Las órbitas de los satélites del Sistema Solar
Tritón,
el principal satélite de Neptuno
Dado que en la actualidad se conoce la existencia de al menos 234 satélites orbitando en torno a los ocho planetas y los cinco planetas enanos del Sistema Solar, es lógico que el estudio de sus órbitas resulte una tarea de sumo interés para los astrónomos, máxime cuando algunos de ellos -en especial los cuatro gigantes gaseosos- disponen de unos sistemas de satélites sumamente complicados y numerosos: 95 Júpiter, 86 Saturno -tres de ellos sin confirmar-, 27 Urano y 14 Neptuno, cifra que probablemente se incrementará conforme se vayan descubriendo nuevos astros.
Huelga decir que los parámetros orbitales -radio o, por hablar con mayor propiedad, semieje mayor, excentricidad e inclinación- aportan mucha información sobre el origen y la evolución de estos astros, puesto que en muchas ocasiones nos están aportando datos acerca de cómo se formaron los mismos... sólo hay que saber leerlos.
Así, la formación digamos natural de un satélite, a partir del material sobrante procedente de las regiones externas del disco protoplanetario que originó al astro primario, haría lógicamente que su órbita fuera circular o casi circular, relativamente cercana al planeta y situada en el mismo plano, o muy próximo, que el ecuador del astro central. Es el resultado de imaginar un disco en rotación que se contrae, comprimiendo la mayor parte de su masa en una esfera central -el planeta-, mientras los restos del borde exterior, las salpicaduras por decirlo de una manera gráfica, quedarían rotando en torno suyo hasta condensar en una esfera secundaria -el satélite- en órbita alrededor del anterior.
Aunque estos satélites existen, no todos presentan este comportamiento, lo que indica que su origen, o bien su posterior evolución, fueron muy distintos. Así, cabe imaginar posibles colisiones que acabarían provocando fragmentaciones o cambios de órbita, y también posibles capturas de astros en principio independientes -asteroides o núcleos de cometas- que, sometidos a la atracción gravitatoria de los planetas, comenzarían a girar en torno suyo. Es evidente que en estos casos el posible abanico de valores para los tres parámetros orbitales fundamentales -semieje mayor, excentricidad e inclinación orbital- es mucho más abierto, ya que dependiendo de las condiciones originales de factores tales como ángulo de impacto y energía cinética involucrada en el choque para el primero de ellos, o bien la trayectoria original del cuerpo capturado en el segundo, los parámetros orbitales definitivos adoptarían unos valores u otros.
Por último, conviene considerar también otros factores tales como las perturbaciones gravitatorias entre los diferentes satélites de un mismo planeta, las resonancias orbitales o las fuerzas de marea son capaces de modificar la órbita inicial haciéndola adoptar valores en principio más estables.
Veamos ahora, planeta por planeta, cuáles son las características orbitales principales de cada sistema de satélites.
La Tierra
Como es sabido, la Tierra cuenta con un único satélite natural, la Luna, el cual presenta unas características bastante peculiares. Para empezar la relación de masas es muy alta, es decir, el tamaño de la Luna es demasiado grande para el de la Tierra, aunque no el mayor como veremos más adelante. Por otro lado su órbita tiene una inclinación y una excentricidad moderadas, así como un semieje mayor relativamente elevado de casi 400.000 kilómetros de longitud. No parece, por todo ello, que la Luna se formara del material sobrante de la condensación de la Tierra, existiendo la teoría de que, en el origen de nuestro planeta, un cuerpo de gran tamaño, quizá similar a Marte, debió de chocar con ella produciendo la expulsión de parte de su corteza, que habría formado la Luna. El hecho de que la densidad de nuestro satélite sea muy inferior a la de la Tierra, lo que indica la inexistencia o el pequeño tamaño de un núcleo metálico pesado, parece corroborar esta hipótesis, ya que habrían sido sólo las capas exteriores de la Prototierra, más ligeras, las arrancadas, mientras el núcleo, más pesado, se habría mantenido más o menos intacto.
