La colección Robot
Entre los años 1955 y 1956 salió al mercado una nueva colección de bolsilibros de ciencia ficción, titulada Robot y editada por la editorial Mando. Con un formato de 165 × 110 milímetros, ligeramente superior al tradicional de los bolsilibros de la época, y una extensión asimismo mayor -160 páginas en lugar de las 128 habituales-, las novelas de esta colección presentaban un característico aspecto, con los colores verde y negro predominantes y una banda inferior en la que aparecía dibujado a modo de logotipo el robot que le daba nombre, con el brazo izquierdo alzado y un haz de luz surgiendo de su mano con el cual alumbraba la palabra ROBOT. Las portadas, de claro estilo pulp y muy de la época, eran vistosas, siendo las nueve primeras de un desconocido FAS -supongo que éstas serían las iniciales de su nombre- y las restantes de Alfredo Ibarra Montilla, que firmaba como A. Ibarra.
Pero Robot no lo tuvo fácil, ya que hubo de competir desde un principio con los dos gigantes del género, Luchadores del Espacio, de Valenciana, y Espacio, de Toray, amén de con alguna otra colección menor como Science & Fiction de la editorial Mateu, o Vida Futura de la editorial Batería. En cualquier caso la competencia era demasiado dura, razón por la que no es de extrañar que Robot tan sólo alcanzara los quince números antes de ser cerrada.
En cuanto a la autoría de estos quince títulos, éstos aparecieron firmados en su totalidad por Alan Comet, seudónimo tras el cual se ocultaba el incombustible Enrique Sánchez Pascual, uno de los más significados autores españoles de ciencia ficción popular. Se trataba, eso sí, de un seudónimo de nuevo cuño, ya que aunque Sánchez Pascual era colaborador de Espacio desde el inicio de esta colección, un año antes de la aventura de Robot, para ésta había utilizado el de H.S. Thels , mientras más adelante usaría también el de Law Space.
Con posterioridad a la desaparición de Robot, Sánchez Pascual nunca llegaría a firmar sus novelas de Espacio como Alan Comet, algo que sí hizo algunos años después con tres de los títulos de la colección S.I.P., también de Toray, aunque no fue ésta su firma habitual en esta colección, sino las de W. Sampas y Alan Star. Fuera de las colecciones de Toray y de la propia Robot, Sánchez Pascual utilizó este seudónimo, ya en la segunda mitad de los años sesenta, tan sólo en sus tres colaboraciones con la colección Infinitum, de la editorial Ferma, a mitad de camino entre la ciencia ficción popular y la de más altos vuelos. Pese a que Alan Comet aparece con posterioridad en alguna ocasión más, se trata de reediciones de novelas anteriores, a veces con baile de seudónimos incluido.
En resumen, se puede afirmar que Alan Comet fue un seudónimo creado ex-profeso para la colección Robot, el cual Enrique Sánchez Pascual utilizó tan sólo en contadas ocasiones fuera de la misma, incluyendo sus novelas de mayores pretensiones. Esto nos puede dar una idea de la importancia que debió de revestir para nuestro autor la frustrada aventura de la colección Robot.
Sánchez Pascual no fue tan sólo el responsable literario de la colección, sino asimismo el promotor de la misma, ya que era él quien estaba también tras la editorial Mando. Enrique Martínez Peñaranda, en su excelente artículo dedicado a esta colección que apareció publicado en el libro La ciencia ficción española1, el cual ha sido una de mis principales fuentes de información para este trabajo, afirma que fue el propio Sánchez Pascual el fundador de la editorial, la cual publicó no sólo la citada colección Robot sino también Blindados, dedicada al entonces popular género bélico, de cuyos títulos también era autor bajo el seudónimo de Alex Simmons, así como otras colecciones de historietas gráficas que también resultaron ser efímeras. Remito al citado artículo al lector interesado, donde encontrará una descripción pormenorizada de los argumentos de todas las novelas de Robot.
