Los bolsilibros de ciencia ficción
¿Un género extinto?





Antes de iniciar cualquier tipo de reflexión es necesario definir previamente una serie de conceptos indispensables para saber de que estamos hablando. Para empezar, conviene tener clara la diferencia entre literatura popular (también llamada en ocasiones de kiosko) y bolsilibros, o novelas de a duro. Evidentemente el primer concepto es mucho más amplio que el segundo, puesto que abarca diferentes formatos tanto gráficos como de texto, mientras los bolsilibros solían tener un tamaño reducido, de unos 15x10 cm. aproximadamente, aunque había variaciones, que les daba su aspecto característico. Hay que recordar asimismo que este formato, inferior al de libro de bolsillo, no surgió en España hasta bien avanzada la posguerra, ya que el formato habitual durante las primeras décadas del siglo XX fue el de un cuadernillo de tamaño aproximado de una cuartilla, o incluso de una holandesa, bastante similar por cierto al de los pulps americanos. ¿A qué se pudo deber tan drástico cambio de formato? Confieso que no lo sé, aunque sospecho que la penuria de papel existente en nuestro país con posterioridad a la guerra civil quizá tuviera mucho que ver en ello.

Por supuesto el formato de bolsilibro se extendió a todos los géneros que abarcaba la literatura popular (aventuras, bélico, oeste, romántico, ciencia ficción), pero por razones obvias sólo nos vamos a ceñir al que aquí nos interesa, es decir, las novelas del espacio o del futuro tal como eran denominadas entonces, que lo de ciencia ficción tardó todavía mucho en llegar. Hay que advertir también que el concepto de bolsilibro no se limita tan sólo al tamaño del volumen o al número de páginas (tradicionalmente 124, aunque en los años setenta se redujeron hasta las 90 debido al alto coste del papel), al abarcar también a la propia concepción del contenido. Así, a diferencia de los pulps, que eran en realidad revistas donde tenían cabida relatos, novelas serializadas, artículos y secciones fijas, en los bolsilibros españoles de ciencia ficción se publicaban exclusivamente novelas y, tan sólo muy excepcionalmente, relatos, casi siempre como complemento a una novela que hubiera quedado corta de extensión y no como antologías de los mismos. Eso sí, algunas colecciones (en especial Luchadores del Espacio, sobre todo en sus primeros años) frecuentaron la serialización de las narraciones siguiendo la tradición de los antiguos folletines decimonónicos, aunque lo más habitual fue que las novelas ocuparan un único volumen constituyendo narraciones completas e independientes.

Una vez definido el bolsilibro de ciencia ficción conviene determinar su extensión temporal. Aunque durante la década de los cuarenta del siglo XX apareció alguna efímera colección de aventuras y espionaje en la que podría rastrearse cierta proximidad a la ciencia ficción, habría que esperar hasta 1953 para encontrarnos con colecciones de ciencia ficción propiamente dicha, y nada menos que tres surgidas de forma prácticamente simultánea: Futuro, dirigida, traducida -rozando el plagio- y escrita en buena parte por José Mallorquí, Luchadores del Espacio, en la que pronto se haría popular la conocida Saga de los Aznar de Pascual Enguídanos, alias George H. White, y Espacio, de la barcelonesa editorial Toray, que contó con profesionales tan cualificados como Luis García Lecha (Clark Carrados y Louis G. Milk), Juan Gallardo Muñoz (Johnny Garland) y Enrique Sánchez Pascual (H.S. Thels, Law Space, Alan Comet...) entre otros.

Estas tres colecciones siguieron caminos muy distintos, ya que Futuro no pasó de los treinta y cuatro volúmenes, Luchadores se mantuvo durante casi diez años publicando 234 títulos y Espacio, la más longeva de todas ellas, consiguió llegar hasta los albores de la década de los setenta, ejerciendo una hegemonía absoluta durante la mayor parte de los años sesenta y generando además varias colecciones hermanas: Ciencia Ficción, S.I.P., Espacio Extra y Best Sellers del Espacio, alcanzando entre todas ellas la respetable cifra de más de 800 títulos, la inmensa mayoría inéditos. Hubo también diversas colecciones menores (Robot, Naviatom, Science & Fiction, Vida futura) que intentaron hacerse con un hueco, pero en ningún caso lograron pasar de un escaso número de ejemplares.

