El Villamalea y el Camarmilla





Bucólica estampa del Camarmilla a su paso por el Chorrillo



He leído con atención el interesante artículo de don Jesús Ortega Calahorra sobre las inundaciones sufridas en el siglo XVII por la alcalaína calle de Santiago, aunque pienso que quizá pudiera haber confundido a los arroyos Villamalea y Camarmilla.

El Villamalea, tal como el autor apunta, tenía su origen en la vaguada del mismo nombre, situada en el cruce de la carretera de Meco con la autovía, junto al cuartel de la Brigada Paracaidista, donde aún hoy existe un afloramiento de aguas subterráneas. Su cauce, cegado probablemente en el siglo XIX, discurría por la carretera de Meco, la avenida de la Caballería Española y las calles de Alonso Martínez y Alameda, para desembocar en el Henares en las proximidades de la presa de Cayo. Ignoro si este arroyo llegó a tener agua de forma permanente o si, por el contrario, fue simplemente una vaguada que sólo la acarreaba en ocasiones excepcionales, pero lo cierto es que siglos atrás dio algún disgusto a causa de sus avenidas, que causaron problemas en la ermita de San Isidro o en la zona de los Cuatro Caños, lugar en el que entonces acababa el casco urbano de Alcalá.

Sin embargo, resulta improbable que las aguas del Villamalea llegaran hasta lugares tan alejados como la calle de Santiago o la plaza de las Bernardas ya que para ello habrían tenido que atravesar la totalidad del actual casco antiguo de Alcalá, algo que no viene reflejado en las crónicas. Cierto es que estas zonas de la ciudad también sufrieron en diversas ocasiones los embates del agua, pero en este caso la responsabilidad ha de atribuirse no al Villamalea, sino al Camarmilla. Este arroyo, pese a su modestia, ha dado bastantes disgustos incluso en fechas bien cercanas, inundando parajes como el Chorrillo e, incluso, la antigua carretera nacional (hoy avenida de Madrid) a la altura del Juncal.

Yo mismo recuerdo la última de sus riadas, hará cosa de unos treinta años, la cual se vio detenida por la cuneta del ferrocarril. Resulta fácil imaginar que, antes de que se construyera el trazado de éste hacia mediados del siglo XIX, éstas tendrían camino libre, a través de lo que ahora es el parque O’Donnell, hasta la zona de la ciudad situada justo aguas abajo, la plaza de las Bernardas y el tramo inicial de la calle de Santiago. Creo recordar, incluso, que José García Saldaña, en uno de sus artículos, aportó el dato de que el foso de la antigua muralla debió de estar alimentado, al menos en esa zona, precisamente por las aguas del Camarmilla gracias a un canal que arrancaría del arroyo por la zona del Chorrillo e iría a morir a la altura del actual arco de San Bernardo.

En cualquier caso, lo cierto es que Alcalá padeció, a lo largo de su historia, no sólo inundaciones por parte de las aguas del Henares, que solían anegar las zonas bajas de la ciudad pero sin llegar nunca a rebasar la plaza de Cervantes, sino también a causa de los desbordamientos de los pequeños afluentes que bordeaban la ciudad, el Villamalea por el este y el Camarmilla por el norte y el oeste. Realmente, el nombre latino de la ciudad estuvo justificado hasta mucho después de que la antigua Complutum desapareciera, puesto que en ella siguieron confluyendo las aguas durante siglos... Aunque no siempre de manera deseada.




Ver: también :
Alcalá de no sólo Henares (I). El Camarmilla
Alcalá de no sólo Henares (III). El Villamalea


Publicado el 6-4-2002, en el nº 1.756 de Puerta de Madrid
Actualizado el 2-6-2006