Marte
Marte tiene dos pequeños satélites, Fobos y Deimos, de apenas unas pocas decenas de kilómetros de tamaño y forma irregular, similares en todo a los asteroides. Sin embargo, la tentación de considerarlos asteroides capturados se cae por su propio peso sin más que constatar que sus respectivas órbitas son prácticamente circulares y coplanares con el ecuador del planeta. Asimismo están muy próximos, tan sólo a 9.000 y 24.000 kilómetros de distancia. Por esta razón las dos órbitas indican que no puede tratarse de astros capturados, siendo lo más probable que se formaran a la vez que el planeta.
Júpiter
Aunque Júpiter cuenta con un elevado número de satélites, 95 conocidos hasta el momento, salvo los cuatro galileanos -Ío, Europa, Ganímedes y Calixto- el resto son cuerpos de pequeño tamaño y forma irregular. En lo que respecta a sus órbitas éstas, aunque muy dispersas, pueden ser agrupadas formando diversas familias.
En orden de proximidad al planeta, la primera familia la forma el grupo de Amaltea, llamado así por el más importante de sus componentes. Son en total cuatro satélites -Metis, Adrastea, Amaltea y Tebe- todos ellos de pequeño tamaño -Amaltea, el mayor, mide unos 260 kilómetros de longitud máxima- y muy cercanos a Júpiter, entre 127.000 y 221.000 kilómetros de semieje mayor. Tanto la inclinación como la excentricidad orbital son muy bajas, lo que les convierte en satélites normales. Coexisten con los anillos y están sometidos a fuerzas de marea muy intensas, lo que explica lo reducido de su tamaño.
A continuación vienen los cuatro satélites galileanos, todos ellos astros de gran tamaño ya que dos de ellos -Ío y Europa- tienen unas dimensiones similares a las de la Luna, mientras los dos restantes -Ganímedes y Calixto- tienen un tamaño equivalente al del planeta Mercurio. Sus órbitas son asimismo normales, con inclinaciones y excentricidades bajas, mientras sus semiejes mayores oscilan entre los 421.000 y 1.882.000 kilómetros. Tras ellos están los que los astrónomos denominan satélites irregulares, debido a los parámetros de sus órbitas.
Entre Calixto, a algo menos de 2 millones de kilómetros, y Leda, el primero del grupo de Himalia, a 11 millones, hay un enorme vacío de más de 9 millones de kilómetros ocupado por un único satélite solitario Temisto, situado más o menos a mitad de distancia, 7,4 millones de kilómetros. Temisto es muy pequeño, ya que no llega a los 10 kilómetros de longitud, y presenta una inclinación orbital considerable -45º- y una excentricidad asimismo elevada -0,3-, aunque no es la más alta del sistema de Júpiter. Pese a que en algunas fuentes se habla del grupo de Temisto, en realidad se trata de un satélite aislado de todos los demás.
Diagrama que representa las órbitas
de los satélites irregulares de Júpiter
En el eje vertical
figura la inclinación orbital, directa en la parte superior y
retrógrada en la inferior
En el eje horizontal, en blanco, la
distancia al planeta en millones de kilómetros
Las barras
horizontales representan la excentricidad de las órbitas
Fuente:
Wikipedia
El grupo de Himalia está formado por nueve satélites: Leda, Ersa, S/2018 J2, Himalia, Pandía, Lisitea, Elara, S/2011 J3 y Día. Todos ellos tienen parámetros orbitales muy parecidos, lo que induce a pensar que pudieran proceder de un único cuerpo originario fragmentado en diversos pedazos. Orbitan entre los 11,1 y los 12,3 millones de kilómetros de distancia, sus inclinaciones orbitales oscilan entre los 27 y los 30º y sus excentricidades orbitales se encuentran comprendidas entre los valores de 0,1 y 0,2.
