El molino de Guadalajara, de José Zorrilla





Resulta curioso comprobar como las escasas obras literarias de carácter histórico ambientadas en nuestra ciudad se centran en el reinado de Pedro I de Castilla haciendo alusión de una u otra manera a la historia del rico-home de Alcalá. El origen literario de esta leyenda, al menos por lo que yo sé, es el drama El valiente justiciero de Agustín de Moreto, siendo retomada por el prolífico Manuel Fernández y González en su novela El Rico-Home de Alcalá, publicada en 1875.

La leyenda, recordémoslo, habla de un rico-home (es decir, un noble) señor feudal de Alcalá, el cual en su arrogancia osaría incluso enfrentarse al propio rey Pedro I. Don Tello García, que éste es el nombre que Moreto da al rico-home, tiraniza a sus vasallos llegando a maltratar incluso al propio rey Pedro I, llegado de incógnito al castillo de su altanero vasallo, el cual tendrá finalmente que intervenir para domeñar al soberbio noble consiguiendo que las aguas vuelvan a su cauce.

Huelga decir que la leyenda del rico-home no sólo es apócrifa sino también completamente falsa, ya que Alcalá perteneció prácticamente desde su reconquista a los arzobispos de Toledo, por lo que jamás existió un señor feudal que no fueran los prelados toledanos. Sin embargo esta historia resultaba ser muy del gusto de los escritores del siglo pasado, lo que explica no sólo la citada novela de Manuel Fernández sino también la obra que voy a comentar en este artículo, el drama El molino de Guadalajara que escribiera José Zorrilla en 1857, es decir, casi veinte años antes que Manuel Fernández lo hiciera con El Rico-home de Alcalá.

El molino de Guadalajara no recoge la leyenda del rico-home, pero sí está ambientada en idéntica época histórica y tiene por trasfondo las luchas fratricidas entre Pedro I y su hermano Enrique II, que finalmente se saldarían con la muerte del primero y la entronización del segundo contra toda legitimidad dinástica. También aparece en esta obra un señor feudal de Alcalá, aunque aquí no será el rico-home sino un vasallo de confianza de Pedro I; pero no nos precipitemos y recordemos antes la figura de José Zorrilla así como su vinculación con Alcalá, que la hubo.

José Zorrilla, nacido en Valladolid en 1817, es sin duda el autor dramático del siglo XIX más famoso de nuestro país, y ello gracias al inmortal Don Juan Tenorio, el cual por ser sobradamente conocido es innecesario comentar aquí. Fecundo autor, Zorrilla escribió una larga serie de obras de las que se pueden destacar títulos tales como Margarita la tornera, El puñal del godo, El zapatero y el rey, Traidor, inconfeso y mártir o El pastelero de Madrigal, entre otras muchas. Consagrado en vida y sumamente apreciado por sus contemporáneos, Zorrilla llegaría a ser coronado como poeta en Granada, concretamente en el palacio de Carlos V de la Alhambra, el 22 de junio de 1889, acto insólito con el que la nación española le reconoció su talla literaria y en el cual le fue impuesta una corona de laurel labrada con oro del río Darro. Tras una larga y fecunda vida Zorrilla fallecería el 23 de enero de 1893 siendo enterrado en la madrileña sacramental de San Justo, aunque posteriormente sus restos serían trasladados a su ciudad natal en 1896.

Como he comentado anteriormente Zorrilla estuvo vinculado a nuestra ciudad. Para conocer esta vinculación es preciso recurrir al folleto de José Demetrio Calleja titulado Alcalá la Vieja, publicado en 1897 (precisado, como otros tantos, de una reedición) y más concretamente al prólogo que Ignacio Martín Esperanza escribiera para la citada obra. En este prólogo, Martín Esperanza afirma:


Alcalá la Vieja mereció también llamar la atención de nuestro gran poeta nacional D. José Zorrilla y del notabilísimo arqueólogo D. Manuel de Assas. Siendo joven aquél enfermó en Madrid, y los médicos para restablecer su decaída naturaleza le prescribieron la frecuente mudanza de aires, a cuyo efecto debía venir una decena de días a Alcalá, pasar luego otra a Guadalajara, Jadraque, Sigüenza y Calatayud. Pero habiendo venido a Alcalá, le probó tan bien que no quiso pasar adelante, y aquí obtuvo la completa restauración de su salud. Entonces visitó repetidas veces Alcalá la Vieja en compañía de su particular amigo el Sr. Assas, que venía a verle, y dibujando Zorrilla la perspectiva del arruinado castillo y escribiendo Assas su arqueología, publicaron en el Museo de familias francés, del año 1845, un artículo histórico descriptivo de aquel famoso monumento, acompañado de su lámina correspondiente.

