Las órbitas de los satélites del Sistema Solar




Tritón, el principal satélite de Neptuno


Dado que en la actualidad se conoce la existencia de al menos 294 satélites orbitando en torno a los ocho planetas y los cinco planetas enanos del Sistema Solar, es lógico que el estudio de sus órbitas resulte una tarea de sumo interés para los astrónomos, máxime cuando algunos de ellos -en especial los cuatro gigantes gaseosos- disponen de unos sistemas de satélites sumamente complicados y numerosos: 95 Júpiter, 146 Saturno, 27 Urano y 14 Neptuno, cifra que probablemente se incrementará conforme se vayan descubriendo otros nuevos.

Huelga decir que los parámetros orbitales -radio o, por hablar con mayor propiedad, semieje mayor, excentricidad e inclinación- aportan mucha información sobre el origen y la evolución de estos astros, puesto que en muchas ocasiones nos están aportando datos acerca de cómo se formaron los mismos... sólo hay que saber leerlos.

Así, la formación digamos “natural” de un satélite, a partir del material sobrante procedente de las regiones externas del disco protoplanetario que originó al astro primario, haría lógicamente que su órbita fuera circular o casi circular, relativamente cercana al planeta y situada en el mismo plano, o muy próximo, que el ecuador del astro central. Es el resultado de imaginar un disco en rotación que se contrae, comprimiendo la mayor parte de su masa en una esfera central -el planeta-, mientras los restos del borde exterior, las “salpicaduras” por decirlo de una manera gráfica, quedarían rotando en torno suyo hasta condensar en una esfera secundaria -el satélite- en órbita alrededor del anterior.

Aunque estos satélites existen, no todos presentan este comportamiento, lo que indica que su origen, o bien su posterior evolución, fueron muy distintos. Así, cabe imaginar posibles colisiones que acabarían provocando fragmentaciones o cambios de órbita, y también posibles capturas de astros en principio independientes -asteroides o núcleos de cometas- que, sometidos a la atracción gravitatoria de los planetas, comenzarían a girar en torno suyo. Es evidente que en estos casos el abanico de valores para los tres parámetros orbitales fundamentales -semieje mayor, excentricidad e inclinación orbital- es mucho más abierto, ya que dependiendo de las condiciones originales de factores tales como ángulo de impacto y energía cinética involucrada en el choque para el primero de ellos, o bien la trayectoria original del cuerpo capturado en el segundo, los parámetros orbitales definitivos adoptarían unos valores u otros.

Por último, conviene considerar también otros factores tales como las perturbaciones gravitatorias entre los diferentes satélites de un mismo planeta, las resonancias orbitales o las fuerzas de marea son capaces de modificar la órbita inicial haciéndola adoptar valores en principio más estables.

Veamos ahora, planeta por planeta, cuáles son las características orbitales principales de cada sistema de satélites.

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Publicado el 26-3-2010
Actualizado el 28-3-2024