Tras el grupo de Himalia hay un nuevo hueco de casi 7 millones de kilómetros por el que orbitan los dos satélites del grupo de Carpo, S/2018 J4 y el propio Carpo, así como el solitario Valetudo. Los dos primeros se encuentran a 16,3 y 17,0 millones de kilómetros de Júpiter, siendo su inclinación orbital superior a los 50 grados, la más elevada de todos los satélites con movimiento directo, con una excentricidad asimismo alta de 0,42 en el caso de Carpo. Valetudo discurre más alejado, a 18,7 millones de kilómetros, con una inclinación orbital y una excentricidad menores que las de Carpo. Estos tres satélites son los últimos del sistema joviano con movimiento directo.
Viene a continuación el grupo de Ananké, formado por un total de 26 cuerpos: Euporia, S/2003 J18, Eufemia, S/2021 J3, S/2010 J2, S/2016 J1, Mneme, Euante, S/2003 J16, Harpálice, Ortosia, S/2022 J3, Heliké, S/2021 J2, Praxídice, S/2017 J3, S/2021 J1, S/2003 J12, S/2017 J7, Telxínoe, Tione, S/2003 J2, Ananké, Yocasta, Hermipé y S/2017 J9. Se cree que su origen pudo ser un asteroide capturado por la atracción gravitatoria de Júpiter y posteriormente fragmentado en los actuales componentes del grupo, todos ellos con parámetros orbitales muy similares. Puesto que Ananké es con diferencia el mayor de ellos -29 kilómetros de longitud-, bien podría ser el remanente del cuerpo original. . En lo que respecta a sus parámetros orbitales, el semieje mayor varía entre los 19,3 y los 21,8 millones de kilómetros, la inclinación orbital entre los 144 y los 155 grados -todos ellos son retrógrados- y la excentricidad entre 0,1 y 0,3.
Al grupo de Carmé pertenecen otros 30 satélites: S/2022 J1, S/2022 J2, S/2016 J3, Pasítea, S/2017 J8, S/2021 J6, S/2003 J24, Caldona, S/2017 J2, Isonoé, S/2021 J4, Callícore, Erínome, Calé, Irene, Aitné, Eucélade, Arché, Taygete, S2011 J1, Carmé, Herse, S/2003 J19, S/2010 J1, S/2003 J9, S/2017 J5, Cálice, S/2018 J3, S/2021 J5 y S/2003 J10. También se piensa que puedan provenir de un antiguo cuerpo fragmentado, del cual el mayor resto sería Carmé, de unos 47 kilómetros de longitud. Sus semiejes mayores oscilan entre los 22,0 y los 23,6 millones de kilómetros, son retrógrados con unos valores de inclinación orbital en torno a los 165 grados, y sus órbitas presentan unas excentricidades de entre 0,18 y 0,28.
El grupo de Pasífae es el más alejado de todos, con sus 18 satélites situados entre los 22,4 y los 24,7 millones de kilómetros. Está formado por Filofrosina, Eurídome, S/2011 J2, S/2003 J4, S/2016 J4, S/2017 J6, Hegémone, Pasífae, Espondé, Megaclite, Cilene, Sínope, S/2017 J1, Aede, Autónoe, Calírroe, S/2003 J23 y Kore. Estos satélites son retrógrados, con unas inclinaciones orbitales de entre 142 y 157 grados, y órbitas con unos valores de excentricidad comprendidos entre 0,23 y 0,44. Al igual que los anteriores, parecen proceder de la fragmentación de un cuerpo único cuyo mayor residuo sería el satélite que da nombre al grupo, de unos 60 kilómetros de tamaño.
Saturno
El sistema de satélites de Saturno es tan complejo como el de Júpiter, contando asimismo con un elevado número de componentes, 86 aunque tres de ellos están pendientes de confirmación. Sin embargo su estructura es muy distinta, con más satélites mayores y medianos y una mayor concentración de satélites menores en las órbitas interiores del planeta a diferencia de los de Júpiter, la mayor parte de los cuales describen órbitas muy alejadas.
