Las series cortas de Ángel Torres Quesada
(I)
La serie de los Kherles
Pese a que suponen más de la mitad de los bolsilibros escritos por Ángel Torres Quesada, los títulos ajenos al Orden Estelar suelen ser, por lo general, mucho menos conocidos que los pertenecientes a su famosa serie, por más que en la mayor parte de los casos no le anden a la zaga en interés. Éstos, a su vez, se subdividen en dos grupos bien diferenciados, las novelas independientes y las pertenecientes a varios ciclos narrativos, por lo general cortos -los más extensos no pasan de los seis títulos-, que merecen ser recordados.
Antes de seguir adelante es preciso advertir que dentro del Orden Estelar existen también varios ciclos, algunos de ellos, tales como el de la Montaña estelar o el de Caronte, con un marcado carácter propio, por lo que en principio podría estar justificado su estudio por separado; pero como todas las novelas integradas en el Orden Estelar, tanto las de la serie principal como las colaterales, han sido ya sobradamente comentadas, no las voy a considerar salvo en un caso -el del ciclo Múrido- que justificaré en su momento.
En conjunto nos encontramos con un total de cuatro series independientes: La de los Kherles y la de Hongara, con seis novelas cada una, y las trilogías de la Cofradía de Asesinos y de los Múridos. Claro está que con Ángel Torres las cosas no siempre resultan ser tan sencillas como pudieran parecer a primera vista, ya que en ocasiones sus bolsilibros se entremezclan con novelas de mayor envergadura, escritas en diferentes fases de su actividad literaria, las cuales es preciso considerar dentro de su contexto, sobre todo teniendo en cuenta la existencia de una retroalimentación mutua; e incluso resulta posible entrever una proyectada conexión entre las dos series mayores -Kherles y Hongara- que quedaría truncada por el súbito colapso de las colecciones de bolsilibros en las que el autor gaditano las publicaba.
Pero no nos adelantemos, comenzando por la serie de los Kherles. Aunque ésta fue publicada mayoritariamente en la colección Galaxia 2000, las dos primeras entregas aparecieron en la colección Héroes del Espacio cuando ésta estaba ya más que mediada y sin que en ninguna de ellas hicieran su aparición los artistas invitados de la serie, los kherles... que, paradójicamente, sí lo habían hecho años atrás en la revista Nueva Dimensión.
Como entra dentro de lo posible que a estas alturas ya se hayan hecho ustedes un razonable lío, comenzaré explicando las cosas por el principio... o, mejor aún, dejaré que sea el propio Ángel quien lo haga, concretamente en el editorial que, bajo el título La odisea del autor, publicó en el número 122 de Nueva Dimensión. Corría el mes de marzo de 1980:
Allá por el verano de 1976, tuve la visión de una línea interminable de criptas. Era una reserva de cuerpos que alguien podía aprovechar cuando lo necesitara. Así empezó a germinar Dios de Dhrule. Por unas semanas dejé a un lado mi producción de bolsilibros para Bruguera, y empecé a teclear como un poseso.
Aunque la novela era bastante más ambiciosa que sus habituales bolsilibros, Ángel la mandó a Bruguera, recibiendo en enero de 1977 la siguiente respuesta:
El informe de los asesores del departamento correspondiente decía que si, que estaba bien, era interesante, con mucha acción, etc. etc., pero... ¡terrible pero!, «que no alcanza el grado de madurez literaria de los grandes maestros de la SF como Asimov, Clarke, Bradbury, etc., cuyas obras editamos en nuestra colección Libro Amigo, pero sí demuestra poseer unos valores superiores a las novelas corrientemente presentadas en nuestra serie popular de bolsillo La Conquista del Espacio».
Obviamente, se la devolvieron. Cerrada la vía de Bruguera, Ángel intentó probar suerte en otros editoriales, también sin resultado hasta que finalmente conseguiría verla publicada, dividida en dos entregas, en los números 122 y 123 de Nueva Dimensión.