¿Cuál fue la razón por la que nuestro autor se embarcó en una aventura editorial que, tal como cabía temer, acabaría resultando frustrada? Aunque carezco de datos de primera mano, no resulta demasiado difícil suponerlo. Como ya he comentado en más de una ocasión, los autores de la literatura popular española, durante los largos años del franquismo, estuvieron sometidos a unas condiciones laborales que rozaban la explotación, amén de que perdían el control -y los posibles beneficios económicos- de sus obras al pasar éstas a ser propiedad de los editores. Casos tan sonados como los de Víctor Mora y Francisco Ibáñez, que tuvieron que litigar conBruguera para recuperar la propiedad de El Capitán Trueno y Mortadelo y Filemón respectivamente, o el de Corín Tellado, a la que la propia Bruguera demandó judicialmente -y fue la editorial quien ganó el juicio- cuando ésta decidió abandonarla para publicar en Rollán, dan buena muestra de lo dicho.
Así pues, no es de extrañar que en varias ocasiones distintos autores intentaran librarse del férreo yugo editorial fundando sus propios sellos. Éste fue el caso de la cooperativa D.E.R, formada por varios dibujantes huidos de Bruguera que fundaron la revista Tío Vivo; el de la editorial Creo, también fundada por varios dibujantes entre los cuales se contaba José Luis Macías, el ilustrador de Luchadores del Espacio; el de la editorial Delosa, propiedad del escritor de novelas de ciencia ficción Luis Bayarri Lluch (Archie Lowan)... y, como ya he comentado, el de Enrique Sánchez Pascual y la citada editorial Mando.
Pero no lo tenían fácil. Por si fuera poco la dura competencia de los sellos de las grandes editoriales, estos autores metidos a empresarios carecían tanto de los medios materiales de éstas como de su muy superior capacidad económica. Así pues, no era de extrañar que, a diferencia de lo narrado en la Biblia, David acabara siendo derrotado por Goliat. En el caso de Robot se sumaba además otro inconveniente, su precio, sensiblemente superior a las cinco pesetas que solían costar entonces los bolsilibros: ocho pesetas en los primeros números y diez en los últimos. Teniendo en cuenta que este tipo de literatura iba dirigido fundamentalmente a personas que, como los jóvenes, carecían de un gran poder adquisitivo, cabe suponer que la tentación de adquirir los bolsilibros más baratos sería, como poco, fuerte.
Y sin embargo, Sánchez Pascual intentó desde el primer momento marcar distancias con los bolsilibros tradicionales, incluyendo los suyos propios publicados por Toray. Para empezar la mayor extensión de las novelas de Robot le permitía un mayor desarrollo del argumento, y de lo ambicioso -dentro del marco de la novela popular, se entiende- de sus planteamientos dan buena cuenta una serie de iniciativas nada habituales en las colecciones de bolsilibros: prólogos y explicaciones del autor, cartas presuntamente remitidas al autor y reproducidas por éste de más que probable autoría suya, un concurso entre los lectores sobre ¿Qué armas se utilizarían en una Tercera Guerra Mundial y cuál conseguiría la victoria?, ilustraciones interiores en los primeros números de la colección... todo lo cual parece ir más allá de la mera estrategia comercial demostrando un claro afán divulgativo por parte de Sánchez Pascual. De hecho, en el número 1 de la colección, La rebelión de los hipogeos, éste dirige la siguiente carta al lector, toda una declaración de principios:
Al lector:
ROBOT quiere ser, desde su nacimiento, un fuerte aldabonazo en la literatura denominada «de anticipación científica». Este nuevo esfuerzo de EDITORIAL MANDO ha sido el fruto de largos estudios dedicados a proporcionar a los países de lengua española una colección de novelas que respondan plenamente, tanto en su presencia como en su contenido, a un concepto que ilustre, más que entretenga, sobre los temas del mundo futuro.
Los dibujos que ilustrarán ROBOT han sido ejecutados por especialistas orientados por el propio autor, de manera a dar a las imágenes una apariencia idéntica a las concepciones de la fantasía del escritor.
La Colección ROBOT constituirá un grupo de libros que usted colocará en el sitio preferente de su biblioteca. En ella hallará todo lo que el hombre ha podido soñar, a lo largo de los siglos, cuando pensaba en el futuro. Pero que nadie busque en las sociedades del mañana la realización* de las ideas que han brotado del lado malo del hombre. El dolor, el peligro, el amor y el odio reinarán sobre la tierra, por mandato Divino, «In saecula saeculorum».
