Los gigantes
Cupón de la ONCE que
reproduce a la comparsa cervantina
Reconozco, sin ningún rubor, que siempre me han gustado los gigantes pese a que, por mi edad, alguien podría pensar que ya soy demasiado talludito para esta afición. Sin embargo, y pese a que en Castilla siempre se ha tendido a considerarlos como una simple atracción infantil, en otros lugares de España tales como Cataluña, Aragón, Valencia o Navarra estos grandes monigotes de cartón piedra -ahora de fibra de vidrio- han estado siempre mucho más arraigados al acervo común. Y, se mire como se mire, no dejan de ser una manifestación más, tan válida como cualquier otra, de la cultura popular, amén de que en ocasiones su valor artístico dista mucho de ser desdeñable. Así pues, no resulta tan disparatada mi afición a los mismos, a la par que me permite recurrir a la añoranza de mis ya lejanos días infantiles, cuando gustaba de correr perseguido por los terroríficos cabezudos que, vejiga en ristre, pretendían castigar mi osadía.
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