Bien, ¿y qué tiene que ver esto con los kherles? -se preguntarán ustedes-. Pues mucho, porque Dios de Dhrule era tan sólo la primera novela de una trilogía cuyo segundo volumen se titulaba... Dios de Kherle. En esta ocasión Ángel no tuvo tantos problemas para verla impresa, ya que los editores de Nueva Dimensión repitieron la fórmula de repartirla en dos entregas, en los números 133 y 134, durante los meses de abril y mayo de 1981... y aquí se acabó la historia, puesto que Dios de la Esfera, la tercera parte de la trilogía, quedó inédita al desaparecer la revista pocos meses después tras publicarse, como último número, el 148.
Así pues Ángel volvió a los bolsilibros, aunque no por ello se olvidó de su truncada trilogía. Justo dos años después de Dios de Kherle, en mayo de 1983, salió publicada con el número 162 de Héroes del Espacio, la segunda colección de Bruguera, El mensaje del pasado, un bolsilibro en principio independiente que, no obstante, acabaría convirtiéndose en la primera entrega de la todavía nonata serie de los Kherles. Curiosamente estos alienígenas no tienen la menor aparición en la trama, basada en el hallazgo de un antiquísimo vehículo interestelar, aunque éste sí recuerda mucho a la esfera en la que despierta Darío Siles, el protagonista principal de la trilogía.
Cuatro meses más tarde, en septiembre de ese mismo año, apareció con el número 178 de esta misma colección Camino abierto a las estrellas, una secuela del título anterior -la tradicional aversión de Bruguera hacia las series debía haberse relajado en esta etapa final de su existencia- en la que siguen sin aparecer los kherles, aunque los protagonistas son los mismos y el argumento una continuación de éste.
La larga agonía de Bruguera, saldada con su colapso y el consiguiente cierre de sus colecciones de ciencia ficción en la primavera de 1985, nos impide saber si Ángel Torres hubiera podido desarrollar en ellas su incipiente serie, y de qué manera; pero como dice el refrán cuando una puerta se cierra otra se abre. Así pues, coincidiendo con la debacle de esta editorial, Enrique Martínez Fariñas, antiguo responsable de las colecciones de bolsilibros de la editorial Ceres, una filial de Bruguera que años antes había sido absorbido por ésta, le ofreció participar en la nueva colección Galaxia 2000, de la que era promotor. El caramelo era goloso puesto que, a diferencia de las continuas cortapisas de Bruguera, a Ángel se le prometió una libertad de creación absoluta, por lo cual aceptó.
Lamentablemente la trayectoria de la efímera colección ni siquiera duró un año ya que, iniciada en octubre de 1984, concluyó en julio de 1985. Por esta razón tan sólo llegaron a ser publicados en ella una treintena de números, quedando inéditos otros cuatro más tras su brusco cierre. Pese a ello Ángel fue el responsable, bajo su tradicional firma de A. Thorkent, o la rescatada de Alex Towers, de la mitad de los títulos, incluyendo dos de los inéditos, cuatro de los cuales correspondieron a la ya iniciada serie de los Kherles.
La primera de estas novelas, tercera de la serie tras las dos de Héroes del Espacio, fue el número 15, El día que llegaron los kherles. Ambientada en una época varias décadas posterior a la de las dos anteriores, aunque con los mismos personajes, retrata un futuro sombrío -aproximadamente nuestro presente- en el que la superpoblación, la contaminación, el expolio de los recursos naturales y la imparable deriva de los diferentes gobiernos, incluido el norteamericano, hacia el autoritarismo han convertido al planeta en un lugar muy poco agradable para vivir... lo cual, al menos en ciertos aspectos, no se aleja demasiado de la realidad actual.
La novela supone también el engarce entre la historia anterior de la misteriosa esfera-navío interplanetario, zanjada por el autor de una manera un tanto abrupta, quizá porque pretendía retomarla en unos futuros bolsilibros que no llegó a escribir, y la nueva situación planteada por la llegada de los kherles, unos misteriosos extraterrestres que afirman querer salvar a la humanidad de la extinción imponiéndole la construcción de una serie de navíos interestelares que permitirán que unos grupos de colonos seleccionados puedan asentarse en planetas deshabitados. Estos enigmáticos seres, sobre los que el autor insinúa que pudieran ser tan sólo unos meros sirvientes de los constructores de la esfera, se limitan a dar instrucciones -más bien órdenes- a los terrestres, a equipar los navíos con sus motores hiperlumínicos y a proporcionar generadores capaces de paliar, siquiera de forma parcial, la carestía energética de la Tierra, sin dar a sus forzados anfitriones la menor explicación sobre las verdaderas razones de su proceder ni, por supuesto, permitirles el acceso a su avanzada tecnología.
