Tal como prometiera, Alfonso M. González, o si se prefiere Alan Dick Jr., cumplió su compromiso publicando en abril, tres meses después del primero, el segundo número de la colección Sci-Fi, titulado en esta ocasión Viajes en el tiempo low cost. En él, cambiando por completo de temática, nos ofrece una mordaz visión de uno de los tópicos más comunes de la ciencia ficción, los viajes por el tiempo, fusionándolo con el auge del turismo de masas -nada que ver con los verdaderos viajeros- que en muchos casos no pasa de ser un interés superficial por coleccionar fotografías para poder presumir de haber estado allí. Todo ello adobado con la mercantilización extrema en la que es probable que tropecemos con una empresa dispuesta a explotar el filón, dando prioridad a la obtención del máximo beneficio al tiempo que deja de lado los escrúpulos y cualquier posible atisbo de ética y profesionalidad.

Así pues que nadie espere un amable relato pulp, ya que se trata de una descarnada crítica de la sociedad de consumo -o liberal, si se prefiere, conforme a la interpretación que dan a este término los defensores del ultracapitalismo a ultranza- en la que se alerta de la amenaza de esta ley de la selva económica, así como de las situaciones límite a las que podría conducir la extrapolación de la ya de por sí preocupante situación actual.

Viajes en el tiempo low cost me ha recordado, por cierto, a alguno de los relatos de Philip K. Dick donde nada es lo que parece ser, y quién sabe si una apacible escena familiar se podría revelar en realidad como una pesadilla de la que es imposible escapar. Ésta es una breve sinopsis de su argumento:

Es de desear que la colección tenga continuidad en el futuro y que asimismo esta iniciativa pueda tener emuladores ya que, tal como explicaba en la reseña del número anterior, este formato es el ideal para aquellos relatos que, siendo más extensos que un cuento, no tienen longitud suficiente para ser editados como novela, al tiempo que tampoco acaban de encajar bien en una antología de cuentos cortos.

Vaya desde aquí mi apoyo a Alfonso M. González tanto en su faceta de escritor como también en la no menos importante de editor, ya que en estos tiempos de vacas flacas publicar ciencia ficción, de un autor español y además en este formato tiene mucho, pero que mucho mérito.