Un primer grupo es el formado por los nueve satélites que se trasladan por el interior de los anillos, razón por la que han sido bautizados como pastores. Éstos son S/2009 S1, Pan, Dafnis, Atlas, Prometeo, S/2004 S6, S/2004 S4, S/2004 S3 -los tres pendientes de confirmar- y Pandora. Todos ellos son de pequeño tamaño debido a que se desplazan por el interior del límite de Roche, siendo Prometeo y Pandora los mayores con unas dimensiones que apenas rebasan los 100 kilómetros. Sus órbitas se encuentran entre los 133.000 y los 141.000 kilómetros de distancia de Saturno, y tanto sus inclinaciones orbitales como sus excentricidades son prácticamente nulas.
Epimeteo y Jano son un caso particular de satélites pastores, ya que ambos comparten órbita intercambiando periódicamente sus respectivos lugares, razón por la que son denominados satélites coorbitales. Discurren por el exterior de la órbita de Pandora, a 151.000 kilómetros, y presentan unos valores algo superiores, aunque moderados, de excentricidad e inclinación orbital. También son de un tamaño ligeramente mayor, aunque no llegan a alcanzar los 200 kilómetros de longitud máxima.
Los Alciónides son un pequeño grupo de satélites menores formado por Egeón, Metone, Anthe y Palene, cuatro lunas minúsculas -ninguna de ellas llega a los 10 kilómetros- que orbitan por las cercanías de Mimas, la primera por el interior de éste -a 167.000 kilómetros de Saturno- y el resto entre las órbitas de Mimas y Encélado, hasta los 212.000 kilómetros de distancia del planeta. Al igual que los satélites pastores, no presentan ni excentricidad ni inclinación orbital.
Llega ahora el turno a los satélites principales: Mimas, Encélado, Tetis, Dione, Rea, Titán, Hiperión y Japeto. Esta región abarca entre los 185.000 kilómetros de Mimas y los 3.500.000 de Japeto, con órbitas de escasa inclinación -salvo la de Japeto, 15 grados- y excentricidad baja excepto la de Hiperión, con un valor de 0,12.
Tetis y Dione cuentan además con sendos satélites troyanos, algo habitual en los asteroides pero inexistente en los satélites salvo en estos dos casos. Los troyanos de Tetis son Telesto y Calipso, que ocupan respectivamente los puntos de Lagrange L4 y L5, y los troyanos de Dione son Helena (L4) y Polideuces (L5). Todos ellos son de pequeño tamaño -el mayor no alcanza los 40 kilómetros- y obviamente comparten órbita con sus respectivos compañeros.
Tras la órbita de Japeto hay un vacío de casi 7 millones de kilómetros antes de llegar a la región de los satélites irregulares, equivalentes en sus parámetros orbitales a los satélites exteriores jovianos. En este caso están distribuidos en tres grupos, conocidos con los nombres de inuit, galo y nórdico según la procedencia mitológica de los nombres de sus componentes.
Diagrama que representa las órbitas
de los satélites irregulares de Saturno
Fuente:
Wikipedia
Los inuit -vulgo esquimales- son un total de ocho: S/2019 S1, Kiviuq, Ijiraq, Paaliaq, S/2004 S29, S/2004 S31, Tarqueq y Siarnak, todos bautizados con unos enrevesados e impronunciables nombres tomados de la mitología esquimal. Tal como ocurría con los satélites irregulares de Júpiter, parecen proceder de un cuerpo único y sus parámetros orbitales difieren de los correspondientes a los satélites anteriores. Concretamente los semiejes mayores abarcan desde los 11,2 hasta los 17,9 millones de kilómetros, la inclinación orbital ronda entre los 39 y los 50 grados -aunque elevada corresponde a un movimiento directo- y la excentricidad lo hace entre 0,12 y 0,54. Con diferencia son los menos irregulares de todos los satélites irregulares, valga la redundancia.
Los galos, así llamados por razones obvias aunque también se les denomina celtas, son el grupo más reducido, con tan sólo cuatro miembros: Albiorix, Bebhionn, Erriapo y Tarvos. Se encuentran entre los 16,3 y los 18,2 millones de kilómetros de distancia de Saturno, a distancias superiores a los inuit, y sus órbitas tienen un elevado grado de inclinación -entre 37,4 y 38,9 grados- desplazándose como los anteriores en sentido directo. También son muy excéntricas, con valores que van de 0,46 a 0,53.
