Yogures apátridas
El yogur griego
de verdad es un postre delicioso
Es de sobra sabido que una de las triquiñuelas más habituales de la publicidad consiste en forzar al límite tanto el idioma como las normativas legales, dando a los potenciales compradores una información sobre el producto anunciado lo suficientemente ambigua como para poder inducirle a error -es decir, darle gato por liebre- sin que, cuanto menos desde un punto de vista legal, se les pueda acusar de fraude o engaño... pese a que éste, en muchas ocasiones, exista en la práctica.
Éste es precisamente el caso con el que me encontré cuando cayeron por casa unos yogures al estilo griego -nótese la sutileza del matiz- fruto de una compra precipitada por las circunstancias del momento, lo que me impidió leer la letra pequeña, tal como me gusta hacer, antes de comprarlos. Como es sabido, el yogur griego es una variedad de yogur que se diferencia de la normal por contener una cantidad mayor de nata, alrededor de un 9 ó un 10% frente al 3,5% del yogur elaborado con leche de verdad, prácticamente inencontrable en marcas nacionales -menos mal que se pueden comprar los procedentes de otros países, como Alemania- ya que el yogur español que hemos estado comiendo toda la vida siempre ha sido elaborado, y por lo general sigue siéndolo, con leche semidesnatada, por lo que su porcentaje de materia grasa no suele pasar del 2%. Nada tendría que objetar a ello, de no darse la circunstancia de que este yogur semidesnatado siempre se ha vendido sin hacer constar esta circunstancia en la etiqueta y, por si fuera poco, sin ofrecerlo como una alternativa al durante muchos años inexistente yogur elaborado con leche entera.
Pero lo del yogur al estilo griego ya es de traca. Resulta que me puse a curiosear la etiqueta y, para mi sorpresa, ¡estaba elaborado con leche desnatada! Bueno, con leche desnatada y con alguna que otra cosa más que, según la receta original, no debería estar ahí; concretamente, la composición era la siguiente:
Leche desnatada, proteínas de la leche, leche desnatada en polvo, edulcorantes (aspartamo, acesulfamo-K), fermentos lácticos.
Haciendo abstracción de los imprescindibles fermentos lácticos y de los edulcorantes, nos encontramos con dos variantes distintas de leche desnatada -fresca y, para más inri, también en polvo- y con unas proteínas de la leche procedentes con toda probabilidad, aunque la etiqueta no lo dice, del suero lácteo. La función de estas espurias proteínas lácteas, amén de aprovechar un subproducto barato de la industria quesera, no es otra que la de proporcionar una falsa cremosidad que intenta imitar a la del verdadero yogur griego.
Y de la nata ni rastro, salvo los testimoniales 0,3 gramos que figuran como presentes en un yogur de 125 gramos, el envase habitual. Así pues, ciertamente hay que tener mucha imaginación -por no utilizar otro término más maledicente- para calificar como yogur al estilo griego a algo que no se le parece ni por el forro, no sólo porque la nata brille por su ausencia sino también porque su sabor -nos los comimos, no los íbamos a tirar después de haberlos comprado- era cualquier cosa menos parecido al del yogur griego de verdad; y no digo ya comparándolo con la delicia que pude degustar en este país, sino incluso con los yogures griegos envasados que se pueden comprar en cualquier supermercado. Vamos, que salvo por error, esos sucedáneos no volverán a entrar en mi frigorífico.
Lo irónico del caso es que, buscando documentación por internet para escribir este comentario, me encontré con infinidad de marcas de yogur presuntamente griego -y no ya españolas, sino internacionales o, mejor dicho, multinacionales- que resultaba ser tanto bajos en grasa como desnatados... los cuales, se mire como se mire, podrán ser yogures, no lo discuto, pero desde luego no yogures griegos, ya que tanto el sabor como la cremosidad de estos últimos jamás podrán ser reemplazados por otros aditivos distintos de la nata natural presente en su proporción correcta. Y si alguien quiere adelgazar, o no engordar, siempre será mejor que busque otra alternativa más sincera.
Publicado el 24-8-2015