La comarca complutense de la antigüedad al siglo XVI



No resulta nada fácil, a la hora de estudiar las divisiones territoriales en las que ha estado incluida Alcalá, llegar a conclusiones concretas en el caso de la Edad Antigua y la Alta Edad Media. Las razones son fáciles de suponer: Escasez de datos fiables y falta también de trabajos de investigación sobre este tema concreto.

Sin embargo algo, aunque no mucho, es lo que he conseguido encontrar sobre el vasto período histórico que discurre entre la España prerromana y la reconquista cristiana de finales del siglo XI, y esto es precisamente lo que paso a describir a continuación.

Cuando los romanos llegaron a España se encontraron con una situación bien distinta según la región de que se tratara: Un Levante y una Andalucía intensamente colonizados por griegos y cartaginenses, y una España interior alejada por completo de las corrientes culturales mediterráneas.

Alcalá, huelga decirlo, se encontraba en esta segunda situación. No se trataba de la Alcalá cristiana ni de la Compluto romana, puesto que ninguna de las dos existía aún; era una población prerromana asentada en la zona de los cerros desde tiempos prehistóricos que los romanos hubieron de conquistar. Cierto es que nada se puede afirmar acerca de la mítica Iplacea, pero lo cierto es que ese asentamiento protohistórico existió realmente.

En la época de la conquista de España por parte de los romanos la mayor parte de la península estaba poblada por distintas tribus iberas, celtas o celtíberas que llevaban una vida autónoma sin que existiera el menor vínculo político entre ellas, lo que no impidió que algunas de las mismas se federasen ante la amenaza común de los invasores romanos. La tribu que ocupaba la comarca alcalaína era la de los carpetanos, los cuales fueron sojuzgados allá por el siglo II antes de Cristo siendo sus tierras incorporadas a la provincia Citerior, que se extendía por todo el Levante y los terrenos recién conquistados de la meseta.

Años más tarde, instaurado ya el imperio, sería modificada en dos ocasiones la división provincial de España. Augusto, el fundador del imperio, incluyó a Compluto en la provincia Tarraconense. Diocleciano, casi tres siglos más tarde, la trasladó a la Cartaginense. En lo que respecta a la división judicial, nuestra ciudad dependía del convento jurídico de Cesaraugusta (Zaragoza), siendo cabecera de una comarca que, según Quintano Ripollés, se extendía hasta Meco, Guadalajara, Los Santos de la Humosa, Los Hueros, Aldovea (al sur de Torrejón) y Vallecas.

Según la tradición, aunque este dato no está plenamente confirmado, Compluto fue sede de obispado durante los últimos siglos del imperio, lo que de ser cierto supondría una importante relevancia en la división eclesiástica de la península al ser Compluto y Toledo las únicas sedes episcopales en todo el territorio de la antigua Carpetania.

Derrumbado el imperio romano España se vería sumida en una situación caótica en la que mejor o peor convivían o se peleaban los últimos jirones de la autoridad imperial con los invasores suevos, vándalos y alanos y con unos visigodos todavía sin asentar definitivamente en la península. Fue una época sumamente confusa y difícil de seguir en su cronología, pero a grandes rasgos se puede decir que en el famoso reparto de España por parte de las diferentes tribus bárbaras la Cartaginense occidental a la que pertenecía Compluto (es decir, la antigua Carpetania) correspondió, junto con la Lusitania, a los alanos. También por aquellas fechas (corrían los primeros años del siglo V) san Asturio fundaba o reinstauraba el obispado complutense creando a la vez el culto a los Santos Niños que tanta importancia vendría a alcanzar en la posterior etapa visigoda.

Pero los vaivenes históricos no habían hecho más que comenzar. Los visigodos, federados del imperio romano y asentados entonces en el sur de Francia, iniciaron algunos años después una campaña en contra de los otros pueblos germánicos que se saldó con el práctico exterminio de los vándalos silingos y los alanos, arrinconando a las otras dos tribus (vándalos asdingos y suevos) en el noroeste de España. Dado que esta guerra fue hecha en nombre del moribundo imperio romano, los visigodos se retiraron de nuevo al sur de Francia entregando los vastos territorios conquistados (Bética, Lusitania y la Cartaginense occidental) al emperador, que los unió a las provincias (todo el Levante y el valle del Ebro) sobre las que había conservado la soberanía. Compluto volvía así, aunque por un breve plazo de tiempo, a estar sometida a la autoridad imperial.