Pleito homenaje rindió también el eminente poeta a la historia del renombrado castillo, dejando de él imperecedera memoria en uno de sus grandes dramas, titulado El Molinero de Guadalajara. De los cuatro actos que tiene, dos, el segundo y el tercero se verifican en Alcalá la Vieja, en tiempo de D. Pedro I de Castilla.


Huelga decir que resultaría sumamente interesante localizar ese Museo de familias al que hace alusión Martín Esperanza. En cuanto a El molino de Guadalajara, erróneamente trocado por El molinero... por este autor, fue asimismo inencontrable hasta que hace escasos meses fuera felizmente reeditado por el ayuntamiento de Guadalajara con el número 2 de su colección Clásicos. Publicado inicialmente en 1857, este drama es una obra menor de Zorrilla ambientado, como se dijo al principio, en las guerras civiles que asolaron Castilla durante el reinado de Pedro I. Resulta curioso constatar cómo Zorrilla, que conoció el castillo de Alcalá la Vieja justo antes de su ruina definitiva y que, es de suponer, estaría al corriente de sus avatares históricos, inventa una trama falsa completamente desde el principio hasta el fin... Porque ni Alcalá tuvo jamás señores feudales, vuelvo a insistir, ni los arzobispos de Toledo residieron nunca en el alejado castillo de Alcalá la Vieja, ya que lo hicieron lógicamente en el palacio arzobispal.

Esto no parece que le importara demasiado a Zorrilla, que ambientó parte de su obra en el castillo de Alcalá como hubiera podido hacerlo en cualquier otro lugar, ya que éste no es sino un simple decorado sobre el que se desarrolla una trama que hubiera podido tener lugar en cualquier otro rincón de Castilla. Pero procedamos, ahora sí, a estudiar esta obra advirtiendo, curiosamente, cómo Zorrilla troca la situación que se daba en la obra de Moreto ya que aquí Pedro I deja de ser el bueno para serlo el dueño legítimo del castillo, justo al contrario de lo que sucediera en El valiente justiciero y en su evidente secuela El rico-home de Alcalá.

La trama, en sí, es bastante sencilla. Gil de Marchena, partidario de Pedro I, recibe de éste el castillo de Alcalá arrebatado a la familia Carrillo por ser ésta partidaria de su adversario Enrique II. Todos los Carrillo han sido asesinados por Marchena excepto uno, Pedro, que será quien trame la inevitable venganza.

Paralelamente la esposa de Enrique II, que ha sido hecha prisionera por Marchena, es encerrada en el castillo, de donde logrará huir con la ayuda de Pedro Carrillo, que camuflado con la ayuda de un aldeano logrará salvar a la dama al tiempo que mata al traidor (¿a quién?) Marchena, con lo que su venganza quedará cumplida a la par que hace un inapreciable servicio a su señor Enrique Trastámara, todo ello adobado claro está con un romance entre el aldeano y la protegida del molinero de Guadalajara, el cual como cabe suponer es asimismo partidario de Marchena.

El molino de Guadalajara, tal como apuntaba Martín Esperanza, reparte su ambientación entre el castillo de Alcalá la Vieja, al que por cierto Zorrilla recrea como un palacio cortesano que nunca fue, y un molino -el que le da nombre- situado junto al Henares al lado del puente árabe de Guadalajara. Su calidad literaria es más bien tirando a mediocre, lo que explica el olvido en el que ha estado sumida durante más de un siglo, pero resulta ser sumamente interesante tanto para la ciudad de Guadalajara, que es quien lo ha reeditado, como para Alcalá. Es de alabar por ello la iniciativa de José Serrano Belinchón, concejal de cultura de la vecina ciudad, y sería de esperar que sirviera como ejemplo para que en Alcalá el ayuntamiento hiciera lo propio con otras obras interesantes que hoy están completamente agotadas, tales como los ensayos históricos de José Demetrio Calleja o, ya en el plano literario, con la aludida novela de El rico-home de Alcalá, por poner tan sólo unos pocos ejemplos.


Publicado el 10-6-1995, en el nº 1.434 de Puerta de Madrid
Actualizado el 16-2-2006