Existe un quinto satélite, S/2004 S24, cuya pertenencia a este grupo está cuestionada ya que, si bien su inclinación orbital de 35,5 grados es similar a la del resto y comparte con ellos el movimiento directo, su excentricidad es mucho menor -0,07- y su radio orbital alcanza los 23,3 millones de kilómetros, cinco más que el último de ellos. Por razones opuestas tampoco encaja en el grupo nórdico, puesto que pese a compartir con ellos el radio orbital y tener una excentricidad más parecida, se diferencia completamente de ellos en la inclinación orbital, ya que a diferencia de todos los miembros del grupo nórdico no tiene movimiento retrógrado. Por esta razón, hay quienes proponen incluirlo en un grupo propio del que sería su único miembro.
Los nórdicos son con diferencia los más numerosos, con un total de 46 integrantes: Febe, Skadi, S/2007 S2, S/2004 S37, Skoll, Hyrrokkin, Greip, S/2004 S13, Mundilfari, S/2006 S1, Gridr, Bergelmir, Jarnsaxa, Narvi, Suttungr, S/2004 S17, S/2007 S3, Hati, S/2004 S12, Eggther, Farbauti, Thyrm, Bestla, S/2004 S7, Angrboda, Aegir, Beli, Gerd, Gunnlod, S/2006 S3, Skrymir, S/2004 S28, Alvaldi, Kari, Geirrod, Fenrir, Surtur, Loge, Ymir, S/2004 S21, S/2004 S39, S/2004 S36, Thiazzi, S/2004 S34, Fornjot y S/2004 S26. Situados entre los 12,9 y los 26,1 millones de kilómetros de distancia a Saturno son retrógrados -su inclinación orbital oscila entre los 150 y los 177 grados- y cuentan con unas excentricidades que en algunos casos llegan a rebasar el valor de 0,5.
Aunque los satélites exteriores que hasta ahora han sido bautizados -20 de ellos todavía conservan la denominación provisional, sin contar los tres no confirmados- ostentan nombres procedentes de las mitologías inuit, gala y nórdica, según el grupo al que pertenecen, existe la excepción de Febe, el primero en ser descubierto y prototipo de su grupo, el nórdico, cuyo nombre corresponde al de una diosa del panteón griego por razones históricas, ya que fue descubierto en 1898 mientras el resto de sus compañeros lo fueron a partir de 2000.
Como anécdota, cabe reseñar que en 1905 el astrónomo William H. Pickering, descubridor años atrás de Febe, anunció la existencia de un décimo satélite de Saturno -hasta entonces sólo se conocían nueve, incluyendo a Febe- al que bautizó con el nombre de Temis, la diosa griega de la justicia. Según las observaciones de Pickering Temis orbitaría a una distancia de Saturno ligeramente inferior a la de Hiperión, con una inclinación orbital de 39 grados y una excentricidad de 0,23. Su tamaño, corregidos los cálculos de Pickering mediante estimaciones modernas, habría sido de unos 200 kilómetros de diámetro, equivalente al de Febe y algo inferior al de Hiperión. Pese a que ningún otro astrónomo confirmó su existencia Temis continuó figurando entre los satélites de Saturno hasta muy entrado el siglo XX, cuando se descartó su existencia tal como años después confirmaron las sondas espaciales Pioneer 11, Voyager 1, Voyager 2 y Cassini.
Urano
Pese a que Urano cuenta con un número considerable de satélites conocidos, 27 en concreto, la distribución de los mismos es relativamente más sencilla que en los casos de Júpiter y Saturno, pudiéndose clasificar a todos ellos en tres grupos diferentes: los pastores, los principales y los irregulares, o exteriores. Hay que advertir que, puesto que el eje de rotación de Urano presenta una inclinación de más de 90º respecto al plano de su órbita -literalmente rueda por ella-, los ángulos de inclinación orbital de sus satélites están medidos sobre su plano ecuatorial, es decir, éstos también están tumbados.