No mucho después los vándalos asdingos abandonaban Galicia para, tras saquear la Bética y la Cartaginense, cruzar el estrecho de Gibraltar en dirección al norte de África, donde se asentaron definitivamente. Los suevos, por su parte, iniciaron una política expansionista que les llevó a dominar, a mediados del siglo V, la totalidad de la península a excepción de la Tarraconense. Nuestra ciudad, una vez más, volvía a cambiar de manos.

Tras varios forcejeos entre romanos y suevos los visigodos intervinieron de nuevo derrotando a estos últimos en la batalla del río Órbigo, confinándolos de nuevo en la región gallega. Compluto retornaba a manos romanas o, para hablar con más propiedad, a las visigodo-romanas, porque estos bárbaros, que formalmente continuaban siendo federados del imperio, comenzaban a hacer valer su opinión en los asuntos peninsulares.

El derrumbamiento definitivo del imperio romano en el año 476 creó un vacío de poder que rápidamente fue aprovechado por los visigodos que ocuparon la mayor parte de la península a excepción de la Galicia sueva, aun cuando el corazón de su reino continuó estando en el sur de Francia. Compluto era ya de una manera definitiva visigoda tras los azarosos avatares en los que había estado sumida durante las décadas anteriores. No obstante, habría que esperar hasta el año 507 para que, derrotados los visigodos en la batalla de Vouillé y expulsados por los francos del sur de Francia, se creara el reino visigodo de Toledo, el primer estado netamente español de la historia.

Restaurada la paz en la torturada península, sus nuevos gobernantes respetaron la división administrativa del imperio romano, es decir, las provincias de Lusitania, Bética, Cartaginense, Tarraconense y Septimania (la región de Narbona, lo único que habían conseguido conservar del sur de Francia). Galicia, continuaba en poder de los suevos. Sin embargo, se planteaba un problema. En la época romana Toledo había pertenecido a la Cartaginense, que tenía por capital obviamente a Cartagena. Sin embargo, Toledo era ahora la capital del reino y sede metropolitana, lo que no cuadraba muy bien con su condición de segundona. Por tal motivo, a principios del siglo VI fue creada la provincia de Carpetania a expensas de la Cartaginense. La capital de la nueva provincia era Toledo, y a ella pertenecería también Compluto. Esta división se reforzó con la conquista temporal de Cartagena por parte de los bizantinos, pero rescatados estos territorios por Suintila setenta años después fue restaurada la antigua Cartaginense suprimiéndose la Carpetania aunque, eso sí, Cartagena jamás volvió a recuperar su capitalidad en beneficio de Toledo.

Tenemos, pues, a Compluto de nuevo en la provincia Cartaginense, situación que habría de prolongarse hasta la invasión musulmana. Esta provincia se extendía por el norte hasta las provincias actuales de Palencia, Burgos y Soria; por el oeste abarcaba hasta Segovia y Toledo, por el sur englobaba a la Mancha y parte de Andalucía oriental, y por el este contaba con el litoral comprendido entre Castellón y Almería. Eclesiásticamente contaba con la sede metropolitana de Toledo y con 21 diócesis sufragáneas que eran, utilizando sus nombres actuales, las siguientes: Granátula (en la Mancha), Baeza, La Guardia, Guadix, Baza, Urci (provincia de Almería), Cehegin (provincia de Murcia), Elche, Játiva, Cazlona (provincia de Jaén), Denia, Montealegre (provincia de Albacete), Valencia, Valeria y Ercávica (ambas en la provincia de Cuenca), Segovia, Segorbe (provincia de Castellón), Sigüenza, Osma (provincia de Soria), Palencia y Compluto.

Como es fácil de comprobar, la diócesis complutense limitaba con las de Segovia, Sigüenza, Ercávica (junto al pantano de Buendía) y con la metropolitana de Toledo, lo que suponía una extensión considerable de terreno sometido a la jurisdicción religiosa de nuestra ciudad. En cuanto a la división civil, ésta solía estar ajustada a la religiosa.