Todos los datos que forman nuestros prólogos informativos han sido obtenidos tras estudios de las técnicas actuales. Cada máquina, cada aparato, cada detalle, se ha logrado después de realizar a lo que puede llegar el desarrollo del saber humano en la segunda mitad del siglo XX y sus futuras posibilidades, dentro de la más estricta lógica.
EDITORIAL MANDO espera que sus lectores gocen con la posesión de los títulos que formarán la Colección ROBOT. En ella pondrá la Editorial todos cuantos esfuerzos y sacrificios sean necesarios hasta lograr la plena satisfacción del lector.
Los EDITORES.
*Debe de tratarse de un error, por cuanto la frase incurre en un contrasentido. Probablemente, en vez de realización debería leerse desaparición.
Como cabe deducir, y así lo indica Enrique Martínez Peñaranda -por desgracia yo sólo dispongo de un escaso número de ejemplares, por lo cual mi visión personal de Robot es forzosamente limitada-, la colección Robot se caracterizó por un profundo pesimismo en cuanto a su visión del futuro de la humanidad, en llamativo contraste con el ingenuo optimismo de la ciencia ficción pulp norteamericana heredado en buena parte por sus coetáneas colecciones de novelas de a duro. De hecho las quince novelas que la componen no es ya que sean pesimistas, es que son claramente apocalípticas en cuanto plantean terribles desastres, tanto de origen humano como extraterrestre, a los que se ve enfrentada la doliente humanidad, siempre al borde de la catástrofe y siempre salvada in extremis de una forma, a decir de Martínez Peñaranda, bastante forzada. Asimismo Enrique Sánchez Pascual denuncia constantemente los peligros a los que puede conducir la ciencia mal utilizada, muy en el estilo de la filosofía de Frankenstein, clásico que inspira claramente a algunas de sus novelas.
En resumen, se puede afirmar que en Robot nuestro escritor realizó un esfuerzo muy superior al habitual en las colecciones de bolsilibros, desmarcándose de la ingenua y optimista línea de aquellos para ofrecer al lector unos textos que, por su espíritu, se encuentran bastante más cercanos a la ciencia ficción antiutópica de las décadas de los sesenta y, sobre todo, los setenta, algo sin duda insólito en el marco en el que ésta surgió.
Lamentablemente la colección no tuvo continuidad más allá de su breve existencia, aunque sí contó con una reedición parcial en portugués. Hacia 1957 ó 1958, es decir, uno o dos años después de que apareciera en España su última entrega, la editorial portuguesa Fomento de Publicações publicó las traducciones de los siete primeros títulos aunque con el orden cambiado, cosa que no ocurrió con los ocho restantes. Curiosamente el anuncio en la contraportada del séptimo número de la que hubiera sido la octava novela, que quedó sin publicar, no se correspondía a un título de la edición española de Robot, sino a uno inédito firmado por un tal Willy Ross que, según piensa Álvaro Holstein, pudiera tratarse de un seudónimo del editor Roussado Pinto, responsable de la colección lusa.
Relación de títulos de la colección Robot
Nº | Título |
1 | La rebelión de los hipogeos |
2 | La invasión de los electrófagos |
3 | Los micro-robots de Saturno |
4 | Ventosas de demencia |
5 | Desintegradores de carne |
6 | El robot del Dr. Freuding |
7 | El despertar del pasado |
8 | La hora H ha sonado |
9 | La pesadilla de los bio-esquemas |
10 | ¡Marte ataca! |
11 | Satélite artificial |
12 | Cometas dirigidos |
13 | Cuando el Sol se extinga |
14 | Piratas siderales |
15 | El renacer de la Atlántida |
Relación de títulos de la edición portuguesa
Nº | Título |
1 | Os micro-robots de Saturno |
2 | Ventosas da demência |
3 | A rebelião dos hipogeos |
4 | A invasão dos electrófagos |
5 | Desintegradores de carne |
6 | O robot do Dr. Freuding |
7 | O despertar do passado |
8 | Gangsters no século XXX* |
* Anunciada, firmada por Willy Ross (el resto. por Alan Comet).
