La presencia de Cervantes en Toledo
Placa de la calle de Santo
Tomé. Fotografía publicada en
La comunidad del castillo
Aunque la relación de Cervantes con la ciudad de Toledo no fue tan intensa como la que tuvo con Alcalá -no en su infancia, sino ya de adulto, con sus frecuentes visitas a su hermana monja y sus fecundas relaciones con poetas locales como Francisco de Figueroa y Pedro Laynez-, Sevilla, Valladolid o Madrid, no por ello el autor del Quijote fue ajeno a la ciudad del Tajo.
Hay que tener en cuenta que Toledo, que había sido capital de España durante el reinado de Carlos V, era en tiempos de Cervantes una de las principales ciudades de nuestro país, sin olvidar tampoco que nuestro escritor se casó en la cercana villa de Esquivias lo cual, pese a que su matrimonio no fuera precisamente ejemplar, supuso un vínculo cierto con las tierras toledanas, amén de que se tiene noticias de visitas suyas a Toledo.
Sin embargo, Cervantes sí se acordó de Toledo en sus obras. La ilustre fregona está ambientada en esta ciudad, que aparece citada también en el Quijote -es en el antiguo barrio toledano del Alcaná donde dice haber encontrado el famoso manuscrito de Cide Hamete Benengeli, su falso autor arábigo-, en La Galatea y en Los trabajos de Persiles y Segismunda. Y Toledo también se acordó de Cervantes, como veremos a continuación, aunque no curiosamente del Quijote pese a la vecindad de la Mancha.
Posada de la Sangre, con el busto
de Cervantes sobre el balcón, la lápida de 1872 en el dintel y la
de 1905
en la fachada lateral. Fotografía de Eduardo Sánchez
Butragueño publicada en
Toledo olvidado
Según el blog Toledo olvidado, desde el 23 de abril de 1872 existía un busto del escritor empotrado en la fachada de la Posada de la Sangre, al creerse erróneamente que era allí donde estuvo ubicado el Mesón del Sevillano -que en realidad se encontraba a unas decenas de metros de distancia, calle abajo- en el que Cervantes sitúa la acción de La ilustra fregona. La posada se encontraba al pie del Arco de la Sangre, que comunica con la vecina plaza de Zocodover, frente al Museo de Santa Cruz.
Descubrimiento de la lápida
en 1905. Fotografía de
Eduardo Sánchez Butragueño
publicada en
Toledo olvidado
El busto se complementaba con una lápida, colocada sobre el dintel del portalón de entrada, en la que se leía:
Éste fue el Mesón del Sevillano donde, según la tradición y la crítica, escribió La Ilustre Fregona el mayor de los ingenios españoles, Miguel de Cervantes y Saavedra, a cuya buena memoria consagra un recuerdo la gratitud de los toledanos el día 23 de abril de 1872, aniversario CCLVI de su muerte.
Tomando ahora la información de la página web del Ayuntamiento de Toledo, leemos que en sesión celebrada el 25 de enero de 1905, y con objeto de conmemorar el tercer centenario de la publicación del Quijote, se acordó renombrar a la calle en la que se encontraba esta posada, hasta entonces denominada Cuesta del Carmen, como Calle de Miguel de Cervantes, celebrándose un acto público el día 9 de mayo de ese mismo año durante el cual el alcalde, don José Benegas y Camacho, procedió a descubrir una lápida en la fachada lateral del edificio, tal como se aprecia en una fotografía tomada del acto. Lamentablemente, desconozco el texto que rezaba en la misma.
Rótulo de la calle
Cervantes
Fotografía publicada en la
página web del Ayuntamiento de Toledo
Ni las lápidas, ni el busto, ni la propia Posada de la Sangre existen ya. Su cercanía al Alcázar provocó su desaparición en 1936, durante el conocido asedio a este edificio entonces sede de la Academia de Infantería. Así pues, durante algún tiempo el único recuerdo a Cervantes que quedó en Toledo fue la denominación de la calle.