Los pastores son un total de 13, la mitad del total: Cordelia, Ofelia, Bianca, Crésida, Desdémona, Julieta, Porcia, Rosalinda, Cupido, Belinda, Perdita, Puck y Mab. Como su nombre indica se desplazan por las cercanías del planeta, entre los 50.000 y los 100.000 kilómetros, y pastorean -de ahí su nombre- a los anillos. Son todos de pequeño tamaño -Puck, el mayor, no pasa de los 160 kilómetros- y sus órbitas, como suele ocurrir con los satélites interiores, presentan unos valores muy bajos de excentricidad e inclinación.
Los satélites principales son cinco: Miranda, Ariel, Umbriel, Titania y Oberón. Son con diferencia los de mayor tamaño de todos ellos, y sus órbitas abarcan entre los 130.000 kilómetros de Miranda y los casi 600.000 de Oberón. Al igual que los anteriores presentan valores bajos de inclinación -tan sólo Miranda, con 4 grados, se desvía ligeramente del plano del ecuador de Urano- y excentricidad orbital.
Diagrama que representa las órbitas de los
satélites irregulares de Urano
Fuente:
Wikipedia
Entre la órbita de Oberón y la de Francisco, el primero de los nueve satélites irregulares de Urano, hay un vacío de casi 4 millones de kilómetros. Estas nueve lunas, que se extienden hasta los 21 millones de kilómetros, pueden a su vez ser clasificadas en dos grupos, separados por un vacío de más de tres millones y medio de kilómetros, bautizados con los nombres del más importante de cada uno de ellos: el interno o de Calibán, que agrupa a Francisco, Calibán, Estéfano y Trínculo, y el externo o de Sycorax, formado por Sycorax, Próspero, Setebos y Fernando. Ambos grupos son retrógrados, con unos valores similares de inclinación orbital -entre 140 y 170 grados- y unas excentricidades mucho más elevadas en el de Sycorax -en torno a 0,5- que el de Calibán, donde rondan entre 0,15 y 0,20.
El satélite restante, Margarita, aunque por distancia orbita entre Sycorax y Próspero, es decir, dentro del grupo de Sycorax, tiene unos parámetros orbitales muy diferentes de los de los dos grupos, por lo que se le considera independiente. Aunque su inclinación orbital es elevada, del orden de los 57 grados, es muy inferior a las de sus compañeros, siendo el único satélite exterior que no presenta movimiento retrógrado. Margarita presenta asimismo una excentricidad orbital de 0,68, muy superior a las de éstos y la más elevada de todos los satélites del Sistema Solar tras la de Nereida.
Neptuno
En la actualidad se conocen un total de 14 satélites de Neptuno, de los cuales tan sólo Tritón presenta un tamaño apreciable, siendo el resto pequeños cuerpos de forma irregular.
En lo que respecta a sus órbitas éstos se distribuyen, de forma similar a los de Urano, en tres grupos: los pastores, los principales y los irregulares o exteriores.
Los pastores son cuatro: Náyade, Talasa, Despina y Galatea, y como su nombre indica, discurren por la zona de los anillos de Neptuno. Con unos semiejes mayores comprendidos entre los 48.000 y los 62.000 kilómetros, presentan como es habitual valores bajos de inclinación orbital y excentricidad.
Los del grupo principal son otros cuatro: Larisa, Hipocampo, Proteo y Tritón. Orbitan entre los 73.500 y los 355.000 kilómetros, y todos ellos cumplen también los requisitos de inclinación orbital y excentricidad bajas excepto Tritón, que presenta una inclinación orbital de 157 grados, lo que le convierte en retrógrado, al tiempo que su órbita carece de excentricidad. Este comportamiento anómalo hace sospechar a los astrónomos que pudiera tratarse de un antiguo transneptuniano capturado por Neptuno tras haber sido objeto de una grave perturbación gravitatoria causante de su peculiar órbita.