Enrique Sánchez Pascual
Siempre que hablemos de la literatura de ciencia ficción popular, o de la literatura popular a secas, tendremos que recordar obligatoriamente a uno de los grandes -tanto en calidad como en cantidad- autores del género, Enrique Sánchez Pascual.
Según datos amablemente proporcionados por su hijo Enrique Sánchez Abulí, un reconocido guionista de cómics, Sánchez Pascual nació en Madrid en agosto de 1918. Era estudiante de medicina cuando estalló la Guerra Civil, lo que le obligó a abandonar los estudios. Su condición de combatiente republicano le obligó a exiliarse de España al terminar el conflicto, refugiándose en Francia. Allí conoció a su esposa, Ángeles Abulí, con la que contrajo matrimonio fruto del cual fueron cinco hijos: Christiane, Enrique, Richard, Yolande y May. Posteriormente regresó a España, lo que le costó cumplir una pena de prisión en la cárcel de Figueras; resulta curioso comprobar el paralelismo de esta etapa de su biografía con las de otros autores de literatura popular tales como Marcial Lafuente Estefanía, Alfonso Arizmendi o Fernando Ferraz Fayos (Profesor Hasley) entre otros; por lo que se ve, el bando perdedor de la Guerra Civil fue una cantera de excelentes escritores en los años subsiguientes.
En los duros años de la posguerra, y domiciliado en Madrid, trabajó como representante de unos laboratorios farmacéuticos escribiendo Poesías para médicos, un irónico poemario dedicado al colectivo médico. Poco después, animado por un amigo escritor, probó suerte en el campo de la literatura popular, entonces en auge, es de suponer que con éxito puesto que acabaría convirtiéndose, tal como se ha comentado en la introducción, en uno de los autores más conspicuos del género. Aunque Sánchez Pascual comenzó su carrera literaria en Bruguera, lo que motivó el traslado de toda la familia a Barcelona, fijando su residencia primero en el pueblecito de Mirasol y posteriormente en Sant Cugat del Vallés y Masnou, también fue uno de los principales colaboradores de Toray, la rival catalana de Bruguera, donde asimismo dejó un extenso catálogo. Otras editoriales para las que escribió fueron también la desaparecida Ediciones Petronio y la mexicana Diana. Gracias a unos correos electrónicos cruzados con Antonio González, amigo personal suyo, podemos conocer otra faceta laboral de Enrique Sánchez Pascual, la de psicoanalista, que ejerció en la localidad de Mataró.
Tal como solía ocurrir en este campo, Sánchez Pascual escribió prácticamente de todo: novelas, guiones, poesías, artículos, obras de teatro, traducciones... y por supuesto, abordando prácticamente todos los géneros. Como es natural tuvo que firmar bajo seudónimo y, al ser tan prolífico, contó con un buen puñado de ellos. El más conocido de todos es probablemente el de Alex Simmons, pero también utilizó el de Karl von Vereiter, para firmar libros de temática bélica y, ya dentro de la ciencia ficción se ocultó tras Law Space, H.S. Thels, W. Sampas, Alan Comet, Alan Starr, Lionel Sheridan, el ya citado Alex Simmons... El que hay que descartar como suyo, pese a las atribuciones erróneas de algunos investigadores, es el de Marcus Sidéreo, seudónimo bajo el que en realidad se cobijaba la también prolífica escritora María Victoria Rodoreda.
La capacidad de trabajo de nuestro autor era increíble. Según su hijo escribía una novela por semana, si no más. Un guión de más de doscientas viñetas le duraba una mañana. Tras conocer a un editor francés, empezó a escribir en este idioma novelas de temática bélica, labor que desempeñó durante varios años y que le convirtió en un especialista de la Segunda Guerra Mundial. Incluso llegó a publicar en Estados Unidos, bajo el seudónimo de Roger S. Moore, libros tales como Marylin Monroe: su vida, sus amores y su muerte, obra que abordó desde el enfoque del psicoanálisis. En un momento dado se aficionó a la fotografía, convirtiéndose en un excelente retratista. Colaboró también con el malogrado Félix Rodríguez de la Fuente, escribiendo guiones de una revista dirigida por éste. Ganó varios premios de literatura y poesía, algunos tan prestigiosos como el de La Felguera, en 1984, con el relato corto El hombre y el toro; el Félix Urabayen de novela corta (integrado en los premios Ciudad de Toledo), en 1987, con Los verdugos, o el Ateneo Ciudad de Valladolid, en 1990, con la novela corta La garrapata. Fue asimismo miembro de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles, de la Societé des Gens de Lettres y del Groupe freudien de Psychanalyse existentielle.
