El quinto engendro (perdón, elemento)





No, no se asusten ustedes; ni intento suplantar la labor de Francisco Muñoz, que lo hace mucho mejor que yo, ni pienso ir más allá de este artículo en mis pretensiones de crítico cinematográfico. Ocurre, además, que yo no soy especialmente aficionado al cine aunque sí a la ciencia ficción, razón por la cual este comentario ha de ser visto más desde la óptica de la literatura fantástica que desde la del séptimo arte.

En general, soy de la opinión que el cine ha hecho pocos favores a la ciencia ficción, ya que tanto muchos guiones originales como otros tantos adaptados a partir de novelas han dejado muchísimo que desear... Y no salvo ni tan siquiera a la mítica 2001 Una odisea en el espacio por más que Sergio Coello me tire de las orejas, ya que aunque la película en sí sea excelente, yo no le perdono a Kubrik que destrozara la novela original de Arthur C. Clarke; claro está que posteriormente el propio Clarke procedió a destrozarla también con sus cada vez más infumables secuelas, pero ésta es ya otra historia distinta.

Cierto es que hay películas de ciencia ficción que resultan ser excelentes: La propia -a pesar de lo dicho- 2001, Alien, Blade Runner, la trilogía de La guerra de las galaxias, algunas -no todas- de la serie de Star Treck, E.T., Encuentros en la tercera fase, Terminator... Pero también son legión las mediocres, cuando no simplemente insoportables. Y si a las películas de serie B se les puede disculpar su -incluso a veces simpática- cutrería en función de lo bajo de su presupuesto, las pretendidas superproducciones con las que nos castigan ahora no tienen ciertamente el menor perdón de Dios. Lamentablemente, los productores actuales parecen estar convencidos de que con una buena parafernalia de efectos especiales se soluciona todo camuflándose las enormes carencias de unos guiones que parecen estar escritos por y para retrasados mentales... Cuando por desgracia resulta evidente que no es en modo alguno así.

En consecuencia han sido varias las decepciones que me he llevado en estos últimos años, por más que procuro seleccionar lo mejor posible las películas antes de decidirme a ir al cine. Comenzó la historia -y me olvido de bodrios antiguos tales como Enemigo mío- con Stargate -aprovecho asimismo la ocasión para criticar la estúpida manía que les ha entrado a los distribuidores de no traducir los títulos-, siguió con el engendro de El día de la independencia, continuó con el mal plagio de Alien que es The relic -la reliquia- y terminó, por ahora, con la estupidez supina de El quinto elemento.

Con lo cual, entro ya de lleno en el grano. Cojan ustedes un guión (?) que rechazaría hasta el menos exigente de los directores de las fenecidas colecciones de bolsillo. Contraten a un actor taquillero (Bruce Willis) y a un malo conocido (Gary Oldman) y rellenen con desconocidos baratos para no disparar el presupuesto. Añadan un toque de erotismo de guardería. Introduzcan una traca de efectos especiales de variopintos y a veces chapuceros resultados. Fusilen descaradamente ambientaciones, e incluso escenas enteras, de películas tales como Blade Runner, La guerra de las galaxias, En busca del arca perdida o La profecía, e incluso de alguna serie de televisión para adolescentes de esas que mezclan las artes marciales, los superhéroes y los supermalos/tontos de turno. Pongan a Bruce Willis en su salsa soltando tortazos y balas a diestro y siniestro tal como lo hace en La jungla de cristal y sus secuelas. Métanlo todo en la batidora y sírvanlo frío... Y ya tendrán El quinto elemento listo para ser degustado, aunque convendrá no olvidarse del bicarbonato.

Y es que la peliculita de marras no tiene desperdicio. Su guión (?), vuelvo a repetirlo, no tiene ni pies ni cabeza, y si ustedes son mínimamente exigentes con el soporte científico o pseudocientífico en el que presuntamente se apoya, les puedo asegurar que quedarán escandalizados de las burradas que son capaces de decir. Por si fuera poco la inclusión de un personaje presuntamente cómico, presuntamente homosexual y decididamente negro resulta ser completamente vomitiva (por lo primero, no por el resto), superando con creces incluso a la insoportable actuación (?) de Richard Pryor en Supermán III.

En resumen: La única forma de ver esta película y no cortarse las venas en la misma butaca del cine es tomándosela a risa tal como hice yo, ya que como película cómica puede tener algún atractivo; desde luego, como película de ciencia ficción no.

¡Qué diferencia tan enorme es la que existe entre El quinto elemento y la única película de ciencia ficción que me ha gustado en estos últimos años, la hilarante Marte ataca de Tim Burton! Claro está que esta última es directamente una gamberrada y no pretende ser otra cosa que una inteligente parodia del mal cine de ciencia ficción, desde las cutrerías clásicas de serie B del tipo de La Tierra contra los platillos volantes hasta engendros patrioteros -americanos, claro- tales como la repulsiva El día de la independencia.

Claro está que Tim Burton no pretende que nos lo tomemos en serio mientras que Luc Besson, guionista y director de El quinto elemento intenta además que nos lo creamos. ¿Tendrá algo que ver con el hecho de que es francés, y los franceses han escrito por lo general la peor ciencia ficción que yo he sido capaz -e incapaz de leer?


Publicado el 18-8-1998 en el Sitio de Ciencia Ficción