Las otras tres novelas: Los amos del sello (nº 21), Pasaporte a las estrellas (nº 27) e Y los kherles dijeron... (nº 30) profundizan en la temática de la anterior, estando más interesado Ángel Torres -cosa insólita en el ámbito de los bolsilibros- en describir desde distintas facetas el futuro distópico y cada vez más agobiante hacia el que se encamina la mayor parte de la humanidad, con escenarios que en ocasiones parecen tomados de la novela negra, que en la optimista por no decir ingenua space ópera habitual en este formato, lo cual no deja de llamar la atención dado el potencial no explotado que suponían los kherles, los cuales en ningún momento abandonarán su discreto segundo plano.
Por cierto, en una de estas novelas se hace alusión a Darío Siles, el protagonista de la Trilogía de los Dioses y único superviviente de un naufragio sideral tal como se describe en Dios de Dhrule, como uno de los tripulantes de la Vorágine, una nave exploradora lanzada al espacio años antes de la llegada de los kherles y dada por perdida tras haberse perdido el contacto con ella. Es evidente que Ángel tenía intención de continuar la serie enlazándola con la trilogía, pretensión truncada tras el cierre de la colección de modo que la serie de los Kherles quedó interrumpida de forma brusca sin ningún tipo de desenlace definitivo. Pero dejemos que sea el propio autor quien nos lo explique, tal como lo hizo en Las últimas novelas de a duro, la entrega número 38 de La memoria estelar:
Yo había iniciado, así como quien no quiere la cosa, una serie de corte más bien fantástico cuyo primer título era Las murallas de Hongara, firmado con el seudónimo de Alex Towers. Bajo el de A. Thorkent había escrito un par de títulos basados en los antecedentes a la llegada de los kherles a la Tierra. De esta manera, escribía una novela de Hongara y luego otra de los kherles. Lo pasaba bien, de veras. Además, no me aburría.
Le pregunté a Enrique [Martínez Fariñas] si una vez llegado el momento en que finalizara la historia kherliana, se podía utilizar las novelas publicadas en Nueva Dimensión, Dios de Dhrule y Dios de Kherle, que pensaba reescribirlas y convertirlas cada una en dos títulos para Galaxia 2000, y más tarde incluiría la inédita Dios de la Esfera, y ya vería más adelante cómo prolongar la serie sin abandonar el asunto de Hongara.
(...)
En Galaxia 2000 se publicaron 30 números. Quince títulos fueron míos. Yo la comencé y yo la clausuré. En la editorial quedaron cuatro novelas mías inéditas, dos de la serie de Hongara y las dos primeras entregas de Dios de Dhrule.
Evidentemente los planes de Ángel quedaron frustrados, aunque sólo parcialmente. La Trilogía de los Dioses fue publicada al fin, completa y revisada, en 2002, sin el planeado engarce con la serie de losKherles. Los dos bolsilibros inéditos de la serie de Hongara tendrían que esperar bastantes años más, en concreto hasta 2016; pero esto se explicará en el artículo correspondiente. En cuanto a la aludida conversión a bolsilibros de Dios de Dhrule, él me ha confirmado que no llegó a hacerla.
Novelas de la serie de los Kherles
Título | Nº | Colección |
El mensaje del pasado | 162 | Héroes del Espacio |
Camino abierto a las estrellas | 178 | Héroes del Espacio |
El día que llegaron los kherles | 15 | Galaxia 2000 |
Los amos del sello | 21 | Galaxia 2000 |
Pasaporte a las estrellas | 27 | Galaxia 2000 |
Y los kherles dijeron... | 30 | Galaxia 2000 |
Ver también:
Las series cortas de Ángel Torres Quesada (II).
La serie de Hongara
Las series cortas de
Ángel Torres Quesada (III). La trilogía de los
múridos
Publicado el 5-4-2017