Falleció el 11 de marzo de 1996, a los 77 años de edad, en Sant Pere de Ribes, localidad próxima a Sitges. A decir de Sánchez Abulí, su padre era una persona profundamente vital que se entusiasmaba con todo aquello por lo que se interesaba, inflamándose con constantes ideas y proyectos.
Enrique Sánchez Pascual fue un gran aficionado a la lectura de las obras de Asimov, Bradbury y otros grandes de la ciencia ficción; y aunque el cultivo de este género fue tan sólo una de sus facetas como escritor, por sí sola ésta también apabulla. Junto con Luis García Lecha (Clark Carradosy Louis G. Milk) y Juan Gallardo Muñoz (Johnny Garland), constituyó la espina dorsal de las colecciones futuristas de la editorial Toray; la inexistencia durante los años cincuenta y sesenta de una colección de ciencia ficción en Bruguera le impidió abordar el género en ésta, y en Luchadores del Espacio, así como en el resto de las colecciones de Valenciana, tampoco llegó a colaborar. Pero su labor en Toray fue ingente: 110 novelas -la quinta parte del total- en Espacio, 12 en las dos ediciones de Ciencia Ficción, 10 en Espacio Extra, 1 en Best Sellers del Espacio y nada menos que 61 de un total de 81 en S.I.P., donde tres de los cuatro seudónimos con los que aparecían las novelas -W. Sampas, Alan Starr y Alan Comet- son suyos.
Tras la desaparición de las colecciones de bolsilibros de Toray Sánchez Pascual se incorporó de forma tardía a las colecciones de Bruguera donde publicó una cuarentena de títulos, la mayor parte de ellos en Héroes del Espacio y el resto en La Conquista del Espacio, siempre bajo el seudónimo de Law Space. A ellos hay que sumar otra veintena en las distintas colecciones del tándem formado por Ferma (Infinitum) y Producciones Editoriales (Infinitum, Puerta a lo desconocido y Extraficción), alrededor de noventa en Galaxia 2001, en su mayor parte reediciones de las antiguas novelas de Toray, y los quince títulos de Robot. En total son unas trescientas cincuenta novelas, contando tan sólo las de ciencia ficción, a las que también hay que sumar las reediciones en diversas colecciones portuguesas y brasileñas -no sólo en Robot-, al menos dieciséis.
Es de resaltar, por último, el esfuerzo que realizó este autor para escribir una ciencia ficción de mayor entidad que la típica de los bolsilibros, no sólo con la colección Robot sino también, a finales de los años sesenta, en la colección Infinitum de la editorial Ferma, donde publicó varios relatos -reeditados años más tarde en Extraficción- que nada tienen que envidiar a los de sus colegas serios contemporáneos. Firmados como Alan Comet, quizá por considerarlo el más literario de sus seudónimos, estos relatos son típicos de la ciencia ficción española de la época, no la de los bolsilibros sino la mal llamada seria, mucho menos aventurera a la par que profundamente marcada por consideraciones filosóficas y morales. Tal como ocurre con otros autores contemporáneos suyos, de haber dispuesto de mayores posibilidades de las que le daban la gris España de su época y las miopes políticas editoriales de las colecciones en las que publicaba, Enrique Sánchez Pascual hubiera podido demostrar bien a las claras la madera de escritor que llevaba dentro. Lamentablemente, no pudo ser.
Addenda
Gracias a los amigos de Tercera Fundación he sabido recientemente que Sánchez Pascual publicó en el número 186 de la edición española de la revista Playboy, con fecha de junio de 1994, el relato corto Las clónicas, de tan sólo cuatro páginas, del que desconozco su argumento.
1 MARTÍNEZ PEÑARANDA, Enrique.La extraña colección Robot de Alan Comet. Publicado en La ciencia ficción española, pp. 205-254. Ediciones Robel. Madrid, 2002.
Publicado el 14-1-2019
Actualizado el
29-3-2019