurito de desmontarlo para poder examinarlo de forma más detallada determinando así si podía ser o no reparado... aunque en realidad no se trataba de una reparación, dado que tal como acabo de decir el ventilador en sí funcionaba perfectamente, sino de la subsanación de sus problemas, digamos, estructurales.
Y fue entonces cuando descubrí la gloriosa chapucería con la que el ventilador había sido diseñado y fabricado. El malo de la película, como ya he apuntado antes, había sido uno de los dos tornillos que sujetaban el conjunto formado por la cabeza y el cuerpo central de la botonera con la parte superior del mástil telescópico, que se había pasado de rosca; o, por hablar con mayor propiedad, lo que se había estropeado era la propia rosca en la que se sujetaba el tornillo, que no era una tuerca sino que había sido hecha sobre la propia pared del tubo metálico... de apenas unas décimas de milímetro de espesor, por lo cual no era extraño que hubiera fallado a las pocas veces de haber sido aflojado y apretado el tornillo. De hecho, lo que me sorprendió fue que su compañera continuara en buen estado a pesar de la endeblez del sistema.
Evidentemente no había arreglo casero posible, ya que éste tendría que haber pasado por la colocación de una tuerca en el interior del tubo en sustitución de la rosca perdida, algo que no resultaba factible al quedar éste embutido dentro de la oquedad inferior de la carcasa. Además, nada me garantizaba que el segundo tornillo no fuera a fallar de forma similar, lo que habría agravado aún más el problema.
La primera solución que se me ocurrió fue la de acudir al taller mecánico de mi trabajo y pedir que me taladraran en el tubo dos nuevos agujeros con sus correspondientes roscas, pero pensé que probablemente esto sería pan para hoy y hambre para mañana, siendo de mucha mayor garantía sustituir el sistema original por dos tornillos pasantes sujetos con tuercas de verdad en el extremo opuesto. Esto tendría el inconveniente de la falta de estética, ya que las tuercas se verían por fuera, pero no dejaba de ser un problema trivial y sin duda el chisme quedaría mucho más sujeto y sin peligro de que volviera a pasar lo mismo.
Y funcionó, aunque me encontré con el daño colateral no esperado de que al hacer los dos agujeros traseros en la carcasa las vibraciones del taladro provocaron que ésta se agrietara y a punto estuviera de partirse. Es el momento adecuado para decir que, además de estar hecha de plástico, esta pieza, que soportaba todo el peso del ventilador, resultó ser de un material de lo más deleznable, supongo que porque los plásticos resistentes, que los hay y de excelente calidad, obviamente resultan ser bastante más caros.
Por fortuna pude solucionar la pega de las grietas gracias a un pegamento especial que me proporcionaron en el taller, lo que me permitió resolver de forma definitiva, y por supuesto mucho más eficaz que la original, aunque resultara más fea, el tema del anclaje del ventilador al mástil telescópico. Pero esto no quería decir que mis problemas se hubieran acabado, ya que ahora quedaba por resolver el espinoso asunto de la carcasa del cuerpo central.
Como ya he dicho, ésta constaba de dos piezas, que encajaban una en otra, sujetas por varios pares de tornillos, encontrándome con que la totalidad de los anclajes de plástico en los que éstos enroscaban se habían partido, víctimas tanto del peso del ventilador al desequilibrarse éste, como de la mala calidad del material. Podía intentar pegarlos con algún pegamento de tipo resina epoxi, de esos que vienen en dos tubos que hay que mezclar, pero pensé que quizá no merecería la pena hacerlo ante el riesgo de que se volvieran a romper, así que opté por el ya probado recurso de la cinta aislante... una solución fea, sin duda, pero probablemente más efectiva que los dichosos tornillos.
Pero no acabaron ahí los problemas. También he comentado que la botonera estaba suelta, y eso se debía a que, por variar, se habían roto los dos anclajes por los que se sujetaba a una de las dos piezas de la carcasa; en un extremo había sido la propia lengüeta de la placa que soportaba la botonera la que se había partido, mientras que en el otro lo que se había roto era el dichoso anclaje de la carcasa en el que se enroscaba el tornillo, similar a los del cierre exterior -es decir, exactamente igual de malo- pero de menor tamaño. Dadas las circunstancias aquí sí intenté pegar ambas roturas, lo cual conseguí en el primer caso -el plástico del soporte de la botonera pegó bien y se quedó sujeto- pero no en el segundo, ya que al coger el fragmento cilíndrico para pegarlo en su sitio se me desmenuzó literalmente entre los dedos. Así pues, tuve que recurrir a una nueva chapuza sujetando ese extremo de la botonera con la sufrida cinta aislante.
Y eso fue todo, lo cual teniendo en cuenta mi poca habilidad y mi todavía menor paciencia para los trabajos manuales, no deja de ser bastante. En realidad lo que me movió a llegar hasta el final fue la pura cabezonería frente a la convicción de que los fabricantes del artilugio me habían dado gato por liebre con todo el descaro del mundo, a lo que había que sumar la firme sospecha de que, en el caso de comprar un nuevo ventilador, éste no sería más de fiar que el antiguo.
Porque, repito a modo de colofón, resulta indignante comprobar el pésimo diseño y la ínfima calidad de los materiales del ventilador de marras, todo ello, supongo, ideado para rebañar algo más de beneficio al tiempo que, si se rompe antes y te ves obligado a comprar otro, pues más ganancia para el bote... aunque por supuesto no pienso comprar ningún otro electrodoméstico de esa marca en mi vida.
El caso es que el ventilador funciona perfectamente, aunque su aspecto visto de cerca resulte ser algo feo... y les aseguro que se podrá romper por otro sitio, pero no por donde yo lo arreglé.
Publicado el 27-6-2013