V-2



La V-2, definida en su día como bomba volante, fue desarrollada, durante la II Guerra Mundial, al igual que su predecesora V-1 y la que debería haber sido su sucesora V-3, por Werner von Braun y su equipo de ingenieros radicados en la base secreta de Peenemünde, situada en la costa báltica cerca de la actual frontera entre Alemania y Polonia. La letra V correspondía a la inicial del término alemán Vergeltungswaffe-1, Arma de represalia nº 1 en español, y su misión era clara: se trataba de construir bombas volantes no tripuladas capaces de atacar la retaguardia enemiga -básicamente las ciudades costeras del sur de Gran Bretaña, Londres incluida- allá donde las armas convencionales, como los aviones, no eran capaces de llegar.

A diferencia de la V-1, bastante tosca y fácil de derribar por los británicos, la V-2 era ya lo que hoy en día consideraríamos un misil balístico. De forma fusiforme y mucho más potente que su hermana menor, era asimismo, gracias a su velocidad, prácticamente indetectable para los británicos, que tampoco la podían interceptar. Su lanzamiento era en vertical, como los cohetes modernos de los que fue precursora, tras lo que describía una trayectoria balística -o parabólica- que le permitía alcanzar una altura máxima de 100 kilómetros y un radio de acción de más de 300 kilómetros, todo ello a una velocidad de 5.600 kilómetros por hora superior a la del sonido, lo que le convertía en prácticamente invulnerable pese a que su sistema de guía era todavía muy rudimentario. Con su carga explosiva de una tonelada podía llegar a hacer bastante daño, a lo que había que añadir el considerable efecto psicológico causado en sus víctimas. La primera V-2 cayó en las afueras de Londres el 8 de septiembre de 1944, y a ella le siguieron cerca de otras dos mil hasta el final de la guerra.

Al terminar la II Guerra Mundial, la incipiente industria astronáutica de las dos superpotencias, Estados Unidos y la Unión Soviética, se basó en buena parte en la tecnología desarrollada para las V-2 y las nonatas V-3, que hubieran sido los primeros misiles de la historia con autonomía suficiente como para alcanzar desde Europa la costa este de los Estados Unidos. Asimismo el padre de las V-2, Wernher von Braun, partiría de sus diseños para construir los cohetes lanzadores estadounidenses, incluyendo el gigantesco Saturno V.


Publicado el 9-11-2008