La llegada de los años setenta supuso un cambio radical en el mundo de los bolsilibros de ciencia ficción tanto por el colapso de Toray como por la llegada de Bruguera, dado que el gigante barcelonés sacó al mercado su colección La conquista del espacio (la más longeva de todas, con casi 750 títulos) y posteriormente, a través de su filial Ceres, Héroes del espacio. A partir de 1975 se sumaría a ellas la colección Galaxia 2001 editada por Andina, sucesora de la clásica editorial Rollán, aunque la mayor parte de sus casi 400 novelas son tan sólo reediciones de títulos aparecidos años atrás en diferentes colecciones anteriores, en especial de Espacio. Hubo también algunas colecciones menores de escasa relevancia, pero un acontecimiento importante fue la reedición en 1974 de la Saga de los Aznar, completamente revisada por el autor, a la que siguió la publicación de episodios inéditos hasta llegar a un total de más de cincuenta títulos.

La siguiente década, la de los ochenta, enlazaría el auge de los bolsilibros con su colapso definitivo hacia mediados de la misma, aunque esta catástrofe hubiera difícil de prever en los años previos a la misma; no sólo se mantenían en el mercado tres de las cuatro principales colecciones (La conquista del espacio, Héroes del espacio y Galaxia 2001; la Saga de los Aznar había desaparecido en 1978 víctima de la crisis económica), sino que surgieron otras nuevas como Ciencia Ficción de la editorial Astri, Infinitum de Producciones Editoriales, Galaxia 2000 de Delta o La conquista del espacio Extra de Bruguera, junto con varias colecciones efímeras más. Al llegar el año 1985 la salud de los bolsilibros de ciencia ficción parecía ser mejor que nunca, pero...

Ése fue el año de la desaparición de Bruguera, la editorial española de literatura popular por excelencia. Lógicamente desaparecieron todas sus colecciones de ciencia ficción (las tres citadas más la póstuma Basureros del Espacio, pero también lo hicieron las dos Galaxias mientras la colección de Astri, dedicada casi exclusivamente a reeditar antiguas novelas del veterano Juan Gallardo, duró algo más, hasta 1989 concretamente. Infinitum, por su parte, había dejado de salir en 1982, y el resto de las colecciones efímeras tampoco consiguieron sobrepasar esta fatídica frontera.

Y después... ¿qué? Pues muy poco. Los tiempos habían cambiado, y no corrían buenos vientos no ya para los bolsilibros de ciencia ficción, sino para el conjunto de la literatura popular. Ediciones B, la nueva editorial barcelonesa que recogió el testigo de Bruguera, intentó resucitar la colección La conquista del espacio, pero la iniciativa no pasó de 60 títulos, en su totalidad reediciones de su predecesora, publicados entre 1990 y 1995 con una periodicidad mensual, lo que da una idea de lo inhóspito que se había vuelto este mercado. Con posterioridad a su desaparición, y de ello pronto hará diez años, ninguna otra editorial se ha atrevido a resucitar los bolsilibros de ciencia ficción, al menos tal como se concibieron durante todos estos años, aunque sí se ha hecho tímidamente con otros géneros tales como el del Oeste o el romántico.

Esto no quiere decir que la penuria haya sido absoluta ya que, por fortuna, algo es lo que se ha hecho, aunque ya desde otros planteamientos. Ediciones B publicó, entre 1996 y 1998, cuatro volúmenes recopilatorios con un total de dieciséis novelas de la serie del Orden Estelar, obra del escritor gaditano Ángel Torres Quesada, las cuales habían sido publicadas inicialmente en las colecciones de bolsilibros de Bruguera. Pese a la buena acogida dispensada por los lectores, la editorial suspendió indefinidamente la iniciativa, la cual ha sido retomada muy recientemente por Robel con la intención de reeditar la totalidad de las novelas de esta importante serie, incluyendo también alguna inédita. Otras iniciativas han surgido del propio mundillo del fandom, como ha ocurrido con la reedición completa (todavía en curso) de la Saga de los Aznar emprendida por Silente, a la que acompaña una curiosa colección de novelas escritas por diferentes autores y ambientadas en su universo; o la reedición de algunas de las series cortas más interesantes de Luchadores del Espacio, concretamente la de Más allá del Sol, de Pascual Enguídanos, y la del Kipsedón de Ramón Brotons, alias, Walter Carrigan, por Pulp Ediciones, que en su revista Pulp Magazine rescató también algunas novelas publicadas originalmente en colecciones de bolsilibros.

Y eso es todo. Que veamos la botella medio vacía, o medio llena, dependerá de nuestros particulares criterios. Cierto es que el bolsilibro de ciencia ficción, como tal formato, parece estar definitivamente muerto, y cierto es también que las grandes editoriales comerciales parecen no estar interesadas en ello. Pero sería injusto ignorar las loables iniciativas de Robel, Pulp Ediciones y Silente, cuya buena acogida parece indicar que, pese a todo, los lectores potenciales de la ciencia ficción popular no han, ni mucho menos, desaparecido. Quizá el futuro formato sea diferente del modesto 15x10, como lo son los de los tres ejemplos citados, pero eso en definitiva es lo de menos.


Publicado el 30-7-2003 en Cyberdark