Diagrama que representa las órbitas
de los satélites irregulares de Neptuno
Fuente:
Wikipedia
Entre Tritón y Nereida, el primero de los satélites irregulares, existe el habitual espacio vacío, que en este caso abarca más de 5 millones de kilómetros. Junto con Nereida el grupo se completa con otros cinco satélites, el último de los cuales orbita a casi 50 millones de kilómetros de Neptuno.
Los seis satélites irregulares pueden ser a su vez separados en dos grupos, los de movimiento directo -Nereida, Sao y Laomedea- y los retrógrados -Halimeda, Psámata y Neso-. Los primeros tienen una inclinación orbital entre 6 y 50 grados, y los segundos en torno a los 120. En lo que respecta a las excentricidades, las de todos ellos oscilan entre 0,15 y 0,4 excepto la de Nereida, que alcanza el valor de 0,75, el más elevado entre todos los satélites del Sistema Solar. Se da la circunstancia de que Nereida presenta un comportamiento opuesto al de Tritón, con un valor muy bajo de inclinación orbital y uno muy elevado de excentricidad.
Plutón
El planeta enano Plutón cuenta con cinco satélites conocidos, si bien uno de ellos -Caronte- presenta un comportamiento muy distinto a los cuatro restantes: Estigia, Nix, Cerbero e Hidra.
Diagrama que representa las órbitas de los
satélites de Plutón
Fuente:
Wikipedia
Para empezar el sistema Plutón-Caronte ha de ser considerado más bien como un planeta doble, dado que su relación de masas es muy superior con diferencia a la de cualquier otro sistema formado por un planeta y un satélite, excepción hecha de los satélites asteroidales. Además están separados por apenas 20.000 kilómetros, describiendo ambos una órbita en torno al centro de masas común con inclinación y excentricidad orbital nulas.
Los otros cuatro satélites, por el contrario, son muy pequeños -Hidra, el mayor de ellos, tan sólo alcanza alrededor de los 50 kilómetros de diámetro- y están mucho más alejados: 42.000 kilómetros Estigia, 49.000 Nix, 58.000 Cerbero y 65.000 Hidra. Tanto la inclinación orbital como la excentricidad de las órbitas de todos ellos presentan unos valores cercanos a cero, mientras sus períodos de traslación se aproximan en todos los casos a los correspondientes a unas resonancias orbitales 1:3, 1:4, 1:5 y 1:6, respectivamente, en relación con el período orbital del sistema Plutón-Caronte. Esta regularidad, a la que se suma que ninguno es retrógrado, parece indicar un origen común de todos ellos, probablemente causada por una colisión entre el astro predecesor de Plutón y otro objeto del Cinturón de Kuiper, fruto de la cual habrían sido Plutón, Caronte y un anillo de polvo a partir del cual habrían acabado formándose, por agregación de los residuos, los cuatro satélites menores.
Haumea
El planeta enano Haumea cuenta con dos satélites de enrevesado nombre, Namaka e Hiiaka. El primero orbita a 26.000 kilómetros y el segundo a 50.000. Mientras la órbita de Hiiaka es casi circular, la de Namaka es mucho más excéntrica, con un valor de 0,25. Ambos son retrógrados, con unas inclinaciones que oscilan entre los 113 grados de Namaka y los 126 de Hi'iaka. Son de pequeño tamaño: alrededor de 170 kilómetros de diámetro Namaka, y en torno a los 300 Hiiaka. Se cree que las dos lunas se debieron formar a consecuencia de algún tipo de impacto en los albores del Sistema Solar.
Makemake
En 2015 se descubrió un satélite orbitando en torno al planeta enano Makemame, el cual todavía no ha sido bautizado con un nombre propio figurando por el momento como S/2015 (136472) 1. Su tamaño es similar al de los anteriores -en torno a los 175 kilómetros- y orbita a 21.000 kilómetros de distancia de Makemake.
Publicado el 26-3-2010
Actualizado el
9-3-2023