La invasión musulmana del año 711 vendría a trastrocar completamente esta situación. Mientras la España musulmana se mantuvo unida políticamente primero en el emirato y luego en el califato, Alcalá perteneció a la cora (o provincia) de Esch Scharrán, que comprendía las provincias actuales de Toledo, Guadalajara y Madrid mas el noroeste de la de Cáceres y el sur de la de Ávila. Cuando el califato se fragmentó a principios del siglo XI en los reinos de taifas Alcalá pasó a formar parte del reino de Toledo, uno de los más importantes y poderosos, que se extendía desde el Sistema Central hasta la Mancha abarcando toda la cuenca alta y media del Tajo.

El año 1085 el rey castellano Alfonso VI conquistaba la ciudad de Toledo y, algunos años después, hacía lo mismo con la totalidad del territorio del reino, Alcalá incluida. Algunos años más tarde, en 1126, Alfonso VII donaba Alcalá a don Raimundo, arzobispo de Toledo, comenzando una nueva etapa en la historia de nuestra ciudad.

A raíz de la incorporación de Alcalá al señorío de los arzobispos toledanos las fuentes históricas comienzan a ser más numerosas. El primer documento medieval merecedor de nuestra consideración ha de ser, lógicamente, el Fuero Viejo, el cual hace alusión al alfoz -equivalente más o menos a los actuales términos municipales- de la Alcalá medieval. Divulgada por numerosos autores y, por lo tanto, sobradamente conocida, la relación de poblaciones sometidas a la jurisdicción alcalaína cuando ésta pasó a depender de los arzobispos de Toledo, allá por la primera mitad del siglo XII, es la siguiente según Portilla1:


Ajalvir, Camarma de Esteruelas, Daganzo de Abajo [o Daganzuelo, actualmente despoblado], Torrejón de Ardoz, Valdemora [despoblado cercano a Galápagos], Arganda, Ambite, Anchuelo, Bilches [o Vilches, despoblado cercano a Arganda], Campo Real, Carabaña, Corpa, Los Hueros, Loeches, La Olmeda, Orusco, Perales de Tajuña, Pezuela de las Torres, Pozuelo del Rey, Querencia [despoblado situado junto a Ambite], Santorcaz, Los Santos de la Humosa, Tielmes, Torres de la Alameda, Valtierra [despoblado cercano a Arganda], Valmorés [id. junto a La Olmeda], Valverde de Alcalá, Villar del Olmo, Valdilecha y Villalbilla.




El alfoz complutense según el Fuero Viejo, conforme
a la configuración de los términos municipales actuales


Esteban Azaña2, por su parte, da una relación de poblaciones prácticamente idéntica a la anterior sin más diferencias que la omisión de Valverde de Alcalá -probablemente por error- y del despoblado de Valmorés, al tiempo que incorpora a la lista un nuevo despoblado, el de Velmonte, de difícil localización. En todo caso las diferencias son mínimas y nos permiten acotar perfectamente el área de influencia de Alcalá, que por el sur llegaba hasta el río Tajuña, por el este limitaba con Guadalajara exactamente igual que lo hace en la actualidad, por el norte apenas remontaba la Campiña (tan sólo Camarma de Esteruelas, Daganzo de Abajo, Ajalvir y Torrejón, además de la propia Alcalá, saltaban la ribera derecha del Henares), y por el oeste no llegaba a alcanzar el Jarama salvo por Arganda.

Esta división territorial se mostraría sumamente estable y perduraría prácticamente sin modificaciones durante bastantes siglos, sin que las paulatinas emancipaciones de las poblaciones sujetas a la jurisdicción municipal alcalaína, fundamentalmente durante el siglo XVI, vinieran a modificar apenas la extensión -aunque sí la situación jurídica- de la comarca complutense, a excepción de la pérdida temporal a finales del siglo XII, en beneficio de Segovia, y su posterior recuperación, a principios del XIII, de una serie de aldeas de su alfoz, tal como relata Antonio Castillo3 en su historia de la edad media alcalaína. Por lo demás, este mismo autor nos da la relación de poblaciones sometidas a la jurisdicción de Alcalá en los siglos XIII-XIV y XV; la primera de ellas es la siguiente:


Ajalvir, Aldea del Campo [Campo Real], Aldovea [cercano a Torrejón de Ardoz], Alquiniza [despoblado en Alcalá], Ambite, Anchuelo, Arganda, Camarma de Esteruelas, Carabaña, Corpa, Daganzuelo, Los Hueros, Loeches, La Olmeda, Orusco, Perales de Tajuña, Pezuela de las Torres, Pozuelo de Torres [del Rey], Querencia, Quejo [hacia Pozuelo o Valverde], Santorcaz, Los Santos de la Humosa, Tielmes, Torrejón de Ardoz, Vaciabotas [entre Torrejón y San Fernando], Valdemora [despoblado de ubicación ambigua, quizá en Torres quizá en Torrejón del Rey], Valdetorres [Torres de la Alameda], Valdilecha, Valmores, Valtierra, Valverde [de Alcalá], Vilches, Villalbilla y Villar del Olmo.


