La ciencia en la ciencia ficción





A pesar de la primera parte de su nombre, la ciencia ficción en ocasiones puede llegar a estar reñida con la ciencia, ya que recurre a diversos tópicos y argumentos que, o bien no están demostrados científicamente, o bien son sencillamente imposibles. Y, reconozcámoslo, la ciencia ficción hard puede llegar a ser un auténtico ladrillo por muy respetuosa con la ciencia que resulte.

Esto de ser químico por un lado y aficionado a la ciencia ficción por otro a veces tiene sus inconvenientes. Cuando leo una novela o un relato me saltan automáticamente las alarmas cada vez que se dice algo que no es coherente desde un punto de vista científico. Es algo que no puedo evitar. Pero por otro, si quiero disfrutar de un buen relato tengo que olvidarme de esos prejuicios, aunque nunca renuncio a algo que para mí es fundamental, la coherencia interna del mismo. Dicho con otras palabras, considero tolerable (aunque sepamos que sea falsa) una premisa errónea desde un punto de vista científico, siempre y cuando la narración sea coherente consigo misma... De no ser así, nos cargaríamos la práctica totalidad de las obras del género.

El tema de los planetas habitables es paradigmático. Desde un punto de vista estricto, podemos asumir como hipótesis que haya muchos planetas habitables e incluso habitados. Otra cosa muy diferente es que esta vida sea compatible con la nuestra, algo que la lógica recomienda descartar. Pero queda tan bonito moverse por un universo repleto de planetas habitables para los humanos...

Valga como ejemplo la posibilidad de vida basada en otros elementos químicos distintos del carbono. Se ha especulado con el silicio, un elemento químico de propiedades parecidas (aunque no iguales) al carbono y que, al igual que éste, puede formar cadenas moleculares, aunque mucho más cortas y mucho más inestables. Además, esta hipotética bioquímica del silicio tendría que estar basada probablemente en otros elementos ajenos al oxígeno (quizá los halógenos), puesto que el silicio tiene tendencia a formar con el oxígeno compuestos sólidos tales como el cuarzo, difícilmente compatibles con la vida... A no ser, claro está, que imaginemos unas condiciones de presión y temperatura completamente distintas a las nuestras. No sabemos nada en absoluto de cómo se puede haber desarrollado la vida en otros planetas. Lo que está claro, es que de forma similar a la de la Tierra, no.

Otro ejemplo, con los viajes interestelares, pero donde esté una buena astronave hiperlumínica, por mucho que lo prohíba la Teoría de la Relatividad, que se quiten las naves generacionales o las aburridas hibernaciones. Sí, me gusta la space ópera, la buena space ópera, por supuesto, que también la hay; no es éste el único subgénero que leo con placer, por supuesto, pero no le hago ascos a priori.

Claro está que para ello tengo que intentar evitar la esquizofrenia que me producen mi formación científica por un lado, y mi debilidad por los imperios galácticos por otro.


Publicado el 16-7-2001 en el Sitio de Ciencia Ficción