Habría que esperar hasta el 11 de octubre de 1947 para que, al abrigo de las celebraciones del cuarto centenario del nacimiento del escritor alcalaíno, se descubriera una placa de azulejos en el patio interior de la Puerta de la Bisagra. Realizada por el ceramista local Vicente Quismondo recuerda un tanto a las de Sevilla, y reproduce una cita tomada de Los trabajos de Persiles y Segismunda:
Lápida de la Puerta de la
Bisagra
Fotografía publicada en la
página web del Ayuntamiento de Toledo
TOLEDO: CERVANTES |
Cuatro décadas después, el 22 de abril de 1988, el Ayuntamiento toledano, dentro de las actividades programadas durante la celebración de la III Semana Cervantina y en conmemoración del 372 (!) aniversario de la muerte de Cervantes, descubrió una placa en la plaza del Andaque en recuerdo del lugar donde se ubicó una casa propiedad de Catalina de Palacios, la esposa del escritor. Esta placa no es la actual, puesto que fue sustituida en el año 2000 por otra realizada en cerámica.
Lápida de la plaza del
Andaque
Fotografía publicada en la
página web del Ayuntamiento de Toledo
UNA DE ESTAS CASAS, SE
IGNORA DESCUBRIÓ ESTA PLACA EL
22 IV 1988 |
No sería sino hasta el 23 de abril de 1997, coincidiendo con el 450º aniversario del nacimiento de Cervantes, cuando se reparó la ausencia de la desaparecida lápida de 1905, aunque en esta ocasión no se colocó en la ubicación de la antigua, sino en el edificio que se alzaba sobre el solar del auténtico Mesón del Sevillano, en el número 15 de la calle de Cervantes, conforme a las investigaciones del estudioso local Rafael Ramírez de Arellano. La actual placa de mármol dice lo siguiente:
Lápida de la calle de
Cervantes
Fotografía publicada en la
página web del Ayuntamiento de Toledo
AQUI SE HALLO LA POSADA DEL
SEVILLANO TOLEDO 23 ABRIL 1997 |
Termina la relación de lápidas cervantinas en Toledo con la existente en el paseo de la Rosa, al otro lado del Tajo y junto al arranque de la cuesta que sube al castillo de San Servando. También realizada en azulejos está fechada en 2005, es decir, en el cuarto centenario de la publicación del Quijote. En esta ocasión reproduce una cita tomada de La Galatea:
Lápida del paseo de la Rosa.
Fotografía tomada de
Panoramio
¿Qué tengo de
despedirme MIGUEL DE
CERVANTES |
Se da la circunstancia de que en esta ocasión el promotor de la lápida no fue, como en los casos anteriores, el Ayuntamiento de la ciudad sino, tal como reza el logotipo de la parte inferior derecha, la Cofradía del Gremio de Hortelanos, una entidad de honda raigambre en Toledo.
Concluye el paseo por el Toledo cervantino con el que es a la vez el más moderno y el más espectacular de todos los homenajes al escritor, la estatua que desde finales de diciembre de 2005 -llegó por los pelos a la celebración del cuarto centenario del Quijote- se alza al pie del Arco de la Sangre, justo al inicio de la calle de su nombre y frente al lugar donde se encontrara la desaparecida Posada de la Sangre.
Estatua de Cervantes al pie del
Arco de la Sangre
Fotografía de Damian Corrigan publicada en
About.com
La estatua, de dos metros de altura, está fundida en bronce. Es obra del escultor Óscar Alvariño Belinchón, nacido en Madrid en 1962, el cual fue el ganador del concurso convocado para tal fin. En una entrevista publicada el 24 de octubre de 2005 en el diario ABC explicaba que había pensado en un Cervantes a la manera de El Greco, con una cabeza pequeña y alargado, es decir, un Cervantes toledano. Siguiendo un estilo, en palabras del propio escultor, figurativo pero sin hacer concesiones marcadas al realismo, la estatua carece de pedestal alzándose directamente del suelo ya que, según Alvariño de nuevo, he querido un Cervantes cercano al transeúnte y al ciudadano, al que la gente y los turistas puedan abrazarse, tocar, sobar, acariciar, hacerse fotos con él. La pieza así tomará más sabor.
Curiosamente es un caso similar al de las esculturas alcalaínas de don Quijote y Sancho Panza, coetáneas de la de su padre literario -también fueron inauguradas en 2005- y asimismo accesibles para todo aquél que quiera hacerse una foto sentado entre ambas. Y al parecer también la estatua toledana ha cosechado un gran éxito, convirtiéndose pese a lo reciente de su inauguración, hace apenas siete años, en uno de los monumentos más fotografiados de la Ciudad Imperial. Y eso es bueno.
Publicado el 21-10-2012