Un siglo más tarde, siempre de acuerdo con Antonio Castillo, la situación era la siguiente:


Ajalvir, Aldovea (d), Ambite, Anchuelo, Arganda, Arrebol o Rebol (d), Baezuela (d), Camarma de Esteruelas, Camarmilla del Pinganillo o del Moro (d), Campo Real, Campillo (d), Canalejas (d), Carabaña, Castil de Lobos (d), Corpa, Corral (d), Daganzuelo (d), El Encín (d), Hinojosa (d), Los Hueros, Loeches, La Olmeda, Orusco, Perales de Tajuña, Pezuela de las Torres, Pozuelo del Rey, Querencia (d), Santorcaz, Los Santos de la Humosa, Tielmes, Torrejón de Ardoz, Torres de la Alameda, Vaciabotas (d), Valdemora (d), Valdilecha, Valmores (d), Valtierra (d), Valverde de Alcalá, Vilches (d), Villalbilla, Villamalea (d) y Villar del Olmo.


Estando marcados con una (d) los topónimos que actualmente constituyen despoblados. Como puede apreciarse fácilmente cotejando estas dos relaciones con la del Fuero Viejo, si prescindimos de las poco importantes discrepancias en los despoblados nos encontramos con la ya anunciada continuidad temporal de la entidad territorial alcalaína. Para completar esta visión panorámica de la edad media, y antes de pasar al siglo XVI, conviene por último que estudiemos otras dos relaciones procedentes de distintas fuentes. La primera de ellas ha sido tomada del Catálogo de los señoríos temporales de los obispos en la Edad Media4, un trabajo publicado por Manuel Pérez-Villamil a principios de siglo. Lamentablemente, ninguna referencia da con respecto a la época exacta a la que corresponde el documento, aunque todo hace indicar que se ha de referir a la Baja Edad Media. Veamos su trascripción:


TOLEDO. Alcalá de Henares y su tierra, que comprende las villas de Torres, Lueches, El Campo [Campo Real], Villalvilla, El Olmeda, Poçuelo, El Villar, Horusco, Valdilecha, Tielmes, Carabaña, Torrejón de Ardoz, Valverde.

Aldeas de la tierra de Alcalá: Los Hueros, El Poçuelo, Arganda, Anchuelo, Corpa, Camarmilla, Camarma de Esteruelas, Valcuela [¿Baezuela?].

Villas de la caseria de Alcalá: Aljarvir, Pesadilla, Dagançuelo, Los Santos, Ambite.


Para empezar, lo primero que llama la atención es la división de la comarca alcalaína en tres apartados diferentes; es comprensible la separación de villas y aldeas, pero ya no lo es tanto la distinción entre la tierra y la casería (o el caserío) de Alcalá. En cuanto a la relación de poblaciones, vemos que ésta se ciñe con casi total exactitud a los límites marcados en el Fuero Viejo, siempre haciendo abstracción de los escurridizos y por lo demás escasamente importantes despoblados. También se aprecia la falta de Pezuela, lo que se debe probablemente a un simple error de transcripción dado que en la lista aparecen dos Pozuelos cuando sólo debería haber uno. Más significativas son las ausencias de Perales de Tajuña y Santorcaz; ignoro la razón de la primera de ellas y, en cuanto a la segunda, hay que tener en cuenta que, por ser Santorcaz una plaza fuerte propiedad del arzobispo de Toledo, tenía una jurisdicción especial diferente a la del resto de las poblaciones pertenecientes a la comarca alcalaína, lo que quizá pueda justificar esta ausencia.

