La moda/timo de las ensaladas





Ensalada a precio de primer plato... negocio redondo


Admito que comer clorofila, digo verdura, es muy sano. Admito también que, pese a no haberme entusiasmado jamás, veo necesario hacerlo. Y admito asimismo que hay que hacer sacrificios con la comida, sobre todo aquellos que como yo andamos siempre peleados con la báscula... y normalmente perdiendo con ella. El colesterol suele estar muy rico, desde luego mucho más que la clorofila, pero pasa sus facturas en forma de calorías y más calorías.

Pero hay cosas que me llaman mucho la atención. Para mí una ensalada siempre ha sido una guarnición, o un complemento, a una comida de dos platos y postre, pero nunca un primer plato. Y la cosa tiene su lógica, puesto que el exceso de calorías de una comida demasiado copiosa suele provenir del segundo plato que por lo general siempre es el más fuerte, no del primero. Así pues, para ahorrar calorías de verdad, y por incongruente que esto resulte, deberíamos reemplazar precisamente éste por una ligera, saludable y poco apetitosa ensalada, y no el primero al que, al fin y al cabo, se le supone bastante más ligerito.

Sin embargo, de un tiempo a esta parte vengo observando la costumbre de muchos restaurantes de incluir las ensaladas en su menú... siempre como primer plato, no como complemento del resto de la comida. Es decir, si te apetece (a mí no me suele apetecer, pero bueno...) o si consideras necesario comer una ensalada, tendrás que hacerlo al precio de sacrificar el primer plato.

Para más inri, y pese a que el coste de los ingredientes de una ensalada suele ser por lo general bastante inferior al de los de un primer plato de verdad, el precio que te cobran acostumbra a ser similar al de éstos, lo cual ya empieza a parecerme el timo de la estampita. Bien está que procures darle una alimentación sana a tu cuerpo, pero que los restaurantes se aprovechen de tu preocupación para beneficiarse con el mayor valor añadido de las dichosas ensaladas, que es la forma fina de decir que sacan más tajada, es ya otra historia.

Por si fuera poco, hay ensaladas y ensaladas. A mí en general las hortalizas y la mayoría de los ingredientes de las mismas me suelen gustar, con una notable excepción: la de la lechuga o sus equivalentes, léase escarola, endivia o similares, a la que tolero tan sólo en pequeñas dosis. Lo siento, la lechuga no me gusta nada, nunca me ha gustado. Por supuesto puede haber ensaladas sin lechuga -mis favoritas con diferencia- o, a unas malas, con poca lechuga, que mejor o peor las paso. El problema estriba cuando la ensalada que te ponen resulta llevar lechuga como componente mayoritario acompañada de pequeñas cantidades del resto de los ingredientes, tomate, aceitunas y demás... entonces sí que me han matado.

¿Será que yo soy un bicho raro y al común de la gente le chifla la lechuga? ¿O será más bien que se trata, con diferencia, del ingrediente más barato que se le puede echar a una ensalada, con el añadido de que abulta mucho y por lo tanto sirve para dar volumen? Dedúzcanlo ustedes, aunque yo me inclino de nuevo a la teoría del valor añadido y demás. Así pues, toma lechuga.

En conclusión, me da la impresión de que a los hosteleros les ha venido Dios a ver con la moda de comer una ensalada de primer plato, ya que con unos ingredientes baratos -en especial la dichosa lechuga- y con una elaboración mínima -nada de cocinar, se trocea todo en crudo, se aliña y ya está- tienen resuelto algo que con un primer plato más convencional les habría supuesto utilizar unos ingredientes bastante más caros y tenerlos que cocinar además, con el consiguiente gasto de tiempo. Nada tendría que objetar si estas diferencias se reflejaran convenientemente en el precio, pero como ya he comentado anteriormente, no suele ser así.

Vamos, que además de comer sano le ayudamos al dueño del restaurante a llegar a fin de mes. No está nada mal...

Aunque bien, mirado, son los propios consumidores los que ponen fácil que les desplumen. De un tiempo a esta parte han aparecido en los supermercados, y hasta en las fruterías de toda la vida, ensaladas troceadas y lavadas envasadas en una bolsa de plástico. Aunque hay de muchos tipos, las más sencillas contienen como único ingrediente la plebeya lechuga y su prima hermana, la escarola. Si ustedes compran en el mismo establecimiento cualquiera de estas dos verduras frescas les saldrán baratas: aunque los precios suelen ser por piezas y no por kilos, calculo que no saldrán a más de un euro, o euro y pico, por kilo. Si son más sibaritas y eligen los corazones o los cogollos el precio subirá bastante, pero por lo que yo he visto puede oscilar entre los dos y los cuatro euros por kilo. Pero si optamos por las bolsitas, que no tienen cogollos sino hojas troceadas, la broma puede subir hasta los diez euros por kilo, o más. Es decir, lechuga o escarola a precio de filetes, y eso sin contar con que correrá por su cuenta añadir el resto de los ingredientes -aceitunas, tomate, pepino, cebolla, aceite...- ya que ninguno de éstos viene incluido. Y si optan por verduras más sofisticadas como los canónigos, los berros o la rúcula, prepárense a pagar quince o veinte euros por kilo, a precios ya de tienda del gourmet.

Y al parecer, la gente las compra...


Publicado el 17-6-2011
Actualizado el 20-3-2015