Aunque la mona se vista de seda...





Ejemplar de mono araña. Es un simio... y tiene una hermosa cola
Fotografía tomada de la Wikipedia



Con la cola se queda. Esto es lo que al parecer no acababa de entender el redactor del artículo Por qué el ser humano no tiene cola: la auténtica explicación, publicado en El Confidencial el 15 de junio de 2019. Porque, haciendo una larga digresión acerca de los motivos por los que el hombre perdió la cola en el transcurso de su evolución -bueno, él dice ser humano supongo que por aquello de la corrección política, aunque resulta evidente que las mujeres la perdieron también, por lo que no es necesario ser redundante-, nos regala con la siguiente perla:


“A medida que miras el árbol evolutivo de los seres humanos, las nuestras han desaparecido. Los gorilas tampoco las tienen, ni los chimpancés o cualquier otro simio.”


Pues va a ser que no. La afirmación es cierta en lo que respecta a nuestros parientes más cercanos, los homínidos (gorilas, chimpancés y orangutanes) y los gibones, algo más alejados evolutivamente. Pero el resto de los simios, y son un buen puñado de especies, poseen unas hermosas colas que en muchas ocasiones son prensiles, lo que les resulta extremadamente útil a estos animales en sus desplazamientos por los árboles. Y si a ellos sumamos los que antiguamente se denominaban prosimios o simios primitivos, como los lemures, loris, tarsios y especies similares, habremos de llegar a la conclusión de que en este grupo zoológico la ausencia de cola es la excepción y no la regla, por mucho que nosotros estemos privados de ella.

Así pues, suspenso en zoología.


Publicado el 17-6-2019