La última de las relaciones medievales ha sido tomada del libro Diezmos de la sede toledana y rentas de la mesa arzobispal (siglo XV)5, firmado por Mª Luisa Guadalupe Beraza. Es importante tener en cuenta que en esta ocasión no se trata de una circunscripción civil sino religiosa, el arciprestazgo de Alcalá, lo que hace que no coincida exactamente con las anteriores al corresponder a una jurisdicción distinta que tenía su organización territorial propia. Veámosla:


Alcalá [parroquia de Santa María la Mayor], Los Hueros, Torres, Pozuelo, Loeches, El Campo, Valtierra (d), Arganda, Morata, Heza (d), Villaverde (d), Bayona [la actual Titulcia], Casasola (d), Anchuelo, Villalvilla, Valverde, Corpa, Valmores (d), El Olmeda, Ambite, Querencia (d), Pezuela, El Villar, Orusco, Valdilecha, Tielmes, Carabaña, Perales, Villamalea (d), Canaleja (d), El Encín (d), La Camarmilla (d), Cascajosa (d), Camarma de Esteruelas, Hinojosa (d), Corral (d), Rébol (d), Torrejón de Ardoz, Aldovea (d), Baezuela (d), Daganzuelo (d) y Ajalvir.


No obstante la ya comentada naturaleza eclesiástica, y no civil, de este arciprestazgo alcalaíno, puede observarse fácilmente cómo la estructura básica del Fuero Viejo se sigue manteniendo aquí; de hecho, y haciendo abstracción como siempre de los despoblados, vemos que el arciprestazgo agrupaba a casi todos los pueblos sobre los que Alcalá ejercía su jurisdicción civil (faltan Santorcaz, de nuevo, y Los Santos) junto con otras dos poblaciones, Morata de Tajuña y Bayona de Tajuña (Titulcia), que nunca llegaron a formar parte de la comarca alcalaína.

Pasamos ya a los documentos, por lo que yo sé inéditos hasta ahora, fechados todos ellos en el siglo XVI. El más antiguo de ellos corresponde a un censo de 15286 y refleja de esta manera la constitución de la mesa arzobispal, que nosotros podemos identificar con la comarca alcalaína:


Torrejón de Ardoz, Ajalvir, Daganzuelo, Loeches, Aldea del Campo, Arganda, Orusco, Valdilecha, Los Hueros, Pezuela, Corpa, Los Santos, Camarma [de Esteruelas], Valverde, Villalbilla, Pozuelo, Torres, Perales, Tielmes, Carabaña, Ambite, Anchuelo, El Villar, El Olmeda y Santorcaz.


Esta relación viene a coincidir, con toda exactitud, con las Veinticinco Villas que en su día estuvieron sometidas a la jurisdicción del Fuero Viejo alcalaíno. Hemos de dar ahora un salto hasta 1561 para encontrarnos con la siguiente relación del partido de Alcalá7:


Lueches, Pezuela, Torrejón de Hardoz, Axalbir, Santorcaz, El Poçuelo, El canpo, orusco, los gueros, carabana, torres, dagançuelo, tielmes, valdilecha, perales de tajuña, morata, camarma desteruelas, los santos, anbite, anchuelo, villalvilla, la olmeda, valverde, el villar, corpa y arganda.


Amén de la peculiar grafía, que he procurado respetar, se observa una única diferencia entre esta relación y la anterior o, si se prefiere, el Fuero Viejo; la inclusión de Morata de Tajuña, una población periférica de la comarca histórica complutense que únicamente he encontrado adscrita a Alcalá en esta relación y en la ya comentada del arciprestazgo del siglo XV. En diez años después -1571- está fechado el documento que, bajo el título de Villas y lugares de la temporal jurisdicción del arzobispado de Toledo8, detalla las Aldeas de Alcala y las que fueron aldeas y agora son villas, en el que también se agrupan las poblaciones en diferentes apartados en función de sus características administrativas; son las siguientes:


Villas.
Torres, Lueches, El Campo, Villa alvilla, El Olmeda, peçuela, El Villar, horusco, valdilecha, Tielmes, caravaña y Torrejon de hardoz.

Aldeas.
Los hueros, El Poçuelo, arganda, anchuelo, corpa, camarmilla, camarma desteruelas, camarma del caño y baeçuela.

Villas del caserío de alcala.
aljarvir, daganço, dagançuelo, los sanctos y ambite.


En esta relación además de no aparecer ya Morata, lo que era de esperar, se echa en falta a Santorcaz, a Perales y a Valverde. Y si bien los casos de Santorcaz y Perales son comprensibles el primero a causa de su especial vinculación con el arzobispado de Toledo y el segundo por tratarse de una localidad periférica cuyo vínculo con Alcalá nunca debió de ser demasiado fuerte, la exclusión de Valverde es difícilmente justificable dándose además la paradoja de que esta población es la única que ha conservado, curiosamente, el apellido de Alcalá. ¿Un error de transcripción? Todo es posible. En cuanto a las “altas”, es interesante descubrir la inclusión en el partido complutense, por vez primera, de las poblaciones de Daganzo de Arriba (Daganzo en el documento, para distinguirlo de Daganzuelo o Daganzo de Abajo, actualmente un despoblado) y Camarma del Caño, otro despoblado situado entre Camarma de Esteruelas y Valdeavero que quedaba fuera de los límites marcados por el Fuero Viejo. Queda por último el eterno y cambiante problema de los despoblados, entendiendo como tales a los que ya entonces eran bien despoblados, bien unas simples alquerías o casas de labor, en todo caso de ínfima entidad demográfica; en esta ocasión aparecen Camarmilla, un lugar de difícil localización quizá situado entre Camarma de Esteruelas y Alcalá, y Baezuela, al sur de Torrejón y al otro lado del Henares, actualmente en el término municipal de San Fernando de Henares.




El territorio del alfoz medieval de Alcalá comparado con el partido judicial desde el segundo
tercio del s. XIX hasta finales del s. XX (excepto los municipios anexionados a Madrid).
En rojo, territorio común para ambas circunscripciones. En violeta, territorio del alfoz no incluido
en el partido judicial. En verde, territorio del partido judicial no perteneciente al alfoz


El último de los documentos considerados en este estudio, fechado en 1591, corresponde a un pago de alcabalas y lleva por título Averiguación de vecindario de villas y mesa arzobispal de Toledo9; la relación de poblaciones que da es la siguiente:


Alcala, Torrejon dardoz, ajalvir, dagançuelo, lueches, aldea delcampo, arganda, horusco, valdelieches, los hueros, peçuela, corpa, los santos, camarma [de Esteruelas], valberde, villalvilla, poçuelos, torres, perales, tielmes, Carabaña, enbite, anchuelos, El villar, El Olmeda y Santorcaz.


En total veintiséis poblaciones, Alcalá y las veinticinco históricas reseñadas en el tantas veces aludido Fuero Viejo; aquí ya han desaparecido las anteriores incorporaciones de Daganzo de Arriba y Camarma del Caño y han sido “recuperados” Santorcaz, Perales y Valverde, y también, curiosamente, no aparece ningún despoblado. En todo caso, resulta interesante considerar cómo en una fecha tan tardía como la última década del siglo XVI, cuando ya la mayor parte de las aldeas del antiguo alfoz de Alcalá se habían eximido de la jurisdicción complutense, seguía aún vigente un concepto de comarca que habría de durar, casi sin modificaciones, hasta prácticamente el inicio del siglo XIX.




NOTAS

1 PORTILLA Y ESQUIVEL, Miguel de la. Historia de la ciudad de Compluto, vulgarmente Alcala de Santiuste y aora de Henares. Alcalá de Henares, 1725-28.
2 AZAÑA, Esteban. Historia de la ciudad de Alcalá de Henares (antigua Compluto). Alcalá de Henares, 1882-83. Edición facsímil de la universidad de Alcalá de Henares. Alcalá de Henares, 1986.
3 CASTILLO GÓMEZ, Antonio. Alcalá de Henares en la Edad Media. Territorio, sociedad y administración (1118-1515). Col. Alcalá Ensayo, nº 12. Alcalá de Henares, 1990.
4 PÉREZ-VILLAMIL, Manuel. Catálogo de los señoríos temporales de los obispos en la Edad Media. Boletín de la Real Academia de la Historia, t. 68 (1916) pp. 382-390.
5 GUADALUPE BERAZA, Mª Luisa. Diezmos de la sede toledana y rentas de la Mesa Arzobispal (siglo XV). Universidad de Salamanca, 1972.
6 A.G.S. Contadurías Generales. Leg. 768.
7 A.G.S. Contadurías Generales. Leg. 2.304.
8 A.G.S. Cámara de Castilla. Leg. 2.159.
9 A.G.S. Dirección General del Tesoro. Inventario 24. Leg. 1.301.


Publicado en las actas del II Encuentro de historiadores del valle del Henares (1990)
Ampliado con el artículo publicado el 3-6-1989 y el 10-6-1989, en los nº 1.148 y 1.149 de Puerta de Madrid
